ALEBRIJES Ť Patricia Vega
Regina Global

Ante la tiranía del modelo de belleza corporal impuesto a mujeres que se sienten forzadas a encarnar, a costa de lo que sea, el ideal de la delgadez propuesto por modelos anoréxicas y bulímicas, la cantante de ópera Regina Orozco se enfunda unos mallones, una peluca mi-alegría y se trasmuta en una soprano-vedete que, instalada en un gimnasio-cámara de tortura, entrega a sus fans el inquietante rap de la Coca-Cola light.

La escena tiene lugar en el teatro-bar El Hábito y es el germen de un espectáculo de y para masas que, dirigido por Jesusa Rodríguez, aún se sigue cocinando a fuego lento con la complicidad de otras dos mujeres formadas en el bel canto: Gabriela Miranda y Laura Elena Pulido.

Pero el propósito de Regina Global no es sólo desmitificar el concepto de belleza femenina al cuestionar la relación que las mujeres establecen con sus cuerpos y parodiar el himno de Lupita D'Alessio porque hoy voy a cambiar, sino transgredir y resignificar la interpretación clásica de un puñado de canciones emblemáticas que han dejado huella en las audiencias contemporáneas.

Así los fans escuchan a la portentosa Regina Orozco interpretar el disco-himno gay I will survive, que repentinamente se transforma en una oda hitleriana con ritmo de blues o un Cielito lindo elevado a la categoría de spiritual con coloraturas de Harlem, o el tema del Titanic, My heart will go on, en versión sirena-de-barco que se vuelve iceberg o presenciar cómo el paraíso soñado por John Lennon, en Imagine, se sumerge en la tarea de limpieza profunda de un excusado para subvertir amargamente el idealismo de un mundo mejor que se quedó en un Yesterday salseado. En el apretado lapso de una hora y media, Regina Orozco nos lleva del disco al tango, del cha-cha-chá al blues y de las canciones típicas mexicanas a la tristeza del fado portugués new age y la sensualidad de la música brasileña.

Expulsada a los 18 años del Centro Universitario de Teatro (CUT), por irse a trabajar como Leporello en la gira europea de Doña Giovannal, versión jesuseana de la famosa ópera de Mozart, Regina Orozco se ha formado en esa peculiar ''escuela-clandestina" que Jesusa Rodríguez mantiene en El Hábito, sitio en el que en otras ocasiones ambas han dado vida a la inolvidable mancuerna cinematográfica integrada por Chachita y su Pedro Infante, alias Pepe el Toro.

La propia Regina nos ha confesado que si dependiera de ''los diez pasos para llegar a ser cantante de ópera" se ahogaría. Por eso prefiere jugar con la música y asumir que es grandota, como las mujeres norteñas, y cachondota, como las juchitecas. El único problema es, dice, que en México no encuentra talla de negra-sureña. No obstante, en el escenario, la menor de las hermanas Orozco se siente como un pez en el agua que disfruta con el movimiento de un gran cuerpo que, inspirado en los textos de Luis Usabiaga, se mueve al compás de los arreglos del tecladista José Angel Rodríguez y las percusiones de Luis David Alpizar. Una garganta privilegiada que, por cierto, anda a la caza de un(a) buen(a) productor(a). ƑAlguien se apunta?

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