n Por los caminos michoacanos, las palabras de Zedillo en torno a la huelga


Estos tiempos, propicios para respaldar a la universidad

Rosa Elvira Vargas, enviada., Lázaro Cárdenas, Mich., 1o. de junio n En una gira que lo llevó al mar y a los caminos de Michoacán, el presidente Ernesto Zedillo dedicó desde aquí una frase a la situación actual en la Universidad Nacional Autónoma de México, en suspensión de clases desde hace casi 45 días. A propósito de remembranzas y homenajes al ex rector de esa institución, Ignacio Chávez, el jefe del Ejecutivo consideró que los actuales momentos, "son propicios para respaldar a nuestra máxima casa de estudios".

Zedillo volvía ųcuando habló asíų de una breve travesía por altamar a bordo de un nuevo cañonero, donde comenzó los festejos por el Día de la Marina.

Llegó en helicóptero para supervisar el avance de las obras de la autopista Uruapan-Lázaro Cárdenas. Al pie de un puente que unirá a la isla de Cayacal con tierras guerrerenses, comentó que había recibido la petición de los gobernadores Víctor Tinoco Rubí y René Juárez Cisneros, para bautizar ese cruce con el nombre del doctor Ignacio Chávez, a quien el mandatario definió como "un gran mexicano de nuestro siglo", pero que también, y por esos sinuosos caminos de la división geográfica territorial, "tiene ese raro privilegio de ser de Guerrero y de Michoacán".

El mandatario convino y autorizó enseguida la solicitud de dar a ese puente el nombre de quien, además de un brillante cardiólogo, fue rector de la UNAM, y quien por cierto, oh ironías, también enfrentó un movimiento estudiantil de protesta cuando lanzó la iniciativa de aumentar las cuotas, así como la de reglamentar el pase automático, en 1966.

Zedillo afirmó que ese acto de homenaje lo es también para la UNAM y para aquellos que en el transcurso de muchas décadas, de muchos años, "han luchado porque nuestra máxima casa de estudios siga siendo lo que es: una gran institución en la que se sigan preparando muchos miles de jóvenes mexicanos, y en la que se sigue generando investigación científica de la más alta calidad".

Entonces, concluyó, al recordar al doctor Chávez, "estaremos recordando también a nuestra Universidad Nacional. Y qué bueno que lo hagamos ahora, en momentos que son propicios para respaldar a nuestra máxima casa de estudios".

La declaración presidencial sorprendió a quienes viajaron hasta este punto. Ello, no sólo porque a todas luces se trataba de un escenario ųentre graba y trascabosų en el que aparentemente sólo se hablaría de un eje carretero que con sus 272 kilómetros y un costo de casi tres millones, representa un compromiso de cumplimiento antes de que finalice la actual administración federal.

Y desconcertó, pues aunque miembros de su equipo de comunicación y algunos funcionarios federales han hecho comentarios sobre la preocupación del mandatario por lo que ocurre en la UNAM, es la primera vez que él formula alguna declaración pública que pudiera interpretarse como alusiva a la parálisis de actividades en que se encuentra inmersa la institución hace ya casi mes y medio.

Soberanía, el más alto valor

Otros conceptos del mandatario habían tenido también peso específico en este primero de junio, entre ellos, que la soberanía es el primero y el más alto de los valores que unen a los mexicanos y los constituyen como una nación independiente y libre. La soberanía, remarcó, es la expresión de la inquebrantable voluntad que el pueblo ha manifestado siempre, a lo largo de su historia, para decidir por cuenta propia sus leyes y los caminos de su desarrollo.

En las modernas instalaciones de la Base Naval de Lázaro Cárdenas, en la cual se invirtieron de 1996 a la fecha, 118 millones y medio, Zedillo reiteró su idea del nacionalismo mexicano, el cual "rechaza todas las formas de intolerancia y discriminación", es incluyente, abierto a las relaciones respetuosas y francas con todos los pueblos y es un convencido "de los beneficios de la solidaridad y de la cooperación entre las naciones".

Señaló que a partir de ese nacionalismo, la defensa de la soberanía nacional exige garantizar la jurisdicción exclusiva de las leyes mexicanas en el territorio nacional. Los miembros de la Armada, a quienes él caracterizó como "nuestros soldados del mar", se encargan de mantener la soberanía y el estado de derecho en las aguas territoriales de México.

Aun a riesgo de sus vidas, los marinos de la Armada, añadió, oponen la fuerza de las leyes a la delincuencia organizada y extienden el brazo protector del Estado mexicano para socorrer a la población civil. Hay en todos los mexicanos, indicó, un profundo orgullo por la Armada, "por su lealtad y su apego a las instituciones; por su valor, su heroísmo, su capacidad y su eficacia; por su invaluable contribución al desarrollo nacional".

Como hace un año, también en esta ocasión el Presidente aprovechó el Día de la Marina para revisar el desarrollo de las actividades portuarias mercantes y lo hizo en el puerto de Lázaro Cárdenas, donde la profundidad de su canal de navegación permite el arribo de barcos de hasta 150 mil toneladas y es, además, el puerto mexicano con mayor movimiento de carga no petrolera en el país.

Auguró que estas instalaciones podrían convertir a éste, en uno de los puertos más importantes del país para el próximo siglo. Y es que, entre 1995 y 1998, el volumen de carga aquí, aumento 15 por ciento cada año en promedio, con lo que el año pasado llegó a 13.5 millones de toneladas.

El Presidente hizo énfasis también en que gracias a la autosuficiencia financiera conseguida por las nuevas administraciones portuarias integrales, los puertos ya no reciben transferencias de recursos públicos y que en el lapso arriba señalado, el Estado dejó de gastar en esas instalaciones alrededor de 665 millones de pesos, mismos que se destinaron a tareas de apoyo social.

En esos cuatro años, añadió, los empleos directos crecieron 48 por ciento al pasar de 15 mil a 22 mil en 1998; en ese lapso, el manejo de contenedores aumentó 21 por ciento, los tiempos de carga y descarga se abatieron en más de la mitad, y en los 12 meses anteriores se movilizaron, en los puertos nacionales, 237 millones de toneladas de carga.

Ahí también, el capitán Gerardo Sánchez Schultz, presidente de la Cámara Mexicana de la Industria del Transporte Marítimo, habló fuerte de los problemas que enfrenta ese sector, "sumamente alarmado", dijo, por la competencia de barcos con bandera de países de baja imposición fiscal y de aquellos que otorgan privilegios a su flota generando una contienda "desnivelada".

Demandó entonces reformar la Ley de Navegación, donde se consideren excepciones para el otorgamiento de permisos especiales a embarcaciones no mexicanas bajo reglas claras; se elimine también el programa de abanderamiento y se diseñen fórmulas que permitan el desarrollo de una flota mercante mexicana de cabotaje.

El mandatario regresó a la Ciudad de México, luego de una comida con miembros de la Marina y en la que estuvieron los secretarios que lo acompañaron en esta gira: arlmirante José Ramón Lorenzo, de Marina; general Enrique Cervantes Aguirre, de la Defensa; Julia Carabias, de Semarnap, y Carlos Ruiz Sacristán, de Comunicaciones y Transportes.