Ginebra. El término de la primera fase de la globalización es ``el fin de la edad de la inocencia''. La nueva etapa parte del reconocimiento -gracias a crisis financieras, conflictos sociales y escepticismo popular- de que ``las fuerzas del mercado, como opción unifocal, no acabarán con la pobreza ni con colapsos económicos'', asegura el Nobel de Economía 1998, Amartya Sen, quien además afirma que la ``continuación del proceso es la democratización''.
El ameritado hindú, con maestrías del Trinity College, Cambridge y Lamont, reconocido profesor emérito de Harvard y diplomado de otras 40 universidades del mundo, radía optimismo en sus palabras, las cuales vaticinan que la economía global puede, tiene que adquirir un rostro humano, aunque piensa que éste no se obtendrá con actos aislados, como abolir la producción infantil de tapices, sino con cambios domésticos en los cuales los gobiernos inserten el componente social -el individuo, las comunidades- en la economía globalizada.
La entrevista con Amartya Sen se desarrolla en una oficina del Palacio de las Naciones, luego de que el Nobel de Economía participó en la 87 Conferencia Internacional del Trabajo con una ponencia sobre ``El trabajo y los derechos''.
La tesis que desarrolló: Las crisis financieras son penalidades para sistemas antidemocráticos. Ejemplificó: ``En la historia de países democráticos no ha asolado la hambruna''. Las crisis, de este modo, no han sido causa-efecto del proceso de globalización, sino que en la primera fase se tuvo un foco único: apertura del mercado y expansión de éste. ``Resultados espectaculares pero irrealistas'' que confluyeron en crisis y dan la gran lección: la economía global no se da en regímenes antidemocráticos y sin participación de individuos y comunidades.
Según Sen, la primera fase del proceso globalizador ha terminado. Se caracterizó por la expansión sin problemas aparentes de las economías, principalmente en Asia del Este y del Sureste, cuando bien se sabía que los problemas eran los sistemas financieros sin transparencia y de vínculos familiares con empresarios poderosos.
``He dicho que es el fin de la edad de la inocencia, porque las crisis ocurridas no serán nunca más ignoradas''. Si bien en esta fase la democracia no era capitalizadora, sino ejercicio de demanda de contados individuos, como Aung San Suu Kyi en Birmania (sic), y se le veía con escepticismo como parte esencial de la globalización, actualmente es tema central del debate político de la economía.
``La lección ha sido aprendida'', afirma, y cita experiencias de sus visitas y análisis de Corea del Sur, Indonesia, Tailandia, Birmania, Malasia... ``Toda la región ha tenido que reconocer que la democracia ha sido un catalizador''. Y no porque pretenda disculpar los efectos negativos de las políticas de las instituciones financieras internacionales, sino porque demuestra su punto de vista. El laureado de economía cita: ``La disciplina de reforma fiscal que el Fondo Monetario Internacional trató de imponer fue una necesidad debida a la falta de transparencia y de garantías de seguridad características de las economías de regímenes no democráticos''.
El sueño de la inclusión social
Nuevo milenio, nueva fase de la globalización; su clave: la democratización o, en las palabras de Sen, ``la globalización con ética''. La pobreza tiene impacto como lo tuvo en la primera fase, pero en esta segunda enfoca la prioridad del desarrollo y la inclusión social en la administración de los pueblos. Explicando su punto dice que los ingresos magros que dejarán de percibir los niños no harán más pobres a los pobres, porque se compensarán con programas masivos de alfabetización, de salud...''
¿Sueña el Premio Nobel? Es serio cuando responde que la primera fase de la globalización vino acompañada de un aterrorizante efecto para las clases sociales vulnerables, los excluidos de siempre. Ello explica el escepticismo de las ventajas y beneficios de la economía global. La segunda fase probará su eficiencia y ofrecerá la recompensa, porque ``no se ignora ahora el que se necesita una acción amplia y deliberada en apoyo a los cambios sociales y políticos, además de económicos, que transformarán esa atemorizante globalización en una realidad constructiva''.
Los países sin democracia se pondrán a la misma altura para llegar todos a una visión integrada que es la expectativa de la segunda fase de la globalización. ``Por eso me gusta la idea que se prohíba el trabajo infantil y al mismo tiempo se tome una decisión definitiva en la educación de los niños y la promoción de los valores sociales'', expresa.
Las mentes han cambiado en la comprensión de las fuerzas del mercado -dice quien ha dedicado más de 40 años de su vida en ello-, incluso las políticas de las instituciones. Cita el cambio del Banco Mundial que, por ejemplo, ahora invierte en el principal componente social: la educación.
-¿Ahora la globalización es estigmatizada? -pregunta la corresponsal.
-Lo ha sido -concede- por los malos resultados de la combinación de la globalización y erróneas políticas domésticas. Pero no es la globalización el problema, sino primordialmente la política nacional que promueve la exclusión social.
-Sen ha cambiado -comenta la corresponsal-. Indudablemente sigue abogando por la inclusión social y el empoderamiento de los pobres, pero ahora lo enriquece con la promoción de la que bien pudiera ser la apología del american way of life: altas tasas de empleo y baja inflación...
-Después de todo -dice sonriendo- Estados Unidos es el único país que produce 43 billones de ingresos, que tiene la más baja tasa de desempleo... pero es cierto, los pobres de ascendencia asiática o hispánica tienen por ejemplo tasas de mortandad más elevadas que en la India.
Estados Unidos está en el buen camino, no así Europa. Afirma que el llamado Viejo Continente tiene aún mucho trecho por recorrer, como en la promoción del empleo, en lo que no ha hecho lo suficiente; aún no reconoce que es un asunto político de importancia capital como lo ha hecho Estados Unidos. Los bancos centrales europeos, en su mayoría, aún centran sus políticas en una acción: baja inflación, y siguen demandando independencia del gobierno; en Estados Unidos, el Sistema Federal de Reserva prioriza simultáneamente baja inflación y bajo desempleo. ¿Otros temas? El de jubilación: en Estados Unidos no se fuerza el retiro del trabajador aunque no mantiene la adjudicación de pensiones a los 75 años, pero en Europa ello provocaría el debate, económicamente ilógico, de que extender la edad de la jubilación es cerrarle las oportunidades a las nuevas generaciones.
Y, antes de dar por terminado el encuentro, Amartya Sen destaca acciones que deberán tomarse en cuenta en el segundo paso de la globalización, bueno para Europa, bueno para el mundo entero: reconocer la importancia política del desempleo, porque empleo no es sólo razón de ingresos, sino de sobrevivencia; tomar en cuenta la macroeconomía; hacer más y más interesantes programas de expansión de empleos como subsidios; incrementar el nivel de ingreso de los pobres, y promover la tendencia comprensiva de los sindicatos mediante un buen entendimiento con gobiernos y empresas.