Masiosare, domingo 27 de junio de 1999



Alianza opositora en Chiapas


Una necesidad
de sobrevivencia


Daniela Pastrana


``Si en algún lugar del país se justifica una coalición es en Chiapas'', sostiene el senador Pablo Salazar Mendiguchía, quien en mayo renunció a 26 años de militancia en el PRI y ahora busca encabezar una gran alianza opositora para ganar la gubernatura de la entidad. ``En otros estados la coalición es una alternativa estratégica en la búsqueda del poder. En Chiapas es una necesidad de sobrevivencia. La alianza sería el más importante mensaje que las fuerzas políticas le puedan mandar a la sociedad''

La alianza va, confía Pablo Salazar Mendiguchía. ``Hay un excelente clima'' para concretarla, dice optimista.

No habla en abstracto. En un mes, tuvo por lo menos seis reuniones formales con las directivas nacional y estatal del Partido del Trabajo.

Aunque por el momento los perredistas están concentrados en su contienda interna para renovar la directiva estatal, la cúpula de ese partido ya dio el aval a su candidatura.

Con el PAN, instituto político que tendría mayores resistencias, tuvo tres encuentros formales en el ámbito estatal.

``Hemos tenido largas sesiones que son verdaderos exámenes profesionales para mí, en las que el PAN me pregunta sobre sus preocupaciones legítimas, como mi posición frente a la lucha por la tierra y la relación Iglesia-Estado... Y no nos ha ido mal, incluso compartimos algunas experiencias y visiones tácticas de cómo ir construyendo la alianza, aunque están en la etapa de consultar a sus bases''.

-¿Afectarían las decisiones en el ámbito nacional?

-No creo. He visto en la dirección nacional del PAN el mismo interés que en la estatal por consolidar una coalición en Chiapas. Lo sé por contactos directos con la dirección y porque lo estoy viendo en Nayarit, Coahuila y ahora en Guerrero, donde para muchos sería imposible una coalición PAN-PRD.

Más allá de sus diferencias, dice el senador, ``a los partidos les queda clarísimo que si no participan en la coalición pagarán el costo de ser los responsables de que el PRI siga gobernando. Y creo que nadie lo quiere pagar''.

El candidato evangélico

Pablo Salazar no esconde su profesión en la Iglesia evangélica. Por el contrario, asegura que el principal atractivo de su candidatura es que es un fuerte impulsor de la tolerancia en la entidad.

``Hablo regularmente con los principales líderes de la Iglesia evangélica. Mantengo una relación de respeto y de mútuo afecto con la diócesis de San Cristóbal. Considero que tengo una buena relación con los obispos Aguirre, de Tuxtla Gutiérrez, y Arizmendi, de Tapachula'', presume.

Revela un dato: ``Hace unos días tuve una interesantísima cena privada, que duró más de tres horas, con el nuncio apostólico Justo Mullor. Platicamos por supuesto de Chiapas, de cómo incidir desde nuestros diferentes ámbitos para reducir las tensiones religiosas en el estado''.

``Hay un buen ambiente con las tendencias religiosas en torno a la coalición'', apunta.

Advierte acerca de lo peligroso que sería introducir el tema religioso en una campaña en su contra.

``Hubo un momento en que cometieron la torpeza y lo intentaron, no les fue bien y espero que hayan aprendido la lección. Es un elemento altamente explosivo en Chiapas''.

La reconciliación

El senador acepta la entrevista en la ciudad de México. Tiene buen ánimo. No se le nota cansancio después de un mes de precampaña (en la primera etapa, que termina el 15 de julio, habrá recorrido los 12 distritos de la entidad). ``La reacción de la gente es superior a la que yo esperaba'', dice.

``En cada municipio que visito hay una fuerte presencia de integrantes de la oposición y actores de la sociedad civil. Y lo que sigue sorprendiendo a muchos, a mí ya no, es que cada vez es más amplia la franja de priístas que se están sumando''.

Ese es el punto central de su oferta: la reconciliación.

``En Chiapas todos los temas nos dividen. Nos dividen los partidos, la política, la religión, la lucha por la tierra, las disputas gremiales. La gente ha caído en la indiferencia, si no es que en la amargura y la polarización. Pero el estado ya no aguanta más, hay que bajarle a la tensión social''.

Por eso, dice, su lema de campaña: ``500 días por la esperanza''. Porque ``nuestra realidad es avasalladora''.

Reconoce, sin embargo, que hablar de reconciliación en la entidad tiene su riesgo, pues el concepto se ha desgastado.

``Hay que recordar que por decreto el ex gobernador (César) Ruiz Ferro estableció en Chiapas lo que llamó el año de la reconciliación y la paz... y fue el año en el que ocurrió la matanza de Acteal. Y Albores comenzó su gobierno convocando a un acuerdo para la reconciliación... y en nombre de ésta se desmantelaron municipios autónomos y se mataron indígenas en El Bosque''.

El PRI

En el escenario del PRI hay tres aspirantes fuertes, dice Salazar:

El senador Sami David, quien hasta el 8 de mayo fue su compañero de bancada; el líder del Congreso local, José Antonio Aguilar Bodegas, quien presume de ser amigo de Emilio Gamboa, y César Augusto Santiago, de quien lo menos que se dice es que ``es un desarraigado''.

El resto -se mencionan por lo menos diez aspirantes- son ``fauna de acompañamiento''.

Salazar Mendiguchía evalúa: ``El candidato más sólido del PRI es Sami David. Con él, tenemos la garantía de que podría haber una campaña civilizada, ausente de confrontaciones, y una sana competencia''.

Garantía que no existiría, prevé el senador, con ninguno de los otros.

``César Augusto es un conspicuo mapache electoral, ampliamente conocido. Su presencia introduciría un elemento peligroso a la competencia, porque ante su falta de arraigo trataría de ganar la elección con todas las trampas en las cuales está doctorado''.

¿Y Aguilar Bodegas? ``Es un hombre lleno de amarguras y deslealtades, que introduciría los ingredientes de ruindad y bajeza. Además, nadie olvida que cuando fue candidato a la presidencia municipal de Tapachula, su equipo de campaña fue sorprendido llenando urnas en la feria y se anuló esa elección''.

-¿A quién le apuesta el gobernador?

-El candidato de Albores es Albores. El está trabajando para su causa, para ponerse todas las medallas posibles en Chiapas. Incluso ha expresado, en serio o en broma, que le encantaría postularse para el gobierno porque la constitución no se lo impide y porque los chiapanecos lo adoran.

-¿Puede?

-Lo ha dicho, pues. La constitución no impide que un interino pueda postularse para ser gobernador constitucional, pero sería un acto de temeridad que ninguna persona con sentido común podría permitir.

``Ahora, no recuerdo en muchos años un ejercicio de poder tan personalizado, tan autoritario y tan enfermizo como el que ejerce Albores en Chiapas. El poder es él. No le interesa la opinión de la sociedad. Y es el ombligo de las decisiones. Sólo hay que ver su propaganda: `En los Albores de un nuevo Chiapas, Albores cumple'''

-El gobernador en cambio presume de ser su amigo.

-Lo ha dicho en todos los ámbitos del poder, pero no es cierto. El y yo no somos amigos, nunca fuimos a la escuela juntos, nunca hicimos política juntos, no tenemos coincidencias, ni accidentales ni sustanciales, y su actitud frente a mi trabajo en Chiapas es de persecución y hostigamiento. Tengo cerrados prácticamente todos los medios locales, la radio, la televisión. Ese por supuesto no es un clima amistoso... Cuentan algunos periodistas que es común que el jefe de prensa del gobernador abra un cajón lleno de billetes y les diga supuestamente en broma: ``esta es la realidad, decidan ustedes si quieren esperanzas o realidades''.

¿Priísta prozapatista?

Desde mucho antes de renunciar al PRI, Salazar sabe que no es querido en Los Pinos. El propio presidente Zedillo le mandó decir varias veces, por conducto de Fernando Ortiz Arana y de los entonces secretarios de Gobernación Emilio Chuayffet y Francisco Labastida, que veía como deslealtad su posición en la Cocopa.

``Mis posiciones en favor de la paz, de un diálogo constructivo y de una cultura de cumplimiento de acuerdos fueron entendidas desde la óptica gubernamental como prozapatistas -recuerda-. Personalmente les dije que no soy zapatista, pero tampoco soy antizapatista, que seguramente es lo que ellos hubieran querido escuchar''.

-¿Cómo ve la candidatura de Labastida?

-Más que el candidato o precandidato Labastida, me preocupa el equipo que lo rodea. Adolfo Orive y demás son los que enredaron las cosas en Chiapas. Textualmente, Orive dijo al grupo Galileo que el gobierno federal no estaba buscando la paz en Chiapas, sino recuperar la conducción de los procesos políticos que habían perdido por andar jugando a la paz. Claro que me preocupa, el equipo de Labastida es una mala noticia para Chiapas.

-¿Qué tanto afecta a su candidatura la designación del contendiente priísta a la Presidencia?

-Ahorita tienen tantos fierros en la lumbre, tantos problemas de conducción política, su propio proceso de sucesión, que no han tenido tiempo de detenerse en Chiapas. Para ellos todavía falta mucho, pero seguramente en su momento van a meterse de lleno en Chiapas.

-¿Y los grupos locales?

-En Chiapas las fuerzas oficiales no se mueven, nunca se han movido, espontáneamente. Cualquier reacción que haya es inducida, manipulada, dirigida desde el gobierno.

Hasta ahora, dice, ha habido intentos aislados de cooptación de dirigentes de la oposición para frustrar la alianza.

``En cualquier partido van a encontrar resquicios por donde meterse y es lo que los partidos están tratando de impedir. Están cerrando filas todas las expresiones. Por eso empezamos este proceso de alianza con tanta anticipación, porque además de ganar, para el 2000 tendremos el doble reto de lograr que se reconozca el triunfo''.



Los pasos de
la alianza

- 14 de abril. En conferencia conjunta, líderes estatales de PD, PAN, PT y PVEM anuncian los primeros enlaces para promover una alianza electoral opositora ``sin menoscabo de nuestra propia identidad''.

-20 de abril. La alianza presenta ante el Congreso una demanda de juicio político contra el gobernador Roberto Albores y el presidente del Tribunal de Justicia, Noé Castañón León. Los acusan de violaciones ``flagrantes'' a la constitución política del estado, como la creación de instancias jurídicas ilegales para el programa de remunicipalización.

- 28 de abril. La alianza presenta una propuesta para la reforma electoral con 11 puntos. Entre ellos: candidaturas comunes, eliminación de candados para coaliciones, sobrerrepresentación en el Congreso local, y prohibición del uso de recursos públicos en las campañas.

- 6 de mayo. Convocan al encuentro Todas las Voces sobre la Ley de Derechos y Cultura Indígenas en el estado de Chiapas.

- 13 de mayo. La alianza se solidariza con el movimiento magisterial y hace un llamado urgente al gobierno del estado para que de inmediato atienda las demandas.

- 22 de mayo. En el encuentro Todas las Voces se rechazan las reformas constitucionales sobre derechos y cultura indígenas.

- 22 de junio. En la ciudad de México, los dirigentes del PRD, PANy PT en Chiapas hacen un pronunciamiento en apoyo a la coalición en el estado de Nayartit.



Números y escollos

¿Podrán PAN y PRD ponerse de acuerdo en temas como los derechos indígenas?

Gabriel Gutiérrez Avila, líder estatal perredista en Chiapas, explica: ``Ahorita no estamos lanzando una iniciativa, sino respondiendo a una ofensiva con la ley Albores. Pero es un inicio. Estamos poniéndonos de acuerdo en temas que nunca nos imaginamos''.

Gutiérrez se refiere al encuentro Todas las Voces, organizado por los partidos de oposición en San Cristóbal de las Casas, el 22 de mayo, en respuesta a la Ley de Derechos y Cultura Indígenas, impulsada por el gobernador. El encuentro, por cierto, tuvo impacto nacional gracias a los jitomatazos que grupos de auténticos coletos lanzaron contra Gilberto López y Rivas.

El asunto no es menor. La diferencia de culto entre católicos y protestantes ha sido utilizada por el gobierno para tratar de promover la iniciativa de Albores, explica Carlos Martínez García, sociólogo especialista en asuntos religiosos.

``En Chiapas hay varios grupos evangélicos -según el censo de 1990, 17% de la población profesa en esa religión-, muchos de ellos identificados con el PRI, a los cuales se les ha vendido la idea de que no aceptar la Ley de Derechos y Cultura Indígenas es abrir la puerta a la aplicación de ``usos y costumbres'', y eso, según los evangélicos, significa expulsión''.

Cuenta una anécdota. A principios de año, en el 25 aniversario del presbiterio tzeltal (equivalente a una diócesis de la iglesia católica) en la comunidad de el Corralito, acudió una comisión del PRI a explicar la iniciativa de Ley indígena. La presencia oficial no causó gracia, pero no porque fueran priístas, sino porque se trataba de un festejo religioso.

* * *

Formalizada el 14 de marzo por los dirigentes estatales de PAN, PRD, PVEM y PT, la alianza opositora se fraguó en dos frentes:

Por un lado, explica Gutiérrez, con la lucha poselectoral que se dio en Tonalá, Ocosingo, Huehuetán y Cintalapa. Y por el otro, con la fractura en el PRI que derivó en la renuncia de Pablo Salazar el 8 de mayo.

Había algunos antecedentes: La coalición PMS-PAN, que en 1987 ganó la presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez; la coalición PVEM-PT y PRD en San Cristóbal y la del. PT-PVEM-Frente Cívico en Villa Flores.

Entre PAN y PRD hubo acercamientos después de las elecciones de 1997, dice Gutiérrez, pero ``nos dividió Acteal''.

Ya entonces los número electorales comenzaban a pesar:

Hasta 1982, el PRI dominaba la entidad con porcentajes superiores a 95% de los votos. El PAN, como segunda fuerza, no superaba 3%.

En 1988, el Frente Democrático Nacional logró 6.6% y mandó al PAN al tercer sitio. El PRI se mantuvo con 90%.

El surgimiento del EZLN en 1994 fue el parteaguas en el comportamiento electoral de la entidad. Ese año, el PRI mantuvo la mayoría con menos de la mitad de su votación histórica (48%). Ya constituido, el PRD logró el 34% y el PAN 12%. También comenzaron a ganarse diputaciones y presidencias municipales.

En 1998, ``el gobierno manipuló el desastre por las inundaciones y la necesidad hizo presa fácil del voto comprado'', dice Gutiérrez.

Sin embargo, la suma de votos de la oposición superó al PRI, que no pudo rebasar los resultados del 94. ``Fue la pauta para plantear la alianza''.

* * *

A pesar de los buenos deseos de los dirigentes estatales, la alianza electoral para el 2000 no está asegurada. Al interior de los partidos hay resistencias de algunos grupos locales que buscan competir por la candidatura.

En el PAN se menciona a Enoch Araujo, ex presidente municipal de Tuxtla Gutiérrrez, y a Francisco Rojas, actual alcalde de la capital y miembro de una prominente familia panista.

En el PRD se habla del ex diputado Gilberto Gómez Maza (a quien destapó Porfirio Muñoz Ledo) y ``alguno de los Morales'', familia que tiene un ex diputado federal en Tuxtla en 97, un regidor en la misma capital, Placido, y un presidente municipal en Cintalapa.