Luis Hernández Navarro
Portarretrato de la ultra
Tiene ante el diálogo la misma disposición que un prefecto de colegio de monjas. Su voluntad de negociación se asemeja a la de un inspector escolar que ordena: "A ver señoritas... a sus salones, rápido, rápido...". Es responsable de que la huelga en la UNAM se haya prolongado durante 78 días. Es la ultra.
Sus integrantes son ampliamente conocidos en los restoranes de lujo del sur de la ciudad de México. Allí despachan, conspiran y asumen la representatividad del conjunto de la comunidad universitaria. Su ideología es una mezcla confusa de las modas intelectuales dominantes en el Ivy League de las universidades del este de Estados Unidos y de las más arraigadas tradiciones autoritarias autóctonas. En el santoral al que brindan devoción se encuentran lo mismo las recomendaciones del Banco Mundial que la pedagogía de masas de César Coll, el célebre alcalde panista tapatío que alcanzó la fama prohibiendo el uso de la minifalda. Su consigna es: la excelencia sólo entra con manotazos en la mesa. Su lema principal: el principio de autoridad no se cuestiona, se acata.
Radicales entre los radicales, han hecho de la mayoría de los medios de información una casa de la risa habitada por espejos deformes, que reflejan la imagen del resto de los protagonistas del conflicto universitario como una caricatura o una pesadilla. Demócratas autoproclamados, han sustituido la consulta y la realización de asambleas por la toma de decisiones de los designados. Partidarios de la acción directa, han impuesto por la fuerza las ilegales clases extramuros, y han decretado la prohibición de que los partidos políticos intervengan en la casa de estudios para darle el monopolio de la acción al suyo propio: el PRI.
Aunque la lista de ultras es grande, tres de ellos han destacado por su activo papel en la huelga. Ellos son: El Chino, El Barney y El Barbaján.
No todos son universitarios en activo. Es el caso de Alberto Fernández Garza, presidente de la Coparmex, apodado El Chino, no por sus rasgos faciales, sino por sus propuestas políticas. El dirigente del sindicato patronal ha logrado sintetizar en su pensamiento las posiciones de los dos más influyentes líderes de la República Popular China: con Deng Xiaoping sostiene que "ser rico es ser glorioso"; con Mao Tse Tung reivindica una de las acciones más drásticas de la Revolución Cultural: la clausura de las universidades. Fernández Garza plantea que hay que cerrar la UNAM algunos años y enviar becarios al exterior.
Aunque El Barney parece más un personaje extraído de El entierro del conde de Orgaz, de El Greco, su refinamiento político le ha hecho merecedor al sobrenombre del dinosaurio morado que no se distingue por su brillantez en las series de televisión infantil. Es conocido, también, como El satánico Doctor No, por el célebre discurso que pronunció en la Plaza de Santo Domingo ante empleados de confianza y profesores vestidos de gris, en el que, en la víspera del primer encuentro formal entre autoridades y huelguistas, dijo no a todo aquello que podría ayudar a solucionar el conflicto: no al Congreso Universitario, no a "ese pretendido diálogo", no al pase automático... Para rematar, en el mejor estilo ultra, afirmó: "No daremos un paso atrás". Sus interlocutores en el gobierno federal se quejan de que rompe los acuerdos a los que llega tan pronto como lo considera necesario.
Duro entre los duros, maestro en el arte de usar el Derecho contra la justicia, ejemplo del porqué el descrédito de la profesión de abogado entre amplios sectores de la población, Mínimo Barbaján ha hecho de la política del choque y la intransigencia sus mejores armas. Chiapaneco de la estirpe de los Albores Guillén y los Ruiz Ferro, ha sido reiteradamente señalado como protector de porros y beligerante impulsor de esa muestra de calidad académica y espíritu universitario que son las clases extramuros.
Oscurecida por los privilegios de una meritocracia que, por regla general, no está fundada en el saber sino en la política cortesana, la ultra que chambea en rectoría no alcanza a ver su responsabilidad en la huelga universitaria. Los gusanos de luz, nacidos de la convocatoria cacerolera a encender los faros de los automóviles en el Anillo Periférico, no han logrado iluminar su entendimiento.