n Encuentro con líderes empresariales, obreros y políticos de oposición


No habrá crisis de fin de sexenio, dice el presidente Ernesto Zedillo

n Prevé inflación de un dígito en el 2000 y balance fiscal equiparable a uno por ciento del PIB

Rosa Elvira Vargas n Porque la gente "tiene memoria", y sabe que las crisis de cambio de gobierno en México acaban traduciéndose en "incertidumbre, inestabilidad y deterioro de los niveles de vida", el presidente Ernesto Zedillo aseguró ante los líderes de las cúpulas empresariales, industriales, dirigentes obreros e incluso políticos de la oposición como Manuel Camacho Solís, que se esforzará y hará lo necesario para que la transición del 2000 no esté marcada por el retroceso ni por el desánimo social.

En varias ocasiones, a lo largo de 50 minutos, el mandatario mostró sus empeños por conjurar el fantasma de la crisis fin-sexenal. Ilustró para ello con los más diversos indicadores económicos que se han obtenido en el país, como resultado de "un programa fiscal disciplinado". De hecho, aventuró que para el próximo año podría lograrse una inflación de un dígito, lo mismo que un balance fiscal equivalente a uno por ciento del PIB (el de este año será de 1.25).

zedillo y gurr’a.pinos Otro propósito para el final de su mandato, comentó el mandatario, consiste en dotar a la economía del "blindaje financiero" necesario respecto de las obligaciones externas, a través de los acuerdos correspondientes con los organismos multilaterales, y lograr así "una situación francamente cómoda" para los próximos dos años.

Y tales medidas se imponen, comentó, porque cada vez que el país ha tenido un "episodio traumático" ųcrisisų, al mismo tiempo "nos hemos encontrado con que México tiene enormes vencimientos de obligaciones" en moneda extranjera. Recordó entonces que a su llegada a la Presidencia tales vencimientos eran del orden de los 44 mil millones de dólares de deuda directa, y "eso no nos puede pasar de nuevo", acotó.

El comentario unánime, en el salón que reunió a más de mil 500 comensales para el cambio de dirigencia del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), fue que las detalladas exposiciones sobre los logros económicos de esta administración llevaban el interés de refutar las declaraciones del fin de semana, formuladas por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari.

De este modo, cuando consideró que si se mantiene el desempeño de la economía para éste y el próximo año, podrá cumplirse la expectativa de tener un crecimiento promedio de 5 por ciento entre 1996 y el 2000, el jefe del Ejecutivo dijo con visible orgullo que "habrá que ir muchos años atrás para recuperar un quinquenio en el cual nuestra economía haya crecido a esa tasa''. Zedillo, que improvisó su mensaje, fue también contundente al asegurar que "el elemento fundamental de la fortaleza'' que hoy tiene la economía ha sido, "sin duda'', el manejo "ordenado, disciplinado, realista de las finanzas públicas'', ya que sin tales condiciones todas las demás tareas económicas se frustran.

Planteó también que las crisis sexenales generalmente han coincidido también con un "severo desajuste'' de las cuentas con el exterior. En 1994, apuntó, la economía tuvo un déficit en cuenta corriente superior a 7 por ciento del PIB'', ante lo cual, para el año que entra, debe buscarse, urgió, "una cifra mucho menor'', una que se acerque apenas a 3 por ciento del PIB, pues de este modo habría la seguridad de que el país "no se ve presionado por una necesidad urgente, apremiante, de financiamiento externo''. Para lograrlo, abundó, es necesario contar con el "amarre fiscal'' de una política monetaria ortodoxa y restrictiva, aplicada "sin ninguna duda, sin ninguna vacilación''.

Zedillo no dejó prácticamente ningún punto sin abordar y ųhabía consensoų todo parecía llevar dedicatoria. Todavía hay muchos millones de mexicanos que padecen situación de extrema pobreza, comentó casi de entrada, y añadió que se dista mucho de tener las características de igualdad, equidad y acceso a las oportunidades que debieran distinguir a la sociedad mexicana.

Entonces, apuntó el compromiso de su administración de "seguir desplegando, con toda convicción y con todo vigor'', la política social "en la que estamos empeñados''. Asimismo, habló de la necesidad de elevar cualitativamente el aparato educativo, expuso las características del programa Progresa y destacó la "convicción federalista'' de su gestión, que responde a la decisión política ųdestacóų de compartir con los otros órdenes de gobierno "el poder, la autoridad y los recursos''.

Más adelante, hizo un recuento de las condiciones adversas que ha enfrentado el país desde 1998 pero, al igual que había asegurado por la mañana ante el Colegio de Contadores Públicos, a estas alturas del 99 ya pasaron "los efectos más importantes de la desaceleración", y la economía avanza por el camino del crecimiento.

El objetivo, insistió, es hacer todo lo necesario, lo indispensable, para que la economía tenga la debida fortaleza que prevenga, sin ninguna duda, cualquier episodio traumático en torno al cambio de gobierno.

"Algunos se preguntan: 'Ƒpor qué insiste tanto en este punto?' Y la respuesta es muy sencilla: porque a la gente le preocupa mucho; porque la gente tiene memoria y sabe lo negativo que ha resultado para nuestro país que, cada vez que hay un cambio de gobierno, haya episodios que, al final de cuentas, acaban traduciéndose en incertidumbre, inestabilidad y deterioro de los niveles de vida, particularmente de los que menos tienen'', argumentó, y pidió entonces abrir un debate sobre "lo que tenemos que hacer hacia el año 2000'' en materia económica.