La Jornada lunes 31 de mayo de 1999

Héctor Aguilar Camín
Alianzas

El PAN y el PRD siguen tocando para el público una tonada en la que es difícil creer: la tonada de la alianza opositora. Ninguno quiere pasar por esquirol en la magna tarea común de la oposición, que es sacar al PRI de Palacio Nacional. Los dos quieren mostrar que, en todo caso, es otro el que se niega a la simplísima receta de triunfo que es sumar a la oposición en un solo frente y ganarle al PRI.

La alianza tiene pocas posibilidades y la mayor parte del ruido declarativo que se hace en torno de ella suena más demagógico que real. Todo quedará probablemente en la adhesión de algunos de los partidos pequeños al PRD, otros al PAN y algunos al PRI. La alianza de toda la oposición en un solo frente tiene como primer obstáculo las posiciones divergentes de sus dos partidos y sus dos candidatos grandes.

PAN y PRD no comparten proyectos de gobierno. Cuauhtémoc Cárdenas y Vicente Fox son agua y aceite como políticos profesionales. Sólo coinciden en lo que los divide: ambos quieren de verdad ser presidentes. En días pasados, Fox estuvo de visita en Washington y fue cuestionado sobre si estaría dispuesto a ceder su candidatura a favor de Cárdenas, a lo que respondió con su ranchero: ``No, ni madres''.

Fox hizo también declaraciones sobre sus propósitos de estrechar lazos con Estados Unidos en caso de ganar la Presidencia, y planteó la conveniencia de profundizar el TLC y ampliarlo a un acuerdo laboral. Esa sola propuesta basta para subrayar las diferencias. Cárdenas y el PRD lo que pretenden es renegociar el TLC y más que acercarse a Estados Unidos lo que plantean es fortalecer la soberanía mexicana luego de años de ``entreguismo'' al extranjero de los gobiernos neoliberales.

A las diferencias profundas de estrategia que presenta la alianza, hay que sumar las dificultades tácticas. Conforme a la ley actual, la coalición supondría una reducción del presupuesto para ambos partidos y menores tiempos de publicidad en los medios de comunicación. Habría además el gran lío de convenir listas comunes para candidatos a diputados y senadores, así como la definición del escudo bajo el cual contenderían.

La cosa se antoja difícil en lo estratégico e innegociable en la práctica. No obstante hemos visto ya en la prensa sentados frente a frente a los representantes del PAN y el PRD para conversar formalmente sobre la alianza. Más que negociar efectivamente parecen estar salvando la cara frente a la opinión pública. Ambos partidos tienen que mostrar flexibilidad y altura de miras. En realidad es un ajedrez para ver quién queda como el boicoteador de la alianza y antidemocrático aliado del status quo.

La alianza opositora es una de esas causas que suenan bien de entrada y a cuya convocatoria nadie puede negarse sin quedar mal. En cuanto se le mira con detalle la bondad de la propuesta se hace tan cuestionable como su viabilidad.

La verdad sería deseable que se consolidara un candidato único opositor, para salir de dudas sobre si la ciudadanía quiere o no la alternancia en el gobierno. Puede haber aquí otra de las ilusiones de nuestra novedad democrática. La idea de que los votantes de la oposición tienen entre sí menos diferencias que las que tienen con el PRI y el gobierno. La certidumbre, por tanto, de que una alianza de la oposición derrotará al PRI, ya que sus votos sumados, según indican todas las encuestas, forman la mayoría absoluta.

Puede ser. Pero también puede ser que la alianza fragmente y desaliente los votos de los aliados. ¿Qué pasaría con los votantes duros, los más conservadores, del PAN, si el candidato de coalición es Cuauhtémoc Cárdenas? ¿Seguirían votando por la oposición, se abstendrían o irían corriendo a votar por cualquier otro candidato que impidiera la llegada de un comunista a la Presidencia? A la inversa: ¿Qué pasaría con los votantes duros, los más izquierdistas del PRD si Vicente Fox fuera el candidato de la alianza? ¿Seguirían votando por la oposición, se abstendrían o saldrían corriendo en busca de cualquier candidato que impidiera la llegada de un reaccionario a la Presidencia? La respuesta no es automática ni sencilla. Podría suceder que un candidato de coalición en lugar de sumar todos los votos de la oposición los dividiera y le regresara al PRI, en una elección de sí o no, la mayoría absoluta que no tiene hoy y que difícilmente ganará en las actuales condiciones.