n Maquiladoras juarenses
Anapra, ciudad marginal donde se recluta mano de obra barata
Fabiola Martínez, enviada /III y última, Ciudad Juárez, Chih., 19 de junio n A unos cuantos kilómetros de los puentes que conectan esta ciudad con El Paso, Texas, se inicia un camino de veredas arenosas en cuyo extremo se levanta Rancho Anapra, una de las zonas marginadas de la periferia juarense, sin agua y con escasa electrificación.
La mayoría de los habitantes de esta zona son obreros de la maquila o población desempleada o subempleada, quienes con la esperanza de encontrar un futuro mejor o ''brincarse'' a Estados Unidos, llegan aquí procedentes de diversas entidades del norte, centro y sur del país, así como grupos indígenas mixtecos y tarahumaras.
En Anapra se han levantado cientos de casas de cartón, lámina y algunas de material prefabricado, y según cuentan los vecinos del lugar, prácticamente las han trepado en los pequeños montes y lomas de arena, sobre terrenos secos atestados de escombros, autopartes oxidadas y basura. Sin embargo, lo accidentado de los caminos no es impedimento para que hasta acá lleguen los autobuses suburbanos de ''transporte de personal'' que alquilan los empresarios de la industria maquiladora de exportación.
Higinio Barrio, integrante del Centro de Investigación y Asesoría Laboral de Ciudad Juárez, explica que ''con el transporte a estas zonas marginadas, los empresarios garantizan puntualidad y asistencia de los miles de obreros de la maquila, quienes destinan todas sus energías en la línea de producción''.
La ciudad crece cada vez más hacia este lado, pero con paracaidistas que no encuentran otra opción de vivienda por la precariedad de sus salarios (mínimos, en su mayoría) y forman asentamientos irregulares de escasas oportunidades de desarrollo para sus hijos ''los que seguramente repetirán la ocupación en las fábricas''.
En Rancho Anapra tampoco hay centros de salud y mucho menos alguna clínica del sector público; apenas hay un par de médicos particulares ''que cobran caro y es difícil encontrarlos'', cuenta una joven ama de casa de origen duranguense, cuya hija pequeña se quemó ayer la mano y tuvieron que viajar una hora al centro de la ciudad para buscarle atención médica.
Maraña de diablitos
A pesar de las constantes promesas para la regularización de estos predios -que por cierto ya originó diferencias entre el gobernador Patricio Martínez y el alcalde panista de Ciudad Juárez, Gustavo Elizondo- las condiciones no mejoran, dicen los habitantes del lugar. Por ejemplo, una maraña de cables cuelga de cada poste de alumbrado público agarrados con ganchos o diablitos, ''y cuando se va la luz, todos salen a los postes para cuidar su cable'', comenta Barrio.
Una obrera de la maquila que por las tardes atiende una pequeña miscelánea, improvisada como muchas en la puerta de las casas de madera o cartón, señala que el terreno en donde vive le costó a su esposo 15 mil pesos y que de ahí no se moverán aunque ''los fríos y las polvaderas estén tremendas. Yo le dije a mi marido que estaba muy caro en 15 mil, porque no dan papeles ni nada; la señora que los vende dice que ya mero meten el agua y que pronto vendrán los del municipio a regularizar'', expresa.
Y es que, explica el activista sindical, ya empieza nuevamente el pleito en torno a la regularización de esta zona, a la que líderes políticos locales seguramente utilizarán una vez más para allegarse de votos.
Mientras tanto, se acercan las dos de la tarde y vuelven a rondar en estas calles arenosas, entre carros chocolate y pipas de la Junta de Aguas del municipio, camiones verde pistache de ''transporte de personal'' que tardarán más de media hora en llegar a las maquilas para que los obreros chequen a tiempo en el segundo turno.
En una de las veredas empinadas, un grupo de niños y señoras retiran voluntariamente con palas y láminas el lodo que se formó por el aguacero de la víspera, como una forma eficaz de parar a los vehículos que pasan a vuelta de rueda por ahí y pedir a los conductores una cooperación. Más adelante, se alcanza a ver un letrero colocado por las autoridades locales, que ya parece ocioso: ''Se castigará con cárcel a quien tire basura''.