El festival, un monstruo de mil gargantas

Arturo Cruz Bárcenas, enviado, Acapulco, Gro. n El Festival Acapulco Milenio no es para todos. No lo puede ser. ƑCuántas actividades de este tipo se necesitarían realizar, a la vez, para que fuera para todos los acapulqueños?

Los habitantes del puerto son ajenos a los vaivenes de los artistas, de los medios de comunicación, de las prisas locas para ganarle tiempo al tiempo; del estrés de jefes de prensa, ojerosos, con risitas nerviosas, esperanzados a que sus jefes no vean su inseguridad, su falta de convocatoria.

Afuera de los espacios donde los artistas dan lo mejor de sí, la vida sigue. La rutina, abordar ida y vuelta el camión, pedir la limosna, sudar y sonreír al turista, preparar rápido la comida, limpiar la alberca para que el primo nade y chapotee; servir el trago para saciar una sed interminable de ese monstruo de mil gargantas que se multiplica conforme aumentan los grados centígrados; recoger los objetos, la basura, la mierda, las hojas, para que el visitante se lleve la mejor impresión, el lado bonito de Acapulco, acá, donde no es Renacimiento, donde el EPR no ha aparecido... donde ya ni asaltos hay, celebra un fotógrafo.

Después de las elecciones para gobernador del estado, después de este festival sólo nos quedará como tema fuerte para trabajar la temporada de huracanes, lamenta un periodista local harto de este puerto para millones paradisiaco. Busca temas que sean noticias entre espacios de hoteles de cinco estrellas y playas donde una que otra bella luce lo que la naturaleza reparte inequitativamente. La sociedad se restringe a lo obvio, a lo invisible. Acapulco por y para vacacionistas, para quienes por uno o varios días será refugio u olvido, relax necesario para romper la monotonía de tener que ganarse la vida a fuerza de negarse a sí mismos.

Soy si vacaciono. Las opiniones están divididas para los taxistas, según el número de pasajeros que suban cada día. Para los más, este festival es sólo para los turistas, para los periodistas y sus novias, para beneficio de los hoteleros y restauranteros. Los artífices del transporte no han ido a ningún reventón, dicen a quienes se ha entrevistado por aquí y por allá. Al azar, al preguntarle a gente de la calle, dicen que el festival es para gente que tiene dinero, para quien puede desvelarse... Ƒcómo ir a El Rodeo, por ejemplo, si al otro día hay que levantarse a temprana hora para ir al camello y dar la mejor sonrisa a turistas exigentes y a periodistas que se creen vedettes?

Al ser entrevistado, un taxista viejo y conocedor de otros festivales dice que con este acto se maquilla a Acapulco. La verdad, agrega, es que a la gente de aquí ni le va ni le viene si hay o no festival; de todos modos tienen que trabajar.

La tele ya encargará de darnos su versión de los hechos.