LETRA S
Julio 1 de 1999
Editorial
El anuncio hecho por el secretario de Salud, Juan Ramón de la Fuente, de extender a mil personas la cobertura de medicamentos antisida por parte del fideicomiso creado con ese propósito (el Fonsida) es una buena noticia. Sin embargo, no deja de preocupar lo manifestado por algunos miembros de organizaciones no gubernamentales sobre lo insuficiente de la medida. En primer lugar, beneficiar a mil adultos con los tratamientos antirretrovirales, equivale a cubrir aproximadamente a sólo el 10 por ciento de las más de 7 mil personas con sida que los necesitan y que no cuentan con recursos para costeárselos. La duda es si esa medida parcial no alentará divisiones, competencia o incluso enfrentamientos entre los candidatos y sus organizaciones por acceder a esos medicamentos.
Otra de las preocupaciones manifiestas es el evidente fracaso de la campaña de recaudación de fondos para alimentar al Fonsida. Ha fallado el intento de mover la filantropía del sector privado para dotar de recursos a esa institución, por ello se ha tenido que echar mano al capital del fideicomiso (y no sólo de los intereses generados) para comprar los medicamentos.
Nadie pretende que la Secretaría de Salud cargue sola con el oneroso costo de dotar de medicamentos antirretrovirales a quien lo necesite, pero a estas alturas resulta evidente que, por el estigma que aún pesa sobre ese padecimiento, los recursos necesarios para ello tampoco provendrán de la iniciativa privada ni de la sociedad. El único camino viable, si de verdad se cuenta con voluntad para hacerlo, es el que han marcado algunos especialistas y seguido algunos países latinoamericanos: que sea el Estado en su conjunto el que destine una partida especial para la compra de los tratamientos, sin tener que castigar el presupuesto destinado a Salud