* Demandaron que no haya religión homofóbica
La manifestación del orgullo lésbico-gay llegó hasta el Zócalo
Claudia Herrera Beltrán * No sólo dejaron el clóset. Llegaron hasta la Plaza de la Constitución y se apostaron frente a la Catedral Metropolitana tapizando la explanada del Zócalo de colores diversos de ''cómo pueden ser las preferencias sexuales''. Fue la primera vez, en 21 años, que la Marcha del Orgullo Lésbico-Gay se apoderó de un espacio ''de los grandes movimientos sociales'', gritaban.
Celebraron pero también hicieron pronunciamientos políticos. A unos pasos del lugar donde cada domingo oficia misa el cardenal Norberto Rivera demandaron que no haya una religión homofóbica y que la Iglesia católica los escuche; recibieron un mensaje especial del subcomandante Marcos y clamaron por un nuevo gobierno en el 2000 que los tome en cuenta, y termine con las violaciones a sus derechos humanos y atienda a los enfermos de sida.
Homosexuales, lesbianas, travestis, bisexuales, transexuales, transgenéricos... no importaron los nombres que los identifican, todos caminaron ayer por Paseo de la Reforma. Partieron de Chapultepec, hicieron una escala en el Hemiciclo a Juárez (su último destino en las anteriores marchas) y recorrieron Madero, la emblemática calle de las manifestaciones, hasta que se concentraron en un mitin en la explanada del Zócalo.
En recuerdo de la primera marcha lésbico-gay, la de Stonewall, Nueva York (1969) y la de México (1978), miles -que según los organizadores eran 30 mil y para la policía seis mil- se reunieron en la que llamaron la manifestación de fin de milenio y que no aceptó ya la palabra tolerancia que, según sus carteles, significa repudio disfrazado de buena voluntad.
Tan diversos como son, algunos colmaron las calles con su desnudez. Otros iban vestidos como vedetes, rumberas o religiosas. Las lesbianas vestidas, unas como ''machos'', y otras muy femeninas a la moda de las ''ladies''. Los homosexuales ''pesados'' iban de negro, con cadenas y ropa de cuero, por eso es que les llaman leathers.
Pertenecientes al ''mal llamado grupo de las minorías'', esta comunidad estrenó una nueva acepción, la de transgenéricos, lo ''más moderno en psicología'', según comentaba una activista de Ave de México, que los definió como aquellos que transgreden los roles tradicionales de lo masculino y lo femenino.
''Dios nos ama'', decía uno de los carteles del Grupo Génesis, que repartió volantes llamando a no ''sentirse ahogado'' por ser diferente y repudiado por la Iglesia. Y es que en esta ocasión una de las banderas de la protesta-festejo, fue la demanda a la Iglesia católica para que reconozca y no condene a los gays y lesbianas.
Ante las puertas de la Catedral Metropolitana, la diputada Patria Jiménez señaló que esperan que después de esta marcha, el cardenal Rivera responda a su petición de audiencia. ''Nos tiene que escuchar. Muchos nos reconocemos como católicos, como feligreses de esta Iglesia y merecemos que hable con nosotros'', explicaba la legisladora que llegó a la Cámara de Diputados apoyada por el PRD y por el PRT.
Caras conocidas se encontraban en la marcha, como la de la senadora Amalia García o la de la actora Jesusa Rodríguez quien, vestida como Sor Juana Inés de la Cruz, fue la maestra de ceremonias en el mitin, en el que no hubo personaje de la política y del catolicismo que no pasara por la guillotina de la crítica.
''No permitiremos que el pelón Salinas regrese al país'', tampoco que ''Zedillo nos siga fregando. Ni Foxes ni PAN'', exclamaba una emocionada Jesusa Rodríguez, que animaba a una multitud que mientras tanto paseaba sus diferencias: minifaldas, shorts, cabelleras de colores, medias, zapatillas, bocas pintadas, maquillaje y gasas negras o simplemente su normalidad.
Convocada por organizaciones como el Colectivo Sol, Musas de Metal, Círculo Cultural Gay, Icaro Gay, Fundación Arcoiris, el Clóset de Sor Juana, Unidad Punk Libertaria, Telemanita y Lesbianas Zapatistas, la manifestación también encontró espacio para las demandas de los universitarios en huelga y para los simpatizantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Así llegó un saludo del subcomandante Marcos, que los llamó a no ''esconder ni la preferencia sexual ni la rabia por la impotencia ante la incomprensión del gobierno y de un sector de la sociedad que piensan que todo lo que no es como ellos es anormal y grotesco. De qué tienen que avergonzarse, que se avergüencen quienes matan y roban impunemente siendo gobierno'', decía una parte del mensaje.
José María Covarrubias, del Círculo Cultural Gay, los invitó a unirse a la campaña para la despenalización del aborto, y se quejó de que los legisladores ya no quisieron discutir el tema para evitar problemas en las elecciones del 2000.
En zapoteco, Amaranta, del Colectivo Gay de Juchitán, Oaxaca, se pronunció porque las diferencias no sean motivo de exclusión e hizo un llamado a que trabajen juntos indígenas, discapacitados, maestros, estudiantes y todos aquellos que pertenecen a las consideradas minorías ''que no son minorías''.
Para Max Mejía, los homosexuales han puesto la cuota de muertos por el sida y por asesinatos homofóbicos, por atropellos policiacos, pero también han pagado impuestos ''y, sin embargo, el gobierno federal nos los ha devuelto con la exclusión'' de los programas de salud, de educación y laborales.
Cuando oscureció, los discursos políticos se acabaron y dieron paso a un concierto. Después, los manifestantes comenzaron a dispersarse mientras los paseantes habituales del Centro Histórico no sabían qué hacer. Al principio se escucharon rechiflas, que se convirtieron en silencio y miradas insistentes.