Dirigida por Manuel Montoro
Blanca Guerra enfrenta airosa el desafío lorquiano en Yerma
Mariana Norandi n En el teatro existen infinidad de retos, pero uno de los más difíciles de alcanzar y lograr con éxito es representar en un escenario alguna obra del gran poeta y dramaturgo Federico García Lorca. Pero si aún se quiere desafiar más la capacidad y el talento, entonces hay que adentrarse en la cuarta obra del autor andaluz: Yerma. Tal hazaña la acepta y dirige Manuel Montoro, que rodeado de un buen reparto, la lleva al Teatro Rafael Solana del Centro Cultural y Social Veracruzano.
Yerma, interpretada en esta ocasión por Blanca Guerra, es una esposa joven que sufre una maternidad frustrada. A causa de esta incapacidad, o como excusa de la misma, la protagonista se rebela contra todo y contra todos, hasta acabar estrangulando a su esposo (Salvador Sánchez), obstáculo de su liberación.
Esta obra fue estrenada el 29 de diciembre de 1934 en el Teatro Español de Madrid, interpretada por Margarita Xirgú, y ante la presencia del autor. Xirgú dejó el nivel muy alto para cualquier actriz que la sucediera, pero Blanca Guerra no sólo se mete en el papel sin excesivos problemas, sino que, además, lo nutre de su propio estilo, rescatando de este polémico personaje toda la esencia lorquiana, que va desde el olor a olivo al más "jondo" grito de rebeldía. Tal actuación va evolucionando hasta llevarnos a una catarsis interpretativa, en el monólogo, que de rodillas y emocionada, recita al principio del segundo acto, ganándose así el indiscutible protagonismo, tal como lo ideó Lorca.
Aunque la tragedia gira alrededor de Yerma, no hay que restarle importancia a los otros personajes. Salvador Sánchez, a diferencia de los hombres de carácter fuerte que suele interpretar, esta vez capta perfectamente la debilidad e inseguridad que el dramaturgo plasmó en su papel de esposo: "si pongo un hombre de pelo en pecho, me ahoga el drama de Yerma. El marido es un hombre débil y sin voluntad. No lo he querido presentar de otra manera, porque hubiese sido desplazar el drama de la protagonista". Habría dicho el autor granadino.
Otra actuación destacada y estelar en la obra es la de Graciela Döring, que interpreta a la Vieja Pagana. Este personaje, que en su momento fue duramente criticado por los sectores más católicos y conservadores de la sociedad española, recupera hoy su amplia concepción lorquiana: la de una conciencia crítica de mujer liberada, que la actriz interpreta invocando el verdadero espíritu del personaje.
El decorado es sobrio y sencillo, pero muy representativo de la escena andaluza; el vestuario, especialmente el masculino, se aleja un poco más de la realidad de esta región, pero lo que se mantiene con absoluto respeto a la obra original es el texto de la tragedia poética, condición fundamental para tratar a Lorca.
Esta es una excelente oportunidad, que nos brinda la Universidad Veracruzana para adentrarnos en el apasionado y profundo mundo de este gran escritor, máximo exponente de la tragedia contemporánea.
Funciones: Viernes, 20:30; Sábado, 19:00; Domingo, 18:00
Boleto: 120 pesos
Duración: 1 hora y 50 minutos
Teatro Rafael Solana: Miguel Angel de Quevedo 687, Coyoacán. Tel. 55 54 16 33. No hay bar