La crítica taurina del mundo celebra la irrupción en los ruedos de José Tomás, el torero madrileño nacido en Galapagas. Su toreo ha llenado las principales plazas españolas por su dramático quehacer frente a los toros. Sus dotes e intuición para estar frente a la cara de los astados, escogieron la pureza en las faenas, como la más cabal forma artística.
José Tomás crea una expresión basada en un toreo sin teatralidades, ni artificios y, menos trucos, para llegar a las multitudes, fin ineludible del ser torero. Las formas que se habían apoderado de la torería -enviar los toros lejos, aliviándose, jugar con ellos, confundir el toreo con ballet- repugnaron a su temperamento artístico. Regresan al toreo de siempre -el clásico- que se vislumbra pese a lo antiguo, como una técnica y estética nuevas que alternarán el concepto general del torear.
El repertorio del torero madrileño, -pase natural, cruzado, rematado por abajo de las caderas- se vuelve popular al dejar imborrables huellas en el toreo actual. El ha sabido plasmar en los ruedos todo el encanto y toda la belleza de lo natural con elegancia. Se ve que el artista rinde culto a la belleza y la belleza es una forma del genio en el toreo.
Conseguido esto, se observa que pone en sus faenas el alma. Sorprendido en una gracia juvenil y una frescura que son un aire novedoso, en una fiesta brava que se deshacía en las manos de sus representantes. La figura de José Tomás se destaca sobre el colorido de una fiesta que había perdido la verdad de transformar la barbarie en belleza.
Elegancia de la raza es el bordar del toreo del diestro de Galapagas. Perfección admirable de líneas en la mayoría de sus pases naturales y el desnudo impecable de un valor en que la vida pende de un hilo en cada uno de sus pases. La melancolía del estar y no estar, que emerge soberana de su capote y muleta, y lo lleva a ocupar el lugar privilegiado en el concierto mundial de la torería.
Es José Tomás, el torero de las elegancias, y sus faenas de este año quedarán como documentos de la historia del toreo, y cuando se trate de aprender a torear y ver faenas del momento actual con nuevas desviaciones a lo clásico, habrá que buscarlos en las grabaciones que quedaron de sus sonoros triunfos en este final de siglo. A pesar de que escribir aquí de él es obra de puro alborozo sin ninguna promiscuidad de impulso al reclamo.