Esta semana nacerá el primer fruto de la huelga estudiantil provocada el 15 de marzo por Francisco Barnés: el Frente de Académicos, Estudiantes y Trabajadores por una Universidad Solidaria (FAETUS), u otro nombre parecido. La unión solidaria de los tres sectores que formarán el Frente es la respuesta que los universitarios damos a los intentos aislantes e individualistas del actual rector de la UNAM. Un programa de este Frente podrá incluir cuatro puntos iniciales:
1. Educación postobligatoria gratuita. Este será el principio inspirador fundamental. Recoge el punto 1 del actual pliego petitorio de los estudiantes.
2. La nueva ley. Puesto que la ley vigente admite, aunque sea de manera forzada, una interpretación que permite cobros por colegiaturas y por otros servicios, la primera consecuencia práctica e inmediata del principio inspirador será una nueva ley que los excluya inequívocamente. Será proclamada inicial y provisionalmente en sus puntos mayores: gratuidad de todos los servicios de la UNAM, desaparición de la junta de gobierno y reestructuración completa del consejo universitario, de manera que los académicos sean siempre mayoría y que nada que afecte a los estudiantes sea posible sin su aprobación. Recoge el punto 3 del pliego petitorio.
3. Desconocimiento de las actuales autoridades. Será la primera consecuencia lógica de la nueva ley. Proclamada ésta, aunque sea en sus puntos fundamentales, todas las autoridades universitarias actuales dejarán de serlo al perder su sustento legal. Será también una sanción a la conducta de las autoridades actuales, particularmente por las mentiras y los engaños con que han pervertido la naturaleza de la universidad y con que ofenden todos los días a los universitarios. Este desconocimiento marcará el fin de una larga usurpación.
4. Autogestión. Será la expresión concreta inmediata de la nueva ley. Un segundo después de proclamado el desconocimiento de todas las actuales autoridades, la nueva universidad nacerá con autoridades provisionales nombradas un día antes por los universitarios en huelga en todas las dependencias universitarias. La universidad volverá a ser gobernada por quienes siempre debió serlo, es decir, por los académicos.
La universidad en autogestión y en huelga convocará inmediatamente a una convención constituyente, no partiendo de cero, sino de acuerdo con los cuatro puntos del programa, más los puntos segundo y sexto del actual pliego petitorio estudiantil. Los constituyentes tendrán mandato de expresar en una nueva ley orgánica el programa del Frente, que organizará este congreso. La nueva universidad empezará a funcionar el primero de septiembre, cuatro meses antes del nuevo milenio. La fundación de la primera verdadera comunidad universitaria en la historia de nuestro país nos habrá tomado apenas 133 días, los transcurridos entre el 20 de abril y el 31 de agosto. Nunca se habrá logrado tanto y tan prometedor en tan poco tiempo. Desde su primer año de vida, la nueva universidad hará que académicos y estudiantes volvamos a estar orgullosos de trabajar y de estudiar en la UNAM. Liberaremos, con ello, las inmensas energías desperdiciadas y reprimidas durante decenios por los buropolíticos universitarios. Una gran esperanza habrá de suplantar por fin a las inseguridades y a los temores de hoy. La libertad de los académicos tomará el lugar usurpado durante muchos años por rectores y por directores policiacos. Todo esto lo podremos hacer. Cuando el poder cultural dominante se limitó a funcionar como una caja de resonancia del rector, mostramos y demostramos la sinrazón, el individualismo y la injusticia del aumento de cuotas propuesto. Convencimos, así, a la mayoría universitaria de levantarse contra esa propuesta. Los estudiantes empezaron una huelga apoyada al principio apenas por un grupo de académicos. Esos jóvenes son hoy, a pesar de los augurios en contra, la fuerza mayor en la universidad. Cada golpe contra ellos y contra quienes los apoyamos nos hace más fuertes. Cada calumnia nos hace más creíbles. En apenas 111 días de lucha hemos logrado que hasta empleados del rector admitan, en privado y en público, que el aumento de cuotas nunca se aplicará. Hemos visto renacer, durante estos días, las raíces solidarias y generosas que conforman lo mejor de la identidad cultural de nuestro país, que Barnés y sus cómplices ignoran. Hemos logrado todo esto contra el aparato de poder que controla las estructuras económica, política y cultural de nuestro país. Si hemos logrado todo esto sin ninguna estructura, casi sin recursos de cualquier tipo, haremos mucho más haciendo uso de los recursos que el pueblo de México dedica a su universidad de mayor tamaño, la que convertiremos de nuevo en la de mejor calidad. Esta será la transformación más profunda y duradera en la historia de la educación mexicana. Cuando ella esté sucediendo, la nación habrá de recordar que las soluciones radicales son las únicas reales, porque parten de la raíz de los problemas, es decir, de su comienzo y de su fundamento. La utopía por la que luchamos hoy tendrá entonces un lugar.