ƑQué hay detrás del litigio por el dinero que ha sido "donado" al PRI para hacer sus campañas? Algunas hipótesis apuntan hacia tres lugares: pagar favores recibidos; hacer o renovar alguna alianza de negocios; o la compra de algún seguro de impunidad. Por otra parte, Ƒpara qué necesita el PRI tanto dinero en sus campañas? Las respuestas apuntan hacia dos frentes: una gran publicidad en radio y televisión, pero sobre todo, hacia la costosa renovación de una estructura clientelar de favores a cambio de apoyos y de compra y coacción del voto de millones de mexicanos que comparten una ciudadanía frágil.
En estos días se ha actualizado el debate sobre el dinero que se ha entregado al PRI para sus campañas. En las recientes declaraciones de Cabal Peniche --un ejemplo emblemático de las alianzas perversas entre dinero y poder en México-- indicó que le dio a ese partido 25 millones de dólares para las campañas de 1994: 15 para Colosio, 5 para Zedillo y 5 para Madrazo. Los involucrados se defienden de manera contradictoria: la presidencia de la República primero afirma que el dinero fue completamente legal, y después, señala "Cabal miente" (La Jornada, 7/VI/99); por su parte, el PRI acepta y dice que todo fue legal y después afirma que sólo se trató de un pequeño millón de pesos. Otros hechos que complementan las relaciones peligrosas entre poder y dinero han sido: la famosa cena de la "charola", el 23 de febrero de 1993 en casa de Antonio Ortiz Mena, en la que el entonces presidente Salinas y sus operadores pidieron 25 millones de dólares a cada uno de los asistentes, un grupo de los hombres más ricos del país y más beneficiados con la política salinista; o las generosas aportaciones de El Divino, o las del entonces director de Aeroméxico, Gerardo de Prevoisin. Casi todos estos personajes han caído en desgracia, algunos se encuentran prófugos de la justicia, otros han sido aprehendidos, unos más tienen abiertos procesos penales en su contra, varios negocios bancarios han quebrado y el ex presidente Salinas se encuentra en un largo exilio voluntario. El problema no es singular, sino genérico, porque ahora pueden cambiar los personajes, pero el sistema priísta puede volver a reproducir la mecánica de las relaciones perversas entre poder, dinero e impunidad. Así por ejemplo, Francisco Labastida todavía no terminaba de anunciar su decisión de participar como aspirante a la presidencia de la República, y ya los veloces reflejos de la cargada le ofrecían apoyos y mucho dinero para su candidatura. Tal vez ahora habrá que empezar a buscar a los nuevos Cabal de Labastida, para lo cual ya hay varias manos levantadas de "modernos" empresarios agradecidos con este sistema.
La próxima sucesión presidencial ha actualizado el conflicto sobre gastos de campaña. El PRD presentó en el Instituto Federal Electoral (IFE) una queja sobre el origen y la aplicación del financiamiento del PRI entre 1993 y 1994. El IFE hizo el análisis y declaró la queja como "parcialmente improcedente" e "infundada", con lo cual el caso fue turnado al Tribunal Electoral del Poder Judicial, y pronto se conocerá si se le da la razón al IFE o al PRD. Sin embargo, si la vía legal no procede, la señal de alerta se ha recibido en la sociedad. Resulta preocupante que el IFE no cuente con los instrumentos jurídicos necesarios para detectar el uso indebido de recursos. Sin duda, una de las necesidades más importantes para garantizar la equidad en las elecciones del año 2000 y combatir la impunidad, tiene que ver con estos instrumentos y mecanismos que hoy están atorados en una reforma electoral que la mayoría priísta en el Senado no quiere aprobar.
La otra parte de la pinza del dinero para el PRI tiene que ver con la costosa estructura de compra y coacción del voto sobre millones de mexicanos que viven en condiciones de pobreza, la cual nos ubica en el otro problema que planteó Adam Przeworski: "En la actualidad, los derechos políticos son universales en todas las democracias. Pero en muchas de éstas, hay masas de gente que no están en condiciones de ejercerlos. Por ello estamos ante un nuevo monstruo: la democracia sin una ciudadanía eficaz".