n Maniquea, la división entre moderados y ultras


Los independientes, factor que define y destraba en el CGH

Hermann Bellinghausen n Como recuerda uno de los incontables oradores en la sesión del CGH, hace muchas semanas, el comienzo de la huelga se ganó por dos votos; ahora, el primer paso hacia el diálogo se gana por tres. La polarización del movimiento estudiantil de la UNAM ha sido sostenida, relativamente inestable. Las corrientes tienen que ver, pero no del todo. El sector independiente, que sin haber conseguido una identidad grupal ha dado su verdadera identidad a la huelga, sigue siendo el factor que destraba, desempantana y define.

Ya los medios entronizaron la división moderados-ultras, pero la realidad no es tan maniquea. A la larga, fueron las corrientes las que sucumbieron al indiscreto encanto de las declaraciones públicas, en un principio tan sancionadas por la "conciencia colectiva" del CGH. Pero el fiel de la balanza se mantuvo abajo, aunque sin estarse quieto ni quedarse callado. Desde la coordinadora, la coalición y la red, sus voceros han hablado a título individual. A la postre, hasta el extremo, por así decir, izquierdo del Bul, ubicado en Políticas y Trabajo Social como principales bastiones, se vio obligado a conceder entrevistas, a la televisión incluso.

Estos últimos, y sus diversos aliados en muchas escuelas, vendrían siendo los derrotados de esta ronda. Y se les notaba. Desde el principio la vieron perdida, al traer la mayoría de escuelas el resolutivo de iniciar el diálogo sin condiciones, y por lo tanto, en breve; no obstante, dieron la pelea. Al final, su zona de influencia en el auditorio lucía apagada, en el reverso de la situación que vivieron el 14 de junio en el auditorio de Ciencias, cuando se impuso la línea de acción directa, o sea, el cierre de avenidas.

Y los "moderados" se las cobraban, triunfantes en esta ronda. Había chavas indignadas en el lado perdedor, al borde de las lágrimas. Una vez que se votó y volvió a votar, escuela por escuela, y quedó claro que 22 apoyaban el diálogo, y 18 no, aparecieron carteles de indignación: "Ya se vendió, ya se negoció", y "Pinches vendehuelgas". También se alzaban carteles diciendo "Diálogo ya", y "ƑQué parte del perdieron no entienden?".

A nombre del bloque ahora en minoría, Mario Benítez, de Economía, reconoce que el resultado es claro, y se manifiesta "ante todo por la unidad".

Del ala moderada alguien grita: "Así es la democracia". Una muchacha del bando inconforme replica, irritada: "La democracia burguesa".

Esta vez no hay música, ni teatro. No se escuchan rechiflas, y los insultos y descalificaciones han bajado de nivel, respecto de asambleas anteriores.

 

Expedición a San Lázaro

 

4:45 de la mañana. Una ligera y fría neblina. Ƒ Estudiantes ? Pesados, interminables, ruedan los vagones del tren de carga, a pocos metros del campus universitario de Iztacala. Chirrían sus agudos lamentos, alejándose. Entrechocan con estruendo cuando el tren frena. El CGH lleva reunido más de doce horas y aún no consigue votar. La mesa, amorfa como nunca, fue incapaz de sacar de la dispersión el debate, y hacia las 4 de la mañana fue remplazada.

La vida industrial del rumbo ya se despereza. No lejos, un cerro aparece sobre la noche, claveteado de altas antenas iluminadas. El ansioso pitido de otro tren surca Los Reyes Iztacala, y la ardua asamblea estudiantil inicia el último tramo de su maratón verbal y emotivo. A menos de 200 metros del gimnasio que sirve de auditorio, pasan los vagones de carga, unidos, haciendo ruido, rodando, llevándose los unos a los otros.

Pero si la mesa de conducción de debates ha sido, hasta ahora un lío, el cuerpo de seguridad de la ENEP anfitriona ha sido eficaz en repetidas ocasiones, evitando los desbordamientos, los panchos y las agresiones, dentro de lo posible. Piénsese que todos estos llevan dos meses viviendo prácticamente juntos. Y como dice Mateo Alemán en su Guzmán de Alfarache, novela picaresca, "terrible animal son veinte años". Esto, sin minimizar las provocaciones que llega a haber, como la agresión sufrida por la compañera María Ester Ibarra la noche del viernes.

Por más que los acusan de acelerados, a los cientos de huelguistas reunidos en el gimnasio de debates no se les ven ganas de inmolarse. Aunque las paredes hagan buches con la moción del destino. Tampoco muestran ganas de irse a dormir. Como quiera, en la madrugada los menos atrapados por la discusión ya duermen en las gradas superiores del local.

"Vamos a ver cómo se ve la gente sin mi", dice un chavo a otro, invitándolo a subir a las gradas, de donde, por cierto, los movimientos de la asamblea se ven mucho mejor.

Allá abajo una muchacha trata de convencer al pleno de su punto. En su elocuencia, se le quiebra la voz. De las filas traseras se ala un cartelito: "No te emociones, argumenta".

 

Cómo, cuándo y con quién dialogar

Las horas han transcurrido en los vericuetos de cómo van a encontrarse y con quién para dialogar, si será tal o cual día, y a qué hora. Que si va a entrar la televisión, que si en un local grande, que si Tv y Radio UNAM trasmitirán en vivo. Discuten si van a leer un documento o van a hablar con la comisión de rectoría, si los representantes estudiantiles tendrán capacidad de decisión o no, o en qué casos. El paquete de documentos a entregar en San Lázaro el próximo martes incluye el pliego petitorio, el formato de diálogo, y una "bitácora negra" de la que la primera parte de la noche no dejaron de hablar los asambleístas. Se trata del informe sobre agresiones y violaciones a los derechos humanos que los paristas han sufrido durante el conflicto, y de las cuales responsabilizan, en primer término, a las autoridades universitarias.

Hablan de los 13 representantes, aún no designados; de sus atribuciones y restricciones, como si se tratara de una columna de expedicionarios, o de astronautas que no deben salirse del guión aprobado por la asamblea, a riesgo de quedar perdidos en el espacio.

"El diálogo no es negociación", se esfuerzan en asentar los más renuentes, en el ala radical, una vez más del lado izquierdo de la sala de debates. Y advierten: "Si las autoridades tocan el formato, se baja a las asambleas". Lo consideran "innegociable".

Si durante las primeras 12 horas la mesa de debates se la pasó naufragando, el cartel que adornaba la mesa propiamente dicha no dejaba de burlarse de todos con puntería. Un diablillo rojo aparece orinando la tumba del rector y piensa en un globito: "Bienvenidos al infierno de la rebeldía".

Atrás, sobre el muro de ladrillo rojo, flanqueada por retratos del Che Guevara y el subcomandante Marcos, una manta cita a Mario Benedetti; "ƑQué les queda a los jóvenes? Sobre todo les queda hacer futuro, a pesar de los ruines del pasado y los sabios granujas del presente".

Entre los que tienen prisa por iniciar alguna clase de diálogo, y los que no tienen tanta, los asambleístas consumen las horas delineando el retrato hablado de una comisión, más o menos azarosa, pero que ciertamente los representará a todos en el palacio legislativo. El paquete de los expedicionarios: "Explicar por qué sigue la huelga", como lo expresa un estudiante de Ciencias:

 

Si gana uno, ganan todos

 

"Aquí no hay perdedores, sólo universitarios que quieren ganar la UNAM para todos", dice con voz potente una delegada del CCH Atzcapotzalco, al concluir la votación. Habla desde lo más alto de las gradas. Voces como la suya han dado el fiel de la balanza en los debates y las determinaciones.

Algunos de los sectores más interesantes y propositivos de esta huelga provienen de la UNAM "periférica". No les viene el saco de ultras, ni el de moderados. Las ENEP (en particular Zaragoza) y los CCH (en particular Naucalpan y Atzcapotzalco) han producido algunas de las voces más desinteresadas y articuladas de las últimas sesiones. Se ha tratado de delegados que respetan mucho sus respectivas asambleas.

Hacia la madrugada, después de un cambio de mesa de debates, la discusión entra en su fase definitiva. Un delegado de Atzcapotzalco pasa al frente para pedir "respeto entre todos, no gritos ni descalificaciones". Es de las pocas ocasiones que los bandos opuestos coinciden en un aplauso de aprobación.

Es válido decir que el fiel de la balanza en el CGH ya no depende de las corrientes, sino de las escuelas. Mientras Azcapotzalco y Zaragoza, por seguir con esos ejemplos, apoyan la postura de no condicionar el diálogo, Naucalpan y Aragón están en que sí. Los de Naucalpan, atormentados como son, se debaten en el intento de conciliar los extremos e insisten en que "las dos propuestas son lo mismo", sin convencer a nadie. Aunque con cierta rudeza, se les agradece el intento.

Para Ingeniería, una de las escuelas más decididas a iniciar pronto el diálogo, la comisión que acuda a San Lázaro "debe mostrar la madurez que ha alcanzado este CGH".

Desde las escuelas que pedían condicionar el diálogo, que en general sostienen posturas más "duras" (Políticas, Ciencias, Acatlán, Trabajo Social, Contaduría, Cuautitlán), se insiste en la máxima desconfianza: "No podemos llegar al diálogo con los pantalones bajados", alerta uno de ellos, de manera harto sugerente.

Una estudiante de Ciencias visiblemente derrotada, dice: "Ganamos esta. Espero que el próximo CGH no sea para decir que el diálogo que ofrecen no será público ni resolutivo". Y aprieta los dientes.

Otra vez de Azcapotzalco dicen por ahí: "Aquí nadie pierde ni nadie gana. Gana el movimiento".

Del ala donde predominan los ceuistas históricos, et.al sale el grito: "Diálogo, diálogo", cuando ya entran por los ventanales del gimnasio los primeros rayos del sol. Unos y otros hacen el esfuerzo por seguirse escuchando. Dice un estudiante: "Compañeros, si estamos en huelga es porque un desgraciado no nos quiso escuchar. Debemos saber escucharnos entre nosotros". Como quien dice, el diálogo comienza en casa.