Marco Rascón
El quinto sol

Por tristeza de los protagonistas y duro golpe a la autoestima, no fueron revelados los resultados de la encuesta de la planilla inversa, pues el que paga impone, y Alduncin y Asociados (la empresa) fue contratada, para sustituir el entendimiento y no para hacer públicas las debilidades de los contratantes. El hecho de que la abrumadora mayoría no reconoció los resultados de la encuesta y que fue mayor el número de los que la rechazaron que los que eligieron justifica la causa del secreto contenido en el sobre lacrado, al igual que los pecados comunes, que llevaron a la anulación del 14 de marzo y que aún no son castigados.

El golpe a la autoestima está ahora acompañado de una nueva amenaza a la legalidad partidaria, ante el desaseo jurídico con el cual nuevamente registraron la planilla de la desconfianza, pues en sentido estricto, debieron registrarse los tres precandidatos en disputa por la cabeza, firmar un documento de compromiso y luego lanzarse a la dura prueba del espejo con Alduncin, nuestro oráculo de las derrotas, que nos vaticina ya un tercer lugar en las elecciones del estado de México. Si se confiaran entre ellos, en ese pacto, los perdedores de la encuesta se habrían sumado a la planilla del candidato ganador, pero como la costumbre es inversa, por puro patrimonialismo, primero es pactar y luego acomodar la legalidad a sus arreglos. ¿Cuál es la causa, el motivo de que el PRD deba pagar tantos costos por la ilegalidad de unos cuantos, que no conciben la existencia del partido, si ellos no lo dirigen? ¿Por qué tanta distancia entre el respeto a la legalidad y la política interna? A estas alturas, ya no se cuestiona la ambición desmedida y terca, sino la ineficiencia, el descuido, el desaseo.

La nueva violación está en puerta, si el servicio electoral y la Comisión Nacional de Garantías hacen otra interpretación benevolente, aceptando el registro de una nueva planilla fuera de tiempo y alegando una ``litis'' en que se pueden cambiar los 128 lugares de la planilla. Entonces se establecerá que desde el candidato a presidente hasta el último de la lista, todos tienen el mismo carácter de ``puesto'' o ``cargo'', lo cual los lleva a contradecirse y violar, ahora sí, claramente, el controvertido artículo 19 inciso III de los estatutos, pues en el alegato anterior la CNGV estableció como criterio, para el registro de García y Ortega, lo inverso: que la candidatura del presidente era distinta a las otras.

La planilla inversa tiene como sus candidatos a Humberto Zazueta y Jesús Zambrano; no tienen alternativa ante el camino inverso a la legalidad que han seguido. Amalia García y Jesús Ortega son parte de esta planilla, pero nadie más puede encabezarla, pues el registro se cerró el 15 de junio, y las modificaciones hasta el 30 de junio sólo pueden hacerse del segundo en adelante, pues otro candidato tendría avales distintos y, por tanto, es la solicitud de una planilla distinta, fuera de tiempo. La planilla 9 puede desaparecer si quiere, pero no se puede registrar una nueva, pues las planillas nacen, se desarrollan y mueren, por los avales conseguidos para los que las encabezan y son presentados en tiempo y forma. El servicio electoral carece de margen de discrecionalidad.

Ya no es tiempo para llenar los espacios con declaraciones huecas. El principal obstáculo del PRD es la desviación burocrática, por los puestos y cargos, que está dispuesta a llevar a todo un proceso a la derrota, simplemente por incapacidad y soberbia. Una planilla unitaria pudo surgir, si ellos hubiesen convocado bajo la simple oferta de declinar por ahora su pretensión de presidir al PRD, luego del profundo desgaste que tuvieron y que les confirmó la misma encuesta que contrataron.

Para el PRD es el momento, nuevamente, de rescatarse así mismo. Un ``quinto sol'' que sólo puede venir de la base del partido, donde se convoque a un proceso de reorganización general que culmine en un congreso lleno de acuerdos para la acción; de revitalización sobre la base de abrir y debatir los grandes problemas nacionales. Esta restructuración y el renacimiento del PRD deben frenar la viciada disputa por las candidaturas a diputados y senadores que ya está en marcha.

La unidad del PRD no puede ser al margen de la legalidad y por pactos cupulares de quienes caben en los cuatro lados de una mesa. El PRD debe ser abiertamente antineoliberal, y su ``programa mínimo'', comprometido con una alternativa económica incluyente para todo el país y con legisladores capaces de llevar adelante las reformas constitucionales y necesarias para modernizar la nación.

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