Yerma, en sus escenas decisivas

Yerma.- (Bajando la voz). Lo que usted sabe. ƑPor qué estoy yo seca? ƑMe he de quedar en plena vida para cuidar aves o poner cortinillas planchadas en mi ventanillo? No. Usted me ha de decir lo que tengo que hacer, que yo haré lo que sea, aunque me mande clavarme agujas en el sitio más débil de mis ojos.

Vieja 1Ű.- ƑYo? Yo no sé nada. Yo me he puesto boca arriba y he comenzado a cantar. Los hijos llegan como el agua. šAy! ƑQuién puede decir que este cuerpo que tienes no es hermoso? Pisas, y al fondo de la calle relincha el caballo. šAy! Déjame, muchacha, no me hagas hablar. Pienso muchas ideas que no quiero decir.

Yerma.- ƑPor qué? šCon mi marido no hablo de otra cosa!

Vieja 1Ű.- Oye. ƑA ti te gusta tu marido?

Yerma.- ƑCómo?

Vieja 1Ű.- Que si lo quieres. Si deseas estar con él...

Yerma.- No sé.

Vieja 1Ű.- ƑNo tiemblas cuando se acerca a ti? ƑNo te da así como un sueño cuando acerca sus labios? Dime.

Yerma.- No. No lo he sentido nunca.

Vieja 1Ű.- ƑNunca? ƑNi cuando has bailado?

Yerma.- (Recordando) Quizá... Una vez...

...

Yerma.- šY qué me vas a decir que ya no sepa!

Vieja.- Lo que ya no se puede callar. Lo que está puesto encima del tejado. La culpa es de tu marido. ƑLo oyes? Me dejaría cortar las manos. Ni su padre, ni su abuelo, ni su bisabuelo, se portaron como hombres de casta. Para tener un hijo ha sido necesario que se junte el cielo con la tierra. Están hechos con saliva. En cambio, tu gente no. Tienes hermanos y primos a cien leguas a la redonda. Mira qué maldición ha venido a caer sobre tu hermosura.

...

Vieja.- Cuando se tiene sed, se agradece el agua.

Yerma.- Yo soy como un campo seco donde caben arando mil pares de bueyes y lo que tú me das es un pequeño vaso de agua de pozo. Lo mío es dolor que ya no está en las carnes.

Vieja.- (Fuerte). Pues sigue así. Por tu gusto es. Como los cardos del secano, pinchosa, marchita.

Yerma.- (Fuerte) šMarchita, sí, ya lo sé! šMarchita! No es preciso que me lo refriegues por la boca. No vengas a solazarte como los niños pequeños en la agonía de un animalito. Desde que me casé estoy dándole vueltas a esta palabra, pero es la primera vez que la oigo, la primera vez que me la dicen en la cara. La primera vez que veo que es verdad.

...

Juan.- (Acercándose). Piensa que tenía que pasar así. Óyeme. (La abraza para incorporarla). Muchas mujeres serían felices de llevar tu vida. Sin hijos es la vida más dulce. Yo soy feliz no teniéndolos. No tenemos culpa ninguna.

Yerma.- ƑY qué buscabas en mí?

Juan.- A ti misma.

Yerma.- (Excitada) šEso! Buscabas la casa, la tranquilidad y una mujer. Pero nada más. ƑEs verdad lo que digo?

Juan.- Es verdad. Como todos.

Yerma.- ƑY lo demás? ƑY tu hijo?

Juan.- (Fuerte). ƑNo oyes que no me importa? šNo me preguntes más! šQué te lo tengo que gritar al oído para que lo sepas, a ver si de una vez vives ya tranquila!.

Yerma.- ƑY nunca has pensado en él cuando me has visto desearlo?

Juan.- Nunca.

(Están los dos en el suelo).

Yerma.- ƑY no podré esperarlo?

Juan.- no.

Yerman.- ƑNi tú?

Juan.- Ni yo tampoco. šResígnate!

Yerma.- šMarchita!

Juan.- Y a vivir en paz. Uno y otro, con suavidad, con agrado. šAbrázame! (La abraza).

Yerma.- ƑQué buscas?

Juan.- A ti te busco. Con la luna estás hermosa.

Yerma.- Me buscas como cuando te quieres comer una paloma.

Juan.- Bésame..., así.

Yerma.- Eso nunca, nunca. (Yerma da un grito y aprieta la garganta de su esposo. Este cae hacia atrás. Le aprieta la garganta hasta matarle.