Teresa del Conde
Sobre las becas a nuevos creadores

Está bien lo de las becas a creadores (Sistema Nacional de Creadores de Arte) aunque he tenido problemas (que lo diga el becario Manuel Marín) con la denominación ''creadores". Por ejemplo lo que hacen Ida Rodríguez Prampolini, Sergio Fernández, Adolfo Sánchez Vázquez, Alfredo López Austin (por nombrar unos cuantos) es trabajo creativo y muy probablemente si solicitaran una beca al SNCA se las darían, considerando eméritos al menos a los tres primeros.

Para bien de ellos y de otros existe el SNI (Sistema Nacional de Investigadores) que califica muy alto la producción científica (špor supuesto! es creativa) y en menor escala en cuanto a número de individuos, pero con iguales estímulos, a las denominadas ciencias sociales incluidas las humanidades. Como pertenezco al SNI puedo hablar con libertad del SNCA, considerando además que tenemos la ventaja sobre los creadores de que ųsi se demuestra el trabajo, cosa que se hace mediante reportes anuales y exhaustivas auscultaciones cada tres añosų la beca no se interrumpe.

El SNI es menos ''vistoso" que el SNCA y sus métodos para ingresar, desde mi punto de vista ųque indudablemente puede discrepar con el de otros colegas del propio SNIų, ofrece indicios más altos de certeza porque el material a considerar no depende de factores relacionados con las facultades de autopromoción (las considero positivas en los artistas) ni con el relieve en el ámbito sociocultural. Hay desacuerdos con los métodos de valoración del SNI, pero con muchísima más frecuencia me toca presenciar los desencantos que se producen cuando aparecen los resultados de las adjudicaciones del SNCA, este año difundidos el pasado 30 de mayo. Eso es natural, pues la materia a considerar de los creadores no sólo es estética sino que está relacionada con el prestigio, un prestigio que avala la trayectoria, pero que a veces suele ofrecer desencuentros con la producción realizada. Los desencantos provienen de artistas vigentes que trabajan con consistencia, que tienen incidencia y no obstante lo cual resultan rechazados una y otra vez. Se sienten desesperanzados o injustamente tratados.

 

Comprensión para los rechazados

 

Entendemos que las becas del SNCA no sólo son un medio para coadyuvar a la subsistencia artística, pues en muchos casos también resuelven necesidades básicas. Si se piensa en eso, hay artistas que no debían por altruismo y atención hacia sus colegas solicitar la beca porque existen rechazados para quienes ésta significaría el disparadero que afianzaría talentos. Producirían con la consabida angustia artística, pero sin ser presas de la sobrevivencia básica. No obstante la contrapartida también cuenta: sucede que las becas del SNCA son una distinción que engalana a quien la obtiene y por eso las solicitan no sólo los necesitados de resolver situaciones para dedicarse de lleno a subir el nivel de sus trabajos.

Aquí está la diferencia con el SNI, donde a nadie le importa ni discute si X o Y científico, escritor-investigador-profesor, pertenece o no, porque ni se sabe. En el caso del SNCA la distinción es oficial, se trata no sólo de recibir una cantidad, sino de saberse merecedor de una designación que reconoce al creador como tal. Por eso es explicable que se otorguen becas a personas que ųsin necesitarlas en lo más mínimoų las solicitan.

Tal vez lo que podrían hacer estos creadores es remitir la cantidad de la beca a alguien de su elección que haya presentado su solicitud, instituyéndola en ''premio" a título personal o destinándola a una cátedra, como ya lo han hecho algunos eméritos, o bien dirigiéndola a un proyecto determinado como lo hace Francisco Toledo.

 

El esquema Guggenheim

 

Otra alternativa para el SNCA consistiría en establecer altas distinciones que no conllevasen estímulo económico. Hay consideraciones adicionales: los jurados de estas becas están siempre dentro de la especialidad que dirimen. Los artistas plásticos juzgan a los de artes visuales, los poetas y narradores a los de letras, los arquitectos idem, etcétera. Esto puede resultar contraproducente y voy a poner un ejemplo.

Me dio gran gusto saber que Luis Jaime Cortés obtuvo beca en composición musical, que el cineasta Jaime Humberto Hermosillo es creador emérito y desde luego que Jorge Hernández Campos obtuvo beca en letras (debería ser emérito). En cambio, me ''saltaron" algunos nombres inscritos en mi rama, artes visuales.

Una mezcla de jurados no estaría mal y que en proporción discreta los críticos de cine, artes plásticas, literatura podrían intervenir en las selecciones, no por fuerza dentro de la disciplina a la que predominantemente pertenecen. Sugeriré un ejemplo adicional: entre los artistas José Luis Cuevas resultaría idóneo para calificar cine y Manuel Felguérez estaría muy bien en arquitectura.

No existen tales alternativas porque los estatutos iniciales de estas becas se formularon desde que arrancó el programa, que en el aspecto de jurados (sólo en ése) adopta el esquema de la beca Guggenheim. Tal beca requiere cuatro ''recomendaciones" que de ningún modo son definitivas y de allí las candidaturas pasan a otros comités divididos en disciplinas y así se configura un cedazo.

Eso funciona para la Guggenheim, pero quizá no tanto para estas becas porque los compromisos generacionales, magisteriales, amistosos, etcétera, querámoslo o no existen... son inherentes a la condición humana e inevitable de acuerdo con las actuales estructuras.