n Por vez primera se escenifica en México
La isla, de Fugard, aborda la libertad como dilema universal
n Restrena Alexander la puesta Pepe y Valentina, en La Gruta
Arturo Jiménez n A partir de una situación histórica, política y social de apenas ''ayer" -el apartheid- y de una problemática humana concreta -la relación entre dos presos de conciencia-, la obra teatral La isla aborda un tema universal por excelencia: la libertad.
De éxito internacional y escrita en los años setenta por el reconocido dramaturgo sudafricano Athol Fugard (1932), la obra se monta por primera vez en México dirigida por Alonso Ruizpalacios, quien con Alfredo Michel realizó la traducción.
Drama con dosis de humor y poesía, La isla plantea la contradicción entre las necesidades sociales y las individuales (''al carajo con todo y con los ideales", dice uno de los personajes al punto de la desesperación) o entre el poder y la dignidad personal.
John y Winston, ambos de raza negra, son compañeros de celda en la famosa prisión de Robbin Island -donde estuvo el líder Nelson Mandela y que se caracterizaba por el trato duro y humillante a los reclusos- y planean escenificar el juicio de Antígona, de Sófocles, durante el cercano festival de la cárcel, ya que consideran a ese personaje griego como portavoz de la justicia. Esa idea de Fugard, resalta Michel, es genial.
Imaginar para sobrevivir
Para lograr la comprensión del dramaturgo, la puesta mexicana busca recrear un teatro íntimo para que el público sienta la energía actoral y se absorba en la ficción. Mediante el ejercicio de la imaginación, los actores consiguen que sus personajes sustituyan la nostalgia hacia la libertad por el sueño y la fantasía.
Entre los ejercicios que realizaron estuvieron encerrarse en un cuarto oscuro y entablar diálogos, visitar un reclusorio y platicar con los reos acerca de sus sentimientos al estar cautivos. ''ƑQué es lo que más extrañas?", les preguntaban. Los presos de Fugard, dice Ruizpalacios, sobreviven a partir de que imaginan.
Acerca de la riqueza de perspectivas en esta puesta, Michel destaca el que se trate de la historia de dos prisioneros políticos sudafricanos que planean escenificar una obra griega clásica y que sea montada en español por un grupo mexicano, cuyos dos actores (Pedro Armando Rodríguez y Christian Baumgartner) no son de raza negra.
Silvia Ortega, encargada de la producción, señala que no se trató de adaptar la obra al contexto mexicano sino que se buscó la mayor fidelidad a la situación sudafricana en el pasado reciente, ya que la problemática de la libertad es universal.
Paul J. Siljeur, tercer secretario político de la embajada de Sudáfrica, que con el Fonca y otras instancias apoyan esta producción, comenta que la prisión de la isla Robbin, que ahora es un museo, tuvo mucho significado para los ciudadanos sojuzgados de su país, pues simbolizaba el encierro de sus líderes y la esperanza de libertad.
Pese a que Fugard tiene amplia aceptación internacional, su trabajo casi no es conocido en México. La última vez que se escenificó una obra suya aquí fue en 1995, El camino a la Meca.
Fugard -también actor y director teatral- escribe durante las improvisaciones de sus actores y los conflictos surgen de anécdotas, recuerdos y experiencias. De ahí surge ''una dramaturgia apasionada, coherente y esencial", señala un texto.
Para Michel, La isla es una de las obras más interesantes de Fugard y una de las más importantes de la dramaturgia de los últimos 30 años. El, agrega, escribió sobre su presente y fue hostigado por las autoridades racistas, quienes obstaculizaban sus puestas en escena y le negaban permisos para salir del país.
Interpretada en vivo y creada para esta obra, la música de La isla se inspira en la idea de ''Africa" para lograr una atmósfera esencial y otra de angustia e incomprensión del encierro. Entre los instrumentos hay kalimbas, marimboles, percusiones, guitarras, saxofones y clarinetes.
(La isla se representará en La Gruta del Centro Cultural Helénico todos los sábados, a partir del 3 de julio, a las 19 horas).
Restrenan Pepe y Valentina
Luego de que "los del Full Monty" le ''quitaran" el título y para evitar un conflicto, la actriz y directora Susana Alexander restrena Sólo para mujeres (y uno que otro curioso), pero ahora con el nombre de sus dos protagonistas, Pepe y Valentina.
Montada el año pasado con éxito, Alexander repone esta obra porque, considera, ''no hay que tirarlas a la basura, no en un país tan pobre como éste".
Esta obra, recuerda, ''habla de las alternativas de una mujer y de los miedos a un cambio, a la toma de decisiones". Trata sobre un ama de casa con su marido y su hija pero, de repente, a la heroína le llega un boleto de avión para un viaje y no sabe qué decidirá.
''A mí me gusta la valiente Valentina porque no es una vieja amargada y tiene una claridad meridiana", comparte Alexander, quien no deja de mencionar a la piedra y a la pared, objetos-sujetos de sus frecuentes monólogos.
(Pepe y Valentina estará en La Gruta todos los lunes, desde el 5 de julio, a las 20:30 horas).