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Cuidar el vital líquido
Según informes de la División de Ciencias del Agua de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), 12 millones de personas mueren cada año en el mundo debido a enfermedades ligadas a la mala calidad del agua, a desastres hidrológicos o por la carencia del vital líquido, cuya disponibilidad a nivel mundial ha disminuido 50 por ciento durante los últimos 25 años.
En nuestro país el panorama no resulta más alentador: si hace apenas unos días, en la ciudad de México recibimos con gusto los primeros aguaceros de la temporada, una "prolongada" y "atípica" sequía en el norte del país ha provocado que diversas entidades sean declaradas zonas de desastre natural.
Al problema de la escasez de agua tenemos que sumar los de la contaminación ocasionada por la agricultura, la industria y los asentamientos humanos; es decir, el aumento de descargas de aguas residuales. En México se generan entre 168 y 232 metros cúbicos por segundo de aguas residuales procedentes tanto de la industria como de los drenajes. Los sectores que generan mayores descargas de aguas residuales son el azucarero, el alcoholero, el químico, el papelero y de celulosa, el petroquímico y el textil.
Otro problema radica en el desperdicio que resulta de técnicas inapropiadas de riego agrícola y de fugas en las redes de suministro: se calcula que debido a una mala utilización a diario se pierde en el país 40 por ciento del agua disponible para uso agrícola y urbano, y que con los 7.5 metros cúbicos de agua por segundo que se fugan, sólo en el Distrito Federal, podría surtirse a otra ciudad de tamaño mediano. No es gratuito que la historiadora Alejandra Moreno Toscano señalara recientemente que la ciudad de México consume más agua que París o Nueva York.
Por otro lado, cifras divulgadas recientemente por Gabriel Quadri, director del Centro de Estudios del Sector privado para el Desarrollo Sustentable (Cespedes), indican que casi 30 por ciento de los mexicanos --población básicamente rural-- no tiene acceso a agua potable, por lo que consume líquido que, al provenir de arroyos, grifos colectivos, norias o aljibes, no ha recibido un proceso adecuado de desinfección y, por lo tanto, es una fuente de enfermedades gastrointestinales.
Lograr un uso eficiente y ambientalmente adecuado del agua es cada día más urgente. Si tienes la fortuna de tener agua potable, por favor, no la desperdicies. (Patricia Vega)