n Poblaciones fantasma en el semidesierto zacatecano
Incomunicación y desempleo por la privatización ferroviaria
Alfredo Valadez Rodríguez, corresponsal, Cañitas de Felipe Pescador, Zac., 2 de junio n La privatización de Ferrocarriles Nacionales, hace casi 15 meses, no pudo ser positiva para los habitantes del semidesierto zacatecano, como lo habían prometido los tecnócratas del gobierno federal, ya que en esta y otras 12 poblaciones, el número de habitantes se habría reducido ya en este lapso hasta en 60 por ciento.
Las causas concretas, reducción del número de corridas diarias del tren de pasajeros, lo que se tradujo en decremento de intercambio comercial entre los pobladores de la región e incomunicación, porque éste es, en la mayoría de los casos, el único medio de transporte.
La estación de Cañitas, señalada por un enorme letrero con el kilómetro mil 159 del eje troncal ferroviario México-Ciudad Juárez, fue todavía, hasta hace diez años, una de las más importantes estaciones del norte del país. En ella laboraron hasta 400 trabajadores y operaba diariamente, noche y día, con carga y pasajeros. Pero eso se acabó.
Paulatinamente, Cañitas de Felipe Pescador y otras doce poblaciones, entre ellas La Colorada, Pacheco, Opal, Camacho y Nuevo Mercurio, son obligadas a convertirse en comunidades fantasmas. En Pacheco incluso, la situación es tan grave que los niños ya son obligados a pedir limosna en el mismo lugar, ante el aislamiento que se padece.
La empresa Ferromex, que adquirió Ferrocarriles Nacionales, no cumplió con las expectativas ni con las promesas. Al menos esa es la percepción y realidad de los trabajadores que aún tienen la "fortuna" de estar ahí, asalariados.
Antes de febrero de 1998, Ferronales daba un servicio diario de doble viaje, ida y vuelta, de Aguascalientes a Torreón, con el tren de pasajeros a toda su capacidad en sus cuatro vagones. Tras la privatización, según cuenta el operario calificado de alambres de la estación, René Sánchez Borrego, Ferromex redujo a un viaje diario el tren de pasajeros y comenzó la pesadilla para los pobladores del semidesierto.
De entrada, cerca de 300 trabajadores fueron despedidos, quienes semanas más tarde, ante el desempleo e incomunicación, migraron a otras ciudades, particularmente a los Estados Unidos. El resto, unos 170 trabajadores, mantuvieron su puesto a cambio de un incremento en su carga de trabajo y de la disminución de su salario.
Es el caso del encargado del taller de máquinas de la Estación, Pedro Lugo, quien comentó que antes ganaba 132 pesos diarios, y ahora 113. Y como él, los demás trabajadores. Lo peor, señaló el técnico maquinista Emeterio Márquez, es que ya ni siquiera reciben el equipo necesario para realizar su trabajo.
"Todo está muy descuidado, ahora quieren que entre cuatro hagamos el trabajo que antes hacían doce, no nos dan herramienta y equipo de protección, y es muy riesgoso, y si les pedimos nos dan una respuesta que no esperamos: si te mochas una mano te la pago".
El maquinista de patio Roberto Herández Arenas coincide con él, y aprovecha la presencia de La Jornada para denunciar que "hubo muchos problemas con nuestros compañeros que corrieron, porque Ferromex no los indemnizó como debe ser".
Para colmo, hasta el servicio de agua potable cancelaron de los talleres y hay varias máquinas de tren "que están paradas sólo por eso, porque el radiador no tiene agua".
El estado de los "durmientes" de madera y los rieles de acero, también es deplorable. Fácilmente, con el pie, uno puede mover los clavos de la vía "y así esta toda, desde aquí hasta Torreón, ya está muy peligrosa y tenemos miedo de que haya un accidente, que sí va ocurrir, nomás espere a que llueva tantito", afirmó Emérito Márquez.
Pero a partir de este primero de junio, Ferromex asestó otro golpe socioeconómico a los trabajadores y a la población. El tren de pasajeros no recorrerá más la ruta Aguascalientes-Torreón diariamente, ida y vuelta. Desde ahora, el ferrocarril solo viajará en uno de los sentidos, alternativamente, cada tercer día. Además por si esto fuera poco, los martes no habrá ninguna actividad.
Familias con hambre y niños sin clases
La noticia de la disminución de viajes parecía increíble a los habitantes de Cañitas. Todavía ayer, a la hora programada, decenas de vecinos se acercaban a los andenes sólo para comprobar que no llegaría, como siempre, el tren de Aguascalientes, ni el de Torreón, pues la medida entró en vigor el martes.
Sin saber qué hacer, madres de familia que vendían comida casera en los trenes: gorditas, chiles rellenos, sopes y burritas, quedaron con los canastos llenos, desilusionadas, molestas y con la mirada triste.
"Está mal todo eso, oiga, aquí sacamos nosotras la vida, dígale usted al gobierno que no tenemos recursos y para qué nos hacen esto, Ƒqué quieren?, pos que le hace uno?", intrigada señaló la ama de casa Rosa Martínez Ortega, de cuya labor de venta de antojitos en el tren dependen ocho miembros de familia.
Pero los niños de esta región no sólo comenzaron a sentir hambre, sino que también dejarán de tener clases regulares en las Telesecundarias de estas doce comunidades.
Sobre el piso de uno de los solitarios andenes, el maestro rural Ernesto Moreno Arias, que diariamente viajaba de la comunidad de Rancho Viejo a Estación Opal, nos platica de su preocupación sobre cómo le harán cerca de 30 maestros rurales que, como él, dependían únicamente del tren para acudir a dar clases.
"En la zona escolar 39 va a afectarnos completamente, porque no hay otro medio para movernos, es un problema, y cómo nos moveremos a las quince escuelas donde trabajamos 30 maestros, no lo sé, pero a ver como le busca uno, porque tampoco vamos a dejar de dar clases, no, eso no".
Y es que todavía hasta el 31 de mayo, hace tres días, los dos vagones con capacidad cada uno para 83 pasajeros, se llenaba completamente de gente, dicen.