De los virus sabemos que producen infecciones. Que son pequeños. Que no se eliminan con antibióticos. Que producen las molestas gripas. Que demuestran la ignorancia de los médicos ante enfermedades desconocidas, pues en ausencia de una mejor explicación, suelen decir "es un virus". Que el terrible virus del sida es un castigo divino y que su dictum celestial es aquietar malas conciencias. Que buena parte de los virus otrora causantes de enfermedad y muerte son ahora prevenibles gracias al desarrollo de vacunas. Y que, como en otros casos de la medicina, los virus han expuesto las caras buenas y malas del ser humano. Narro primero una historia reconfortante y concluyo con una terrible realidad presente.
La primera la rescato de un pequeño cuaderno en donde he anotado una serie de pensamientos bajo el título contra la grandeza --las cursivas son periodísticas--; el malestar ante el mal uso del poder es una de mis peores obsesiones. La segunda historia retrata el presente y dibuja el futuro.
Antes de que se diseñase la primera vacuna contra la poliomelitis, sus estragos eran temibles. Cuando en 1955 Jonas Salk publicó su descubrimiento, un periodista le preguntó, "Ƒquién ostentará la patente de la vacuna?" Salk, sorprendido, respondió: "Bien, la gente. Yo quisiera decir que no existe patente. ƑPodría usted patentar el sol?"
Amén de la modestia y exquisitez de su respuesta, es preclaro que la intención era servir a la humanidad. Pienso que para la mayoría de los científicos de antaño la sola idea de utilizar el saber médico como arma política o letal era inconcebible. No existían las guerras bacteriológicas ni se agrupaban mentes sanas para utilizar agentes infecciosos con el propósito de matar.
La historia de los médicos nazis que experimentaban en seres humanos fue un gran escándalo. ƑEs acaso posible repetir esas atrocidades? A escala individual, la respuesta es no. Como manifestación de poder y de dominio de una nación contra "los otros", la réplica es afirmativa.
La segunda historia es la de la viruela, virosis que se considera erradicada desde 1980. Erradicar en medicina es un término riesgoso, pero en el caso de esta enfermedad, existe consenso. De hecho, esta idea es tan convincente que ningún ser humano ha sido vacunado desde 1983. La certeza anterior condujo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a realizar en 1998 una encuesta para saber si sería deseable destruir las últimas muestras del virus que, hasta donde se conoce, sólo las conservan --primer šEureka!-- Estados Unidos y Rusia. Se pidió la opinión de 70 naciones, de las cuales todas respondieron que sí, excepto Rusia. Reino Unido, Estados Unidos, Francia e Italia --segundo Eureka: Ƒexistirá alguna similitud con los bombardeos de la OTAN?-- se mostraron indecisos. El mes pasado nuestros vecinos cambiaron de idea.
Clinton, ahora científico, consideró que era prudente retrasar la destrucción del virus ya que existía la posibilidad de que grupos terroristas pudiesen contar "con muestras clandestinas" --tercer no Eureka: es obvio que sus virus gozan de inmunidad ideológica. La noción de Clinton soslaya la historia de la fotógrafa británica Janet Parker, quien murió en 1978 tras contagiarse en un laboratorio de Inglaterra donde trabajaba. De hecho, el caso Parker reveló la imposibilidad de aislar el virus en forma completa, lo que estimuló a la OMS para sugerir que era conveniente destruir el virus.
La eliminación del agente infeccioso ha sido postergada en tres ocasiones. Después de haberse obtenido consenso en 1993 y 1996 se cambió de opinión y se decidió que sería prudente esperar hasta este año, situación que fue nuevamente derogada y pospuesta hasta el 2002. La OMS, en apariencia ajena --cuarto anti-Eureka: Ƒes realmente ajena?-- al terrorismo bacteriológico y al poder de Estados Unidos, consideró que retrasar la eliminación sería útil pues le permitiría a los científicos estadunidenses y rusos clonar fragmentos de los genes del virus con fines de investigación. Sin embargo, hubo consenso científico: los peligros superaban cualquier posible avance científico. ƑY bien? ƑEn dónde queda la sociedad?
Hay que jugar entre el planteamiento de Salk, el poder de Rusia y Estados Unidos, la debilidad de la OMS y la amenaza real o no de guerras bacteriológicas. El conocimiento médico-científico debería ser puro, al servicio de la humanidad, ajeno al poder e inmune a las ideas de los dueños del mundo. ƑCómo aseverar que Rusia-Estados Unidos no utilizarán el virus de la viruela para bombardear? Ante el ascenso de tantos fundamentalismos, Ƒqué sucederá cuando se erradique el virus del sida? ƑSe usará en nombre de Dios o de Estados Unidos-Rusia para acabar con todos "los otros"?