El tema no deja de ser interesante porque supone planeación, recursos, un poco de imaginación y esa coordinación indispensable entre todos los sujetos que habrán de participar en la ejecución del proyecto.
En otros tiempos la opción era montaña o playa. Quizá no tanto en México, un poco más en Estados Unidos o en Europa. Por aquí somos esencialmente playeros. Eso explica que los proyectos presidenciales para pasar a la historia... turística hayan sido Veracruz, en tiempos remotos; Acapulco, con Miguel Alemán; Cancún, con Echeverría, y Huatulco, con Miguel de la Madrid. Las preocupaciones turísticas de José López Portillo tuvieron otros aires y para Salinas de Gortari la Verde Erin, aunque no parece que la decisión haya sido esencialmente vacacional.
Lo cierto es que nos encontramos en Cancún. Una vieja inversión en abonos en eso que llaman ``tiempos compartidos'' nos permite año con año pasar teóricamente dos semanas en este lugar. El proyecto era familiar y pensando en las vacaciones de los nietos contratamos la última semana de junio y la primera de julio (más o menos), pero alguna decisión política de años atrás nos echó a perder el plan al cambiar las vacaciones escolares. Y ahora contamos con espacios que no utilizamos. Lo que son las cosas.
Menos mal que Carlos y su familia, a quienes se debió la idea original, tienen otro par de semanas y coincidimos en la segunda nuestra y primera de ellos.
Este Cancún tiene muy poco de mexicano. El conjunto en que tenemos nuestros cuartos forma parte de un grupo impresionante, en lo que llaman zona hotelera, con un mantenimiento perfecto y todos los servicios que se pueda uno imaginar... pero en inglés. Aquí los extranjeros somos nosotros.
Los gringos son gringos, pero a veces no tanto. No faltan portorriqueños, cubanos de Miami y mexicanos remotos. En términos socioeconómicos parecerían pertenecer a una clase media bastante media pero que, en términos de ingreso, sobrepasan con exceso a nuestros clasemedieros altos, quizá no tanto en educación y buenos modales.
Lo que sí hay que reconocer es el sentido del humor y la gracia sin prejuicio de estos vecinos. Hoy en el desayuno había dos gruesos y maduros comensales de posible origen mexicano, entrándole a alguna omelette más que compuesta, haciéndose taquitos con tortillas de maíz. Ambos, notablemente fortachones (o abundantes de calorías, tal vez) y uno de ellos con una camiseta que me pareció deliciosa, con algún dibujo que no recuerdo y tres palabras: comer, dormir y golf. Toda una filosofía de las vacaciones american way of life.
Faltaron, tal vez, dos complementos: beber y otro, que tiene la característica de ser ejercicio de notable éxito.
Claro está que para ejercicios, Cancún está que ni pintado. Toda la zona hotelera es, en rigor, una pista de jogging y abundan los maduros que despiertan la mañana trotando a un ritmo razonable, yo entre ellos. Por la tarde, un intento de jugar al tenis resulta espeluznante cuando se ha tenido la oportunidad de ver a los viejos McEnroe y Connors en los torneos de veteranos. Y no digo los intentos de jugar al golf, que es una de mis debilidades burguesas (dicen mis amigos que soy marxista, leninista, golfista), para lo que Cancún se presta de maravilla, aunque eso de que se presta es un decir.
Tomar vacaciones, sin embargo, es casi un deber. Porque vivir normalmente con cuatro o cinco -en el mejor de los casos- horas de sueño, no es nada recomendable. Y aquí, en Cancún, aprendo a dormir de nuevo. Leo, hago deporte y lo que es más importante: descubro de nuevo la relación familiar. No es poca cosa.
Pero hay un problema fundamental. En muchos kilómetros a la redonda no hay periódicos. La Tv está diseñada para EU. El problema es que no tengo ni idea de lo que pasa en México. Pero, tal vez, eso es lo mejor.