EL TONTO DEL PUEBLO Ť Jaime Avilés
UNAM: Zedillo a la carta

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Bastó que Las Cabras, el nuevo semanario político de Tecamacharco, dedicara la portada de su número uno a Alejandro Echevarría, alias el Mosh (sábado 19), para que al día siguiente (domingo 20), Proceso estampara en su carátula una foto de "los ultras", que desató un debate nacional sobre el tema. El lunes 21, El Noticiero de Guillermo Ortega Ruiz, en Televisa, aprovechó la circunstancia para dictaminar que "los ultras son militantes o simpatizantes de todas las organizaciones de izquierda (šAaaah!), de tendencia comunista (šOoooh!), que actúan en la UNAM", y suministró enseguida un rosario de siglas, que iban desde el PRD (šUuuh!) hasta el último membrete "antimenchevique", si lo hubiera.

Mientras tanto, en la asamblea plenaria del Consejo General de Huelga (viernes 18 y sábado 19), la ultra perdió todas las votaciones. Siendo como es un movimiento en el que la edad promedio oscila entre 17 y 20 años, la mayoría cambió radicalmente de opinión y se manifestó por el diálogo con Barnés, pero ya. Así, quienes en el CGH del lunes 14 se habían deslumbrado con los discursos entre cachondos e incendiarios de "la izquierda más allá de la izquierda" (para decirlo de una manera etimológica), aprobando el bloqueo de las principales arterias del Distrito Federal, tuvieron sensibilidad para comprender, en masa, que la medida (ridículamente ejecutada) no le gustó a nadie. De tal suerte concluyó, el sábado 19, lo que ahora se conoce como "la semana roja de la huelga", que ha permitido, según la ingeniosa expresión de la ultra, el "regreso de la huelga light".

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Por incapacidad mental para percibir el hecho, o por complicidad con el régimen (Ƒusted qué cree?), la televisión no reflejó este cambio, dos periódicos lo hicieron débilmente y los demás no lo tocaron siquiera. En virtud de esta pésima cobertura de la huelga en la UNAM, el doctor Barnés, el doctor Zedillo y los licenciados Carrasco y Labastida no se enteraron a tiempo de la noticia (es probable que todavía no lo sepan), y en vez de responder con señales de buena onda para saludar la renovada voluntad de diálogo de los jóvenes, el presidente, el rector, el secretario de Gobernación y el precandidato presidencial de los tres dejaron a un lado su autoritarismo light para hacer política, ellos también, como ultras.

La "semana verde dólar" de la ultraderecha puso en práctica un esquema de ataque inspirado en las "proezas" que la OTAN realizó en Yugoslavia. El propio lunes 21, el comando general de la guerra contra los chavos mandó por delante a sus más temibles bombarderos: Abraham Zabludovsky, Rosa María de Castro, Guillermo Ortega Ruiz y Javier Alatorre (y la avioneta de Canal 40, que despegó después). Estos dispararon sus proyectiles día y noche sobre el campus de la UNAM, haciendo blanco en algunos ultras, es cierto (uno de ellos, sacado a balcón, declaró para Televisa: "La ultra es un mal necesario"), y dejando algunos "daños colaterales" (destruir la voluntad de diálogo de los jóvenes, por ejemplo) que no surtieron el efecto buscado por el régimen, pues la reunión entre el CGH y la Rectoría comenzará este martes pese a todo.

Bajo el bombardeo propagandístico de las teleras, el equipo del rector en combinación con Televisa, coordinó una campaña de cacerolismo el miércoles 23 ("si estás contra la huelga prende las luces de tu auto"), que sirvió al mismo tiempo para "desagraviar" al Periférico Sur, evocando al Díaz Ordaz que en 1968 "desagravió" a la bandera en el Zócalo. En este clima de histeria, Gobernación declaró que el conflicto en la UNAM era "asunto de seguridad nacional", insinuando que podría intervenir el Ejército.

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El malestar que estas palabras causó en los círculos que gobiernan al "gobierno", dio paso a una veloz rectificación y la oficina de Diódoro Carrasco aclaró que la huelga es asunto de seguridad "pública", sugiriendo entonces que podrían intervenir los granaderos. Ante la sonrisa que estas nuevas palabras dibujaron en los labios de las autoridades de la ciudad de México, Cuauhtémoc Cárdenas pintó su raya: la UNAM es territorio federal, por lo tanto, no puede entrar la policía capitalina. Y, vencida, Gobernación cerró el sainete al "descartar el uso de la fuerza pública federal", es decir, el Ejército, la Marina, la Aviación y la PGR.

Ante la visible desorganización mental de quienes administran esta caótica ofensiva, el doctor Barnés se convirtió el jueves 24 en un fogoso orador de plazuela. En un mitin relámpago que congregó al Pantheón de la derecha académica y a los empleados de confianza que sirven a la élite de su muy personal burocracia, habló en voz alta para que sus palabras se escucharan en Los Pinos, en el Banco Mundial, en el FMI, en el BID, en Gobernación y en la casa de precampaña de Labastida. Trémulo de goooyas, Barnés aseguró que no discutirá las reformas neoliberales que José Sarukhán aplicó en 1997, cumpliendo las estrictas condiciones que el BID le impuso al "gobierno" de México en 1995, antes de otorgarle un crédito por 50 millones de dólares destinado a la modernización de los laboratorios y otras instalaciones de la UNAM.

Heredero de este compromiso, que de hecho lo sentó en la oficina mayor de la Torre de Rectoría, Barnés fijó así la postura que llevará al diálogo con el CGH en la Cámara de Diputados, anticipando que tampoco aceptará la exigencia de organizar un Congreso Universitario (que, a estas alturas, para él, sería ya un honor inmerecido). Y entonces, cuando las aguas empezaban a aclararse, subió a la palestra el doctor Zedillo, y queriéndolo o no, en forma calculada o en un gesto espontáneo, no se sabe, metió un sorpresivo autogol en las redes de la administración que él mismo encabeza, al decir ayer viernes: "Llegó el momento de respaldar a nuestra máxima casa de estudios ante el grave daño que está sufriendo".

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Para celebrar esta declaración presidencial, con mucho la mejor del sexenio, el número 2 de Las Cabras dedica la mitad de su portada a la mitad del rostro de Zedillo, mientras en la otra mitad aparece un sobre de correo con un rótulo que anuncia: Carta a la Nación en Defensa de la UNAM. Un subtítulo en letras más pequeñas intenta vender "Instrucciones para Levantar la Huelga".

En su fervoroso editorial, Serapio Bedoya, director de la revista, interpreta que "al denunciar ante el país y ante el mundo que la UNAM es víctima de una brutal agresión, como lo dijo en Chihuahua el jueves, el Presidente envió un mensaje inequívoco a la Casa Blanca, y a los centros del poder financiero en Wall Street y en Europa, señalando entre líneas que ya no puede mantener en vigor el compromiso que contrajo con el BID al inicio de su sexenio, y que ha llevado a la más importante universidad del país al estado de miseria en que hoy se encuentra. Sin embargo, en el párrafo más destacable de su arenga ante el Colegio de Ingenieros, ayer viernes, el titular del Ejecutivo uso un tono enérgico pero sereno para advertir que ha llegado el momento de respaldar a la UNAM ante el grave daño que está sufriendo. Y el origen de ese daño se localiza en el bajísimo presupuesto que la Secretaría de Hacienda otorgó a la UNAM en 1999, equivalente a uno por ciento del presupuesto federal destinado al rescate bancario".

Más adelante, el editorial de Las Cabras añade: "Zedillo tiene la oportunidad histórica de reparar este daño. Sólo necesita adherirse a la Carta a la Nación en Defensa de la UNAM, que un grupo de distinguidas personalidades publicó en La Jornada el pasado viernes 18, y que exhorta al Presidente de la República y al Congreso de la Unión a aprobar un presupuesto de emergencia (precisamente) para la UNAM, una iniciativa que Zedillo está en óptimas condiciones de poner en práctica. Si el miserable presupuesto que hoy ejerce la UNAM fue diseñado tras la caída de los precios internacionales del crudo, ese factor ya no existe. La cotización del barril de petróleo mexicano se ha ido para arriba y el dólar está 50 centavos más barato que a principios de año. El Ejecutivo carece de pretextos para no atender esta sensata demanda. Si la desdeña, si persiste en ignorarla, su discurso no será sino otra forma de amenaza encubierta y demagógica, inspirada en la acción desnacionalizadora que ha caracterizado a su ''gobierno'', desde el 1 de diciembre de 1994.

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ƑQué dice la Carta a la Nación en Defensa de la UNAM? Al rector y al Consejo Universitario les pide "un compromiso firme de abrir espacios de debate para el diálogo de los principales problemas, garantizando que las soluciones de mayor consenso serán puestas en práctica".

Al CGH, "un voto responsable para levantar la huelga, en correspondencia con el compromiso de las autoridades arriba señalado". A los académicos, "aumentar su participación en el movimiento de defensa de la UNAM y a actuar en los espacios de diálogo que se organicen". Al STUNAM lo convoca a "aportar su experiencia en la solución del conflicto". Al Presidente de la República y al Congreso de la Unión los exhorta a "aprobar un presupuesto de emergencia para la UNAM, garantizar en adelante un presupuesto acorde con la importancia de la educación pública en todos sus niveles, y a rechazar presiones internas y externas que chocan con el derecho de todos a la educación".

Al gobierno del Distrito Federal lo alienta a "no ceder ante las presiones de corte represivo, y contribuir a aliviar el problema financiero" de la institución (cosas, ambas, que Cárdenas ya ofreció). A los partidos políticos, a "dar una importancia central en sus programas de gobierno a las políticas de empleo y educación". A los medios de información los llama a "detener la campaña de desprestigio contra la UNAM y contra las demás universidades públicas". Por último, a la sociedad civil la convida a "exigir al gobierno la solución pacífica de los problemas". Al publicar esta carta íntegra, Las Cabras se adhiere plenamente a su contenido, y llama a sus lectores a obrar en consecuencia".

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En su amplia sección internacional, Las Cabras inserta un análisis de su corresponsal en Venecia, que explica la nueva configuración del Parlamento Europeo, con una pesada mayoría a favor de la derecha.

 

Ganó la idea de la Guerra Humanitaria

 

Sergio Zulian, corresponsal, Venecia, 25 de junio * Por lo que se refiere a las elecciones europeas no es tan sencillo lanzarse en interpretaciones lineales. Seguramente ganó la derecha en toda Europa, pero sobre todo parece que ganó la oposición, que es obviamente casi toda de derecha. Para los Centros Sociales de Italia, la lectura es que "la izquierda de gobierno" perdió (y bien se lo merece), pero también perdieron las otras izquierdas que se opusieron a la guerra en los Balcanes (en Italia, Refundación Comunista retrocedió mucho).

Al parecer ganó la idea de la guerra humanitaria, y esto explica la victoria de los Verdes franceses que subieron diez por ciento. En Italia ganaron Berlusconi y la Lista Bonino (que no es un apodo de Emma Bonino, líder de una corriente del antiguo partido radical que apoyó con entusiamo los bombardeos de la OTAN).

Pero lo más curioso es que, siempre en Italia, ganó también el nuevo Partido de los Democráticos, que encabezan el ex primer ministro Romano Prodi y el alcalde de Venecia, Massimo Cacciari. Los Verdes perdieron mucho en toda Italia, pero en Venecia, caso prácticamente único, ganaron. Esto confirma que triunfó la línea del vicealcalde Gianfranco Bettin, que fue a Belgrado a denunciar tanto a la OTAN como a Milosevic, y abrió su política a los Centros Sociales del Nordeste, y a la sociedad civil en general, para fundar un nuevo sujeto de izquierda radical pero no "verdecomunista", abandonando la idea del viejo partido ecologista cerrado a temáticas sociales más complejas.

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