n Disertará sobre Kantor, Szajna y Grotowski
Guerra y política permean el teatro polaco contemporáneo: Kuligowska
n Los antepasados ya no se interpreta como un drama contestatario
Carlos Paul n La historia contemporánea del teatro polaco está marcada por la guerra y los movimientos políticos. Tales circunstancias orillaron a los creadores a realizar su trabajo en la clandestinidad o a representar sus obras desafiando el poder autoritario.
Respecto de estos periodos y sus antecedentes, así como sobre tres de los más destacados creadores polacos contemporáneos, Tadeusz Kantor, Jósef Szajna, Jerzy Grotowski y sus seguidores, tratará el ciclo de conferencias El teatro polaco en el panorama del teatro europeo, dictadas por la investigadora Anna Kuligowska Korzniewska, presidenta de la Sociedad Polaca de Historiadores de Teatro y docente de la Escuela Superior Estatal de Teatro Aleksander Zelwerowicz en Varsovia y de la universidad de Lodz.
Desde la creación del Teatro Nacional, en 1765, por el último rey polaco Stanislav Augusto ųperiodo en el que los más importantes poetas dramáticos vivían exiliados en Francia y sus dramas eran prohibidos en Poloniaų, ''se vivió bajo la influencia del clasicismo francés y posteriormente por el romanticismo, que al principio del siglo XX se inscribió en la gran reforma teatral en la que el director tenía el mayor peso".
Crear en la clandestinidad
El drama más famoso de ese primer periodo, comenta Kuligowska, se llama Los antepasados, escrito ''por el más grande poeta polaco Adam Mickiewicz (1798-1855), obra que fue retomada para volver a representarse, hasta el siglo XX, convirtiéndose (el texto) en un terreno en el que los nuevos creadores experimentaron".
Por ejemplo, ''León Schiller, presentó el drama con decorados cubistas y los muertos ųa los que hace referencia la obraų no aparecían físicamente, sino mediante los recursos de voces e iluminación. Grotowski resolvió la puesta en escena como un rito de muerte, sin separar el escenario de los espectadores, es decir, en medio del público. En 1967, Kasimicz Dejmeck puso al héroe principal Conrad, con las manos encadenadas como un preso de los rusos, lo que provocó una manifestación estudiantil, pues hay que recordar que en ese año Polonia estaba subordinada a la Unión Soviética.
''En ese entonces este drama seguía siendo el más peligroso en la historia del teatro polaco. Actualmente, al haber ganado el sindicato Solidaridad, ya nadie quiere representar Los antepasados como un drama político."
Otro de los periodos relevantes fue durante la Segunda Guerra Mundial, cuando ''la Unión de Artistas de Escenas Polacas tuvo que funcionar en la clandestinidad, pues los mandos hitlerianos sólo permitían los espectáculos llenos de pornografía y de bajo nivel estilístico. Los artistas tenían que actuar en teatros-estudio o casas privadas, corriendo el riesgo de ser asesinados, tanto actores como público".
En un pasado más reciente, en 1981, ''con la intención de poner fin a la actividades de Solidaridad, el general Jaruzelski declaró el estado de guerra, y a causa de ello un grupo de actores polacos dicidió no actuar en los medios de comunicación masiva para no unirse a la propaganda oficial. Esto fue el inicio de un periodo de admirable boicot de los artistas, que tuvieron que conseguir otros espacios, como las iglesias católicas para sus representaciones".
Entre ese grupo estaba el creador Andrezj Wajda, recuerda la investigadora.
"Wajda dirigía un espectáculo en el que en un determinado momento los apóstoles estaban esperando al Cristo resucitado calentándose las manos en anafres, mismos con los que se calentaban los ateridos soldados del general Jaruzelski, que eran utilizados para reprimir al sindicato Solidaridad, lo cual era una alusión al estado político de Polonia.''
Perder el sentido patriótico
''El mismo Wajda representó en el escenario de más renombre en Polonia, Teatro Viejo de Cracovia, la obra Antígona de Sófocles, en la cual el personaje Creón aparecía ahí como el dictador de Polonia, rodeado por los soldados. Era una obra en la que se sopesaba la razón moral y la razón de la fuerza".
Polonia tiene en la actualidad 40 millones de habitantes y cerca de 130 teatros sostenidos por el Estado o mediante la autogestión, señala Anna Kuligwoska, autora de los libros Difíciles inicios. El teatro de Lodz en los años 1844-1863, La escena prometida. Teatro polaco en los años 1844-1918 y Teatro del ocaso del siglo XX. Ahora prepara El teatro de la princesa Mariscal, exposición que albergará el Museo Teatral de Varsovia.
La investigadora considera que el teatro polaco ''todavía no se encuentra en buenas condiciones. Perdió el sentido patriótico y político, y estamos inundados de la comedia estadunidense e inglesa, que no satisface nuestras ambiciones. Sin embargo, agrega, ha surgido un nuevo grupo de jóvenes directores muy talentosos que no tienen sobre sus hombros el bagaje político del pasado, ni siquiera el que produjo Solidaridad".
Por otro lado, dice, ''no quisiéramos que se introdujera el sistema (teatral) mexicano o estadunidense, porque creemos que sólo grupos estables, con sus directores artísticos, pueden desarrollarse y crear nuevos valores".
(Las conferencias se efectúan desde ayer lunes y hasta el 18 de junio, de las 16:00 a las 18:00 horas, en El Foro/ Teatro Contemporáneo, Jalapa 121, colonia Roma.)