La nueva negativa del rector Francisco Barnés a dialogar con el movimiento de huelga en la UNAM y su mañosa propuesta de que el Reglamento General de Pagos reformado quede vigente, pero que quienes no deseen pagar no paguen (3 de junio), no sólo no resuelve el conflicto en la máxima casa de estudios del país, sino que muestra un evidente dolo en quienes pretenden dirigir a México el próximo sexenio.
1. El movimiento estudiantil de huelga en la UNAM, haciendo prueba de una gran imaginación y creatividad, pasó a la ofensiva con la Consulta Metropolitana sobre la Educación (27 de mayo), el emplazamiento al diálogo al rector (29 de mayo), la creación del Frente Universitario de estudiantes, académicos y trabajadores (1o. de junio) y la entrega de una agenda y formato de diálogo público (2 de junio), y la respuesta no se hizo esperar. Tras una nueva andanada de invectivas a los jóvenes que lanzó la comisión de rectoría, ignorando una vez más que carece de personalidad legal (2 de junio), a las 13:45 del jueves 3 de junio, minutos después de fenecer el plazo del CGH para desconocerlo, el rector Barnés se negó de nuevo al diálogo y, luego de descalificar a los estudiantes, ignorando cuatro de los puntos del pliego petitorio, dio una respuesta torcida a dos de ellos, pretendiendo que las cuotas permanezcan pero que se hagan excepciones.
2. Las autoridades universitarias están ahora a la expectativa de que durante algunos días los medios presenten su iniciativa como ``un triunfo'' de los estudiantes, pretendiendo que ya no hay motivos para el diálogo, ni mucho menos para la huelga, en la esperanza de que los sectores más a la derecha del CGH (los que reclamarían supuestamente por motivos económicos) dobleguen a los más radicales (aquellos que defienden los principios y pugnan por la abrogación de las reformas al reglamento y el respeto al orden constitucional), y de esta manera la medida de las cuotas logre aprobarse de nuevo, como si nada.
3. El rector aceptó pasar por unos días como un neoliberal que se echa para atrás, sabiendo que muy pronto podrá quedar claro que en realidad dio un pasito para atrás (aceptando convocar al Consejo Universitario a fin de que modifique el reglamento), pero con el propósito de dar varios pasotes hacia delante (de aceptar los estudiantes esos cambios y lograr que, al fin, el anticonstitucional reglamento quede vigente, con todo y sus excepciones).
4. La pretensión del rector Barnés de que la huelga se termine con la simple oferta de que el reglamento quedará vigente, aceptándose y legitimándose sus fundamentos aberrantes, pero que quien desee acogerse a un principio de excepción declarándose menesteroso no pagaría, desconoce además la naturaleza del movimiento estudiantil. El CGH ha hecho explícito en diversas ocasiones que su pelea no es por unos pesos sino por lo que la reforma significa: violentar la Constitución, modificar la naturaleza jurídica de la universidad, legalizar el principio de exclusión: y todo eso se pretende que siga en pie: junto con el reglamento.
5. ¿Qué mayor bajeza puede haber en un régimen que se fundó sobre el principio de la igualdad, que demandarle en una universidad pública a un estudiante que se manifieste como desigual e incapaz de pagar una cuota, que para colmo, como todo mundo sabe, es inconstitucional?
6. Las autoridades de la universidad han dado con esta iniciativa una nueva evidencia de su gran irresponsabilidad, pues están aceptando ahora que su propuesta original, que nunca justificaron, era excluyente e injusta, que ellos son los responsables de mantener a la UNAM cerrada por seis semanas haciéndole perder millones de pesos al país, y ahora nos salen con su domingo siete. Presentan otra propuesta, que mantiene esos fundamentos de ilegalidad y de exclusión, también sin fundamentarla, con la intención de tenderle una celada al CGH.
7. La pregunta que muchos se hacen en este quinto año del sexenio es si la precipitación del gobierno de Ernesto Zedillo por querer acelerar la privatización de la UNAM, de las industrias eléctrica y petrolera, y ahora hasta de las zonas arqueológicas, los museos nacionales y el patrimonio artístico y cultural de México no es un ofrecimiento desbocado al capital trasnacional, tras la autorización que le diera el gobierno estadunidense para que pudiese designar como candidato del PRI a Francisco Labastida, a quien en 1990 acusaban desde Washington de proteger al narcotráfico y que ahora aparece blanqueado por la DEA.
8. Y ante la aparente marcha atrás de la rectoría de la UNAM, que no es tal, cabe interrogarse ahora si esta nueva propuesta descabellada no busca salvar también de manera desesperada la imagen de Francisco Labastida, futuro abanderado del PRI, y responsable desde sus inicios de la operación cuotas.
9. El Consejo Universitario tendrá por lo tanto la disyuntiva histórica de a) actuar con patriotismo y, respetando el orden constitucional de la República y el compromiso histórico de la UNAM con la sociedad mexicana, rechazar la nueva propuesta clasista (e ilegal) del rector Barnés (de dejar las cuotas con excepciones) y abrogarlas en definitiva, o bien b) votar con disciplina de partido y docilidad al rector, a Zedillo y, sobre todo a la causa labastidista, y adoptar la propuesta tramposa de la rectoría de mantener las cuotas inconstitucionales y antiuniversitarias, adicionadas con el principio, también ilegal, de que quien no quiera pagarlas no las pague, lo que sin duda no es una solución y sólo hace que se prolongue el conflicto.
10. La disputa por la UNAM es, cada vez más, la disputa por la Nación, y si la inteligencia y la entrega de los estudiantes -y de todos los universitarios- logra seguirla defendiendo como hasta ahora, el siglo XXI se abrirá, sin duda, con otros horizontes.