* Iconografía de Hotel California *

Alfredo C. Villeda * La historia oficial se refiere al mítico álbum Hotel California, del grupo The Eagles, como una metáfora de ese lugar, en los setenta, para todo Estados Unidos. La iconografía de la canción que da nombre a la producción, empero, remite a los pasadizos más siniestros creados en la exaltación onírica de un estilo gótico, preludio del simbolismo, por la pluma de William Blake.

Jóvenes influidos por la literatura beatnik y la obra de The Beatles, Glenn Frey y Don Henley, puntales de la agrupación, hicieron el recorrido de su generación rumbo al american dream en los terrenos de la inocencia ("New kid in town"), las tentaciones ("One of these night") y la desilusión ("The sad cafe").

El álbum Hotel California, que impulsó a la banda al espacio de los inmortales con ventas de más de 10 millones de copias y el Grammy a la mejor canción de 1976, también marcó el inicio de la separación de sus principales líderes.

De la mitología creada en torno a esa pieza por la imaginería popular (historia de amor, relato del mundo de las drogas et al) se rescatan las imágenes de las estrofas, abstracción del lúgubre y poético recorrido desde una carretera oscura y desierta hasta el intento infructoso de huir de esas cámaras en las que los de la voz son prisioneros de su propio ardid. Incluso si, como se ha dicho, el nombre corresponde a un hotel en Los Cabos, en México.

En su poema en prosa "Hermosa Eleonor", el escritor y grabador William Blake traza un recorrido en los pasillos de un castillo. En esa también aparente historia de amor, Blake canta la llegada de Ellen:

La campana dio la una sacudiendo

la torre silenciosa.

Las tumbas entregan sus muertos:

la hermosa Eleonor

ha pasado junto al portal del castillo

y, deteniéndose, mira en torno.

Un lamento sórdido corrió por las

siniestras bóvedas.

La versión de The Eagles comienza así:

En una oscura y desierta carretera,

con viento frío en mi cabellera

Un cálido olor de colillas se eleva

en el aire

A la distancia distingo una luminosidad

Siento una pesadez en mi cabeza

y mi vista se torna difusa

Debo detenerme para pasar la noche.

Continúa Blake:

Gritó fuerte y rodó por los peldaños...

Nauseabundos olores de muerte

escapan como de un sepulcro

y todo es silencio, excepto el suspiro

de las bóvedas.

La muerte helada retira su mano y

la mujer revive.

Asombrada se encuentra de pie

y, como fantasma, por estrechos

corredores anda, sintiendo el frío

de los muros en sus manos.

Según la canción del 76:

Ella estaba parada ahí, en la puerta,

escuché la campana

y pensé: "Esto puede ser el cielo o

el infierno".

Luego ella encendió una vela

y me mostró el camino

Había voces en el corredor, que

creo haberlas oído decir:

"Bienvenido al Hotel California, qué

lugar tan adorable, qué rostro tan

agradable.

"Gran cantidad de cuartos en el

Hotel California, puedes encontrar

en cualquier época del año".

 

Blake:

 

No tarda en imaginar que oye

hondos suspiros

y que ve lívidos espectros

que se deslizan.

 

The Eagles:

 

Llamé al capitán para pedirle mi vino

Pero dijo que no habían tenido

ese espíritu ahí desde 1969

Y aún esas voces llaman desde lejos

Te despiertan en la noche

para escucharlas decir:

(sigue estribillo) johann

El poeta inglés:

 

Por fin no la fantasía, si no la realidad

atrae su atención. Un ruido de huidas;

y los pies

de alguien que corre, se acercan.

Ellen se detuvo

como una estatua muda, helada

de terror.

El malhadado se acerca gimiendo...

Ella recibió en sus manos la pálida

muerte y le siguió en alas de espanto....

Como herida gacela Ellen corre

por la llanura sin caminos. Como

voladora flecha nocturna

vuela la destrucción y golpea

en la oscuridad.

Huye del terror hasta volver a su hogar.

 

Y Henley, Frey y Felder cierran así:

 

Espejos en el techo, champaña rosada

en hielo

Todos somos prisioneros aquí de

nuestro propio ardid.

En la cámara del amo, ellos son

oprimidos por el puño

Ellos lo apuñalan con sus cuchillos

de acero, pero simplemente no pueden

matar a la bestia.

Lo último que recuerdo es que corría

hacia la puerta

Tenía que hallar el pasaje al lugar

en que antes me encontraba

Relájate, dijo el velador, estamos

programados para recibir

Puedes checar salida cuando gustes,

pero nunca podrás abandonarnos.

 

Los elementos en común son variados: un lugar llamado Hotel California y un castillo; un hombre perseguido, una mujer acosada; voces de fantasmales anfitriones, espíritus ausentes, mentes torcidas e infructuoso intento de matar a la bestia (The Eagles) ante gemidos, lamentos y suspiros de espectros y fantasmas por estrechos corredores donde otro enigmático anfitrión entrega a una mujer la cabeza de un undead (Blake).

La consulta de biografías y reseñas de la época sobre "Hotel California", y aun entrevistas en diarios y revistas estadunidenses a los creadores de la obra, deja sin respuesta la posible influencia del poema de Blake en la letra de esa canción de culto. Basta por ahora reflexionar sobre esos elementos comunes que difícilmente se antojan coincidencias.

Aun el cuento El pozo y el péndulo, de Edgar Allan Poe, contiene en su caudal de imágenes sombrías que amenazan emerger de los sótanos de una sede inquisitorial abundantes referentes que bien pudieron influir a los autores de la pieza musical: "Mis peores pensamientos se confirmaron. La oscuridad de una noche eterna me hizo contener la respiración... La atmósfera era intolerablemente cerrada... Había un murmullo discordante de voces y un ruidoso sonar de trompetas".