n Recital del cuarteto finlandés en el Foro Ideal
Apocalyptica, violonchelos que brindaron epifanías en flor
n Ejecutaron 14 de sus composiciones n Actúan hoy en el Ferrocarrilero
Pablo Espinosa n Un sublime coro de valkirias. La escena ocurrió hacia la medianoche del jueves en el sur de la ciudad de México, escurrida desde las once hasta la hora prima del viernes, como la secuencia aquella de uno de los filmes de ángeles de Wim Wenders cuando ella, ángel terrena, llega al éxtasis en un antro nocturno donde escucha una música grandiosa.
El Foro Ideal es aquí el lugar de referencia. De entre la oscuridad, cuatro siluetas rubias enfundadas en negro atuendo esgrimen cuatro instrumentos de la divinidad que montan, jinetes antiapocalipsis, un estruendo de canto de ballenas, una respiración intensa de clepsidras, una orgía de sonidos cuánticos que inundan de placer la noche, en uno de los mejores conciertos que han ocurrido en estos lares, en estas fechas de por sí pobladas por sesiones musicales de antología.
Eicca Toppinen activa el primero de los cuatro violonchelos, al que ha bautizado como Benedikt Lang ''Killer Bass"; Antero Manninen extrae sonidos, por su parte, de su instrumento que responde al nombre (es un decir) de Giuseppe Pedrazzini ''Il Duce"; en tanto que Paavo Lotjonen hace crepitar el chelo llamado Gulbrandt Enger ''My Belle" y vaya que es bellísima esta silueta femenina que suena a violonchelo mientras Max Lilja hace lo propio con Luis Guerzan, el cuarto violonchelo mejor conocido como ''Black Rose".
Ellos cuatro, los chelistas, vienen desde Finlandia y como cuarteto responden (ellos sí) al nombre eufónico de Apocalyptica y son autores de una música que puede describirse con una expresión nacida de las mejores academias de musicología: se escucha pocamadre.
Música de exquisitez
Los organizadores de este concierto tienen un mérito fastuoso, pues la presencia en México de este agrupamiento finlandés no sólo es consecuente con el devenir de los quehaceres sonoros locales sino que la puesta en vivo de música de exquisitez tal es privilegio raro en el planeta entero.
Además de su concierto del viernes en el Foro Ideal, Apocalyptica tiene programado un segundo y último concierto, esta noche en el Teatro Ferrocarrilero, mientras, šoh dilema!, en el cine Bella Epoca culmina un espléndido festival de rock progresivo.
Las blondas cabelleras de los paisanos del calvo Sibelius, agitadas por ventiladores, las arcadas brutales, los glissandi devenidos riffs, la furia de bisonte en celo, el embate púbico de una música sexualizada, sublime, sonó entre la penumbra de una pequeña multitud enardecida por prodigios tales durante hora y media, lo que tomaron los fineses en ejecutar 14 de sus composiciones, un dechado de epifanías en flor.
Por igual la Inquisition Symphony que la curvilínea Nothing Else Matters, de Metallica, la sucesión de las composiciones de Apocalyptica cimbró de lujuriosas bendiciones la velada. Arcadas fenomenales, espectaculares armonías, notas aceleradas cual protones contrayendo nupcias con los electrones y enmedio de ese coro de femeninos violonchelos, el grito enardecido, gemido en el Walhala, de los violonchelistas, mientras entre la pequeña multitud coreamos el episodio aquel de la rolísima Master of Puppets, de Metallica, aplicado con certeza a todos y cada uno de los cuatro maestrísimos fineses: šMaster, master!