n Cartas credenciales, libro del ensayista que será comentado en El Colegio Nacional


El tesoro de un escritor es la intimidad: Rossi

Angélica Abelleyra n Un ''paseo de amigos" que Alejandro Rossi emprende alrededor de ''las cosas que me agradan, las personas que me dicen algo y forman parte de mi patria intelectual" es Cartas credenciales, libro ''celebratorio" del filósofo que esta vez se alejó de ''los laberintos de la subjetividad mía" y se encaminó por el ensayo descriptivo, la narración suelta pero puntillosa donde encuentra autores y obras que lo mismo son de un escritor, un pintor, un filósofo, un arquitecto, una fotógrafa y un poeta.

Jorge Luis Borges y Octavio Paz, Abel Quezada y Teodoro González de León, Paulina Lavista y Armando Reverón, José de la Colina y Jaime García Terrés, Luis Villoro y José Ortega y Gasset son algunos personajes que deambulan por las páginas del volumen editado por Joaquín Mortiz, cuyo título se retomó del discurso de ingreso de Alejandro Rossi como integrante de El Colegio Nacional en 1996. Otros textos fueron publicados en revistas y periódicos durante los años ochenta y noventa, aunque el más añejo es de 1958 en torno de las Confesiones, de José Gaos, y el más reciente tiene como fecha el pasado octubre, acerca de la música de Mario Lavista, cuando el compositor ingresó también al órgano colegiado.

En su estudio de la colonia Condesa charlamos con el autor de La fábula de las regiones, Manual del distraído, El cielo de Sotero y Diario de guerra (antología narrativa cuya aparición se espera el próximo agosto bajo el sello Joaquín Mortiz).

Escribir desde la línea del entusiasmo

-En Cartas credenciales se advierte el placer que le provocan el texto, el poema y la pintura de los autores que o son sus amigos o los siente creadores cercanos. ƑRossi escribe también de quien o de lo que no le gusta?

-No, de las obras que no me inspiran no me gusta escribir porque no soy un crítico profesional en el sentido que semana a semana reseñe exposiciones o espectáculos. No soy eso, así que cuando escribo es porque me atrae una obra. Pero muchas veces llego a la obra por la persona. Porque hay un camino de amistad, en el mejor sentido de la palabra. Pero más que eso hay un clima intelectual, un aire que me es afín. Alguna vez he criticado cosas que me desagradan, como en el Manual del distraído, pero cuando se trata de una obra que es un cuadro o un edificio sólo lo hago si me produce una emoción estética. Escribo desde la línea del entusiasmo.

-Se sitúa como ''un especialista en nada": ni poeta ni novelista. Y dice sentirse incómodo en la clasificación de ensayista. ƑContinúa con esa incomodidad?

-Si escribí eso debe ser alguna coquetería. No me siento en absoluto incómodo; adoro el género. Este es un libro que recoge ensayos, algunos antiguos, que escribí cuando tenía 24 años, como las Confesiones de Gaos. Dudé si recogerlos o no pero cuando los volví a leer me pareció que eran legibles. Lo que me llamó la atención fue que eso que escribí a los 24 años, desde el punto de vista prosístico no ha cambiado. Es decir, la gran sorpresa es que uno ha mejorado poco. Que lo que escribía a los 24 años es lo que uno escribe a la edad actual. No sé si sea muy cierta la idea de la larga preparación y de que uno va paulatinamente mejorando. Puede ser una reflexión melancólica, pero veo que a los 24 no era tan diferente a lo que soy ahora.

-Cuando habla del paso del tiempo en el texto referido a Luis Villoro destaca la mayor ''libertad y audacia" que le dieron los años. ƑEso le han conferido a usted los años?

-Si se dio, ese paso no está reflejado en el libro. Soy una persona que se tomó bastante en serio eso de la filosofía, de manera que el tránsito de la filosofía a una ensayística mucho más abierta y literaria se dio de forma paulatina, tal vez a partir de mi colaboración regular en Plural. Esquematizando un poco, hay un periodo que pertenece al libro Lenguaje y significado; luego viene el del Manual del distraído y finalmente la tercera etapa se ejemplifica con Cartas credenciales: una escritura más explícita que se acerca al ensayo tradicional mezclado con narración.

Eros, palabra mal empleada

-ƑQué le dio el filósofo al narrador?

-No lo sé. Nunca he querido que la filosofía se entremezcle de manera obvia con las otras formas de escribir, sea una narración, un cuento o un ensayo abierto. Jamás busqué ilustrar literariamente una tesis filosófica o hacer de la literatura un vehículo de expresión de ideas filosóficas. No creo que la filosofía se tenga que exponer de esa manera, o al menos creo que los temas que me han interesado tengan una traducción literaria. Para poner un caso obvio: las novelas de Sartre, como Los caminos de la libertad, estaban muy cerca de sus tesis filosóficas, las ejemplificaban.

''Propositivamente eso nunca lo quise hacer. Pero, pensándolo, un escritor tan cercano como Jorge Luis Borges es de los pocos en cuya literatura encontramos ecos de los temas filosóficos que me han interesado: cierto tipo de aporías y dilemas lógico-metafísicos. Pero no he escrito tratando de reflejar esos ecos o buscando combinaciones literarias que emanen de esos temas. Quizá sea por incapacidad.''

-ƑNo retomará ya la filosofía como ejercicio?

-Me he ido alejando de ella, pero debo confesar que desde hace dos o tres años comencé a leerla otra vez, con cierta sistematicidad, aunque sin afán de escribir filosofía. Pero le he encontrado otra vez el gusto por leer autores que antes había leído poco o mal, como Nietzsche. Ahora lo leo con más cuidado, motivado más allá del encuentro con un gran escritor y relacionándolo con los temas del pragmatismo, una corriente filosófica que también había leído poco. Veo tonos mentales, actitudes cercanas.

-ƑQué significa eso de leer mal a un autor?

-Cuando uno es joven viene de una tradición educativa grande o pequeña, rica o pobre. En la mía no entraba Nietzsche curiosamente; ni en mi tradición educativa católica ni en la filosófica. En la época en que estudiaba era la filosofía alemana contemporánea, jamás Nietzsche. Leí sus títulos clásicos, pero eran lecturas ajenas a lo que consideraba entonces como una educación filosófica.

-En el texto en torno de la obra de Teodoro González de León menciona al eros unido a la obra de arte. ƑDe qué manera el eros está unido a su trabajo?

-ƑMencioné el eros?

-Sí. Página 69.

-Ya no me acuerdo. Pero bueno, está el eros en el sentido más clásico de la palabra: una suerte de entusiasmo, de estado de exaltación. Una persona que está haciendo algo más o menos interesante se encuentra poseída por ese entusiasmo de alguna manera. Y si usted lo quiere llamar erótico lo llamamos así en el sentido amplio de la palabra. Lo que sucede es que ahora usamos esa palabra terriblemente mal.

-ƑConcuerda con Proust en que los escritores son ''los hijos del silencio"?

--ƑMencioné yo a Proust en el libro? šMe he olvidado de todo! Parece que el libro está mucho mejor de lo que pensé. Bueno, sí, es buena frase. Lo más obvio es que el trabajo del escritor es solitario y que la gran fuente de un escritor es su privacidad, ese mundo silencioso, callado. Si tuviera que dar un consejo a alguna persona que quisiera escribir es: cuida tu intimidad, ese es tu tesoro. Hay que saber cuidarla y es difícil. Hay seres que tienen talento pero no son buenos guardianes de su intimidad. Para fijar un poco el asunto es cuando ocurre que uno tiene una historia buena que nos gusta tanto, que la cuenta a un amigo y llega un momento en que cuesta mucho escribirla, se volatiza, se vuelve aire, nada. En mi caso no sé si soy buen guardián de mi intimidad pero trato de hacerlo. Hay que recobrar la intimidad. Es el tesoro de un escritor.

Buscar vetas de la emoción profunda

''En particular, busco hacerlo y tengo una técnica: leer poesía. Y más, leer aquella que por alguna razón filológica es complicada. Ese lento desciframiento filológico del texto y ese acercamiento paulatino a la poesía, llegar a tocarla, me produce una suerte de protección, es crear intimidad. Por ejemplo, en estos últimos meses dí con una edición muy bien anotada de un libro de Montale, Las ocasiones. Montale es un poeta difícil que necesita ese tipo de exégesis. Y no sólo es la ganancia de ganar la intimidad sino de buscar vetas de la emoción profunda, de la cabeza y de la emoción", cierra el escritor que está en espera de realizar un ''ensayo largo" y ''a la altura" de la obra de Octavio Paz, poeta que encuentra lugar en las Cartas credenciales de Rossi, que comentarán el próximo 15 de junio el historiador Enrique Krauze, el filósofo Carlos Pereda y el autor, en El Colegio Nacional.