Astillero Ť Julio Hernández López
Es necesario decir con absoluta seriedad que Humberto Roque Villanueva ha sido en varias ocasiones el más sensato de los precandidatos presidenciales priístas.
No se crea que la anterior frase es un recurso irónico que pretende abonar el camino para el posterior pitorreo respecto a algún desliz del coahuilense, a quien las páginas de la picardía política mexicana recordarán siempre por su famosa roqueseñal.
Véanse algunas muestras de ese increíble vuelco del precandidato que será seguro ganador del cuarto lugar de las votaciones internas del PRI y que, tal vez por la libertad que da la falta de perspectivas de triunfo, ha dicho algunas verdades de a peso.
Frente a los apresurados deslindes hechos por sus compañeros acerca del neoliberalismo, Roque Villanueva les recordó el silencio cómplice que en su momento guardaron respecto a lo que les convenía.
Un asunto de seguridad nacional
Pero, sobre todo, don Humberto ha apuntado sus menospreciadas baterías hacia un punto crucial del momento político que vive el país: el hecho de que la elección de candidato presidencial priísta es un asunto de seguridad nacional y que, en esa perspectiva, es necesario indagar al máximo los antecedentes públicos y privados de cada uno de los candidatos.
No importa que quien lo diga hoy sea quien durante largo tiempo se asumió como el primer brody del país, tanto en la coordinación de los diputados federales priístas como en la presidencia nacional del tricolor, y que tantos desfiguros cometió en ambos terrenos, convertido con frecuencia en la boca de ganso presidencial.
Es cierto, la elección del candidato presidencial priísta es un asunto de seguridad nacional, pues en ese proceso convergen, ya desde ahora, con sus múltiples aristas peligrosísimas, todos los enormes intereses que conforman el sistema político mexicano y que se remueven inquietos, sintiéndose amenazados por un proceso priísta cuyo desenlace nadie atina a prever con cierta confianza.
La protección lo delata
Tanto es un asunto de seguridad nacional que el Estado mexicano no ha podido impedir que las apariencias de democratización priísta sean contradichas en los hechos por la aparatosa protección que miembros con licencia del Estado Mayor Presidencial le brindan al candidato deseado, Francisco Labastida Ochoa, considerado y señalado así como el único realmente protegible en cuanto es el único verdaderamente predestinado a ganar.
Y si ese asunto de seguridad nacional reclama la indagación a fondo, el escrutinio máximo de los antecedentes de cada precandidato, entonces habrá que voltear efectivamente los ojos hacia la Sinaloa cuna de las historias de narcotráfico más famosas, hacia el caso Camarena y la implicación de precandidatos que no pueden poner pie en Estados Unidos, y en la historia amplia, cargada, de un tabasqueño que es hombre Cabal. (Roque, para su infortunio, no ha generado todavía ningún hecho relevante que atente contra la citada seguridad nacional, a menos que se le quiera dar tal consideración al rítmico mecer de brazos con el que celebró aquel aumento en el cobro del IVA que fue inmortalizado por el reportero gráfico José Antonio López)
Un antidoping político
La prueba del ácido, ha llamado Roque Villanueva a su exigencia de que cada precandidato sea sujeto de análisis que muestren si el oro de la superficie es verdad o mentira. Un antidoping político, sería la traducción al lenguaje policiaco o deportivo.
Pero, mientras se tejen y destejen las mil y una historias sombrías relacionadas con el otro asunto de seguridad nacional que es el asesinato de dos elementos del Estado Mayor Presidencial, Vicente Fox se enreda en la historia que él mismo ha promocionado de su presunto romance con la actriz Lucía Méndez, que el pasado miércoles hizo sudar y sonrojarse al candidato a ser presidente de la República sin primera dama, cuando se le apareció en la Casa Lamm blandiendo un micrófono de Televisión Azteca para, con el pretexto de entrevistarlo, alimentar el morbo y meter en aprietos al panista, que está divorciado por las leyes terrenas pero se mantiene sujeto a las religiosas, que consideran indisoluble el lazo matrimonial original.
Y Roberto Madrazo Pintado le juega al héroe populista al asegurar que él no necesita protección alguna y que seguirá subiéndose a taxis en todos lados.
Y Ernesto Zedillo lanza desde Uruguay dardos envenenados que pueden buscar blancos en la arena internacional, pero que sobre todo tienen plena aplicación a los precandidatos presidenciales priístas que corrieron a deslindarse del neoliberalismo económico: amnésicos e hipócritas les llamó el Presidente mexicano en Montevideo, y como si el tiempo político le alcanzara para ello, convocó a debatir sobre modelos económicos...
Y, ayer mismo, los priístas en el Senado retorciendo el reglamento de sesiones para trampear con una presunta falta de quórum e impedir que se trabajase en las propuestas de reforma electoral. Gritos, escándalo, descontroles, tensiones partidistas...
Y Luis Téllez encabezando la rebelión contra los estadunidenses en materia de energéticos.
Pues sí, a como van las cosas, Humberto Roque Villanueva va a acabar siendo el más sensato de los hombres públicos del país.
Astillas: En algunas oficinas públicas se continúa trabajando en la guerra sucia de baja intensidad. Ayer esta columna conoció nuevos proyectos de trabajo contra personajes perredistas: exhibir a Martí Batres, coordinador de la mayoría perredista de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, porque no terminó su carrera profesional, y aunque Batres jamás se ha ostentado como lo que no es, y reconoce abiertamente su situación académica, restregarle tal dato en la cara. Otros expedientes que pretenden sacar a la luz pública, a través de algún medio cómodo, se refieren a aspectos familiares, absolutamente personales, de quien se perfila como muy probable sucesora de Cuauhtémoc Cárdenas en el gobierno capitalino, Rosario Robles.
Fax: 5 45 04 73 Correo electrónico: [email protected]