n Llama Zedillo a perseverar en disciplina económica


Pedir libertad comercial a la UE, acuerdo del Grupo de Río

Blanche Petrich, Rosa Elvira Vargas y David Aponte n El Grupo de Río demandará a la Unión Europea libertad comercial integral, en un diálogo que pretende ser ''entre iguales'' y no el de la asimetría Norte-Sur. Sin aparentes discordancias, los nueve presidentes que acudieron a su 13 cumbre en esta capital, encomiaron las oportunidades que ofrece la globalidad a pesar de sus riesgos y elogiaron sus políticas económicas de liberalización, todas similares entre sí.

''El neoliberalismo no ha fracasado''. Con esa frase signó el espíritu de las conversaciones en Los Pinos el presidente de Argentina, Carlos Saúl Menem.

Por su parte, el mandatario mexicano, Ernesto Zedillo, recomendó ''perseverar'' en la disciplina de las ''políticas económicas adecuadas'', ello en cuatro ocasiones durante los 80 minutos que duró la conferencia de prensa para poner fin al encuentro.

La mayor ausencia de mandatarios en la historia de este mecanismo de concertación se registró en esta ocasión. Además, y aunque sobraron las explicaciones para ello -acuerdo previo entre presidentes, fue una-, la 13 cumbre del Grupo de Río se distinguió por carecer de agenda, temario, borradores y declaración final. Aún más, el presidente Zedillo recomendó que este formato de ''debate libre'' sea adoptado en otras cumbres.

Al final de ocho horas de discusión privada, los mandatarios tomaron cinco acuerdos centrales: ir a la cumbre de Río de Janeiro con la posición de negociar una apertura comercial integral con los 15 países que conforman la Unión Europea; llegar a la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) de septiembre próximo con el planteamiento común de que se abran todos los sectores; ratificar su censura al uso de la fuerza de la OTAN en Yugoslavia y por encima del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas; apoyar el proceso de pacificación en Colombia, y hacer un reconocimiento a la solución del diferendo limítrofe entre Perú y Ecuador.

Recomiendan a Europa revisar la experiencia de América Latina

Al aludir, sin mencionarlo, al conflicto de los Balcanes, el presidente Zedillo dijo que "otras regiones debieran revisar con cuidado la experiencia de América Latina para resolver sus conflictos entre naciones". A su vez, Sanguinetti mencionó que durante su reunión del sábado los mandatarios habían "hablado con preocupación" de la situación de guerra en Europa, y confiaron en que para la reunión con los jefes de Estado y de gobierno europeos en el mes de junio, el conflicto armado haya concluido.

Los presidentes Ernesto Zedillo, de México; Julio María Sanguinetti, de Uruguay, y Jamil Mahuad, de Ecuador, ofrecieron en conferencia de prensa las conclusiones de este encuentro, las que englobaron en el diseño de la posición que presentarán el mes próximo en Brasil ante los jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea; la situación económica por la que atraviesa la región y los problemas sociales y de pobreza que aquejan a amplios sectores de la población.

La vía seguida por América Latina en lo económico ''no es un camino equivocado'', enfatizó el presidente mexicano, y al transmitir la coincidencia de sus colegas por perseverar en las políticas adoptadas, ''para asegurar un crecimiento perdurable y sostenido'', afirmó también que todos suscribieron que su compromiso con el libre comercio es ''más firme que nunca''.

Indicó que el proceso de reformas económicas y los ajustes deben ser considerados como positivos, pues así lo evidencia el ''desempeño marcadamente favorable'' de indicadores regionales como el crecimiento del producto interno bruto, la disminución de la tasa de inflación y el aumento en los volúmenes de exportación.

Y aunque no mostraron indicadores de los niveles de bienestar para ilustrar los avances macroeconómicos, sí en cambio los tres presidentes debieron admitir la persistencia de graves rezagos sociales. Pero como su convicción es que deben ''sembrar en lo económico para cosechar en lo social'', el presidente ecuatoriano Mahuad aseguró que de no haber realizado las reformas económicas que con un corte similar aplican casi todos los países de la región, ''la crisis social habría sido mucho más grave''.

''De ninguna manera los países estamos donde queremos'', convino más adelante el presidente Zedillo. Persisten ''circunstancias graves de pobreza y desigualdad'' afirmó, aunque de inmediato planteó que afirmar que la pobreza se ha incrementado en general en Latinoamérica ''resulta inaceptable''.

Se trata, argumentó, de una ''tarea inmensa en la que estamos avanzando'', pues aunque se alcanzaran algunas metas de progreso social, siempre habría otras para acometer.

Con la participación de los mandatarios de Brasil, Argentina, Guatemala, Ecuador, P araguay, Uruguay, Venezuela, Bolivia y México -el presidente de Panamá, Ernesto Pérez Balladares, canceló de última hora y sin mayor explicación-, el encuentro del Grupo de Río obtuvo posiciones de consenso para llevar ante la Unión Europea en junio, en lo que Julio María Sanguinetti definió como un ''episodio inédito, que se da por primera vez luego de 500 años de encuentros y desencuentros'' entre las dos regiones.

Indicó que no obstante que Europa es uno de los grandes centros de poder, América Latina puede tener un diálogo ''respetuoso y profundo'', donde el común denominador sea el credo democrático en ambos lados del Atlántico. El Grupo de Río, dijo, opera hacia ese encuentro como coordinador político que busca animar posiciones para llegar a Brasil, ''mirando los temas con una misma visión''. Esa visión común, señaló el viejo político uruguayo, tiene que ver con la exigencia latinoamericana de contar con mejores condiciones de acceso a la liberalización comercial.

Los presidentes asistentes a la Cumbre de Río presentaron a América Latina como un interlocutor importante, una zona con fuerza política en el mundo. El jugador que no tome en cuenta a la región no tendrá importancia en los partidos del comercio y de la diplomacia. ''América Latina será una de las grandes regiones del mundo con una gran fuerza económica y política en el siglo XXI", expresó Zedillo. Y los países latinoamericanos van a la Cumbre de Río de Janeiro, programada para los días 28 y 29 de junio, ya no con el ''espíritu" Norte-Sur.

"Norte-Sur era admitir de antemano que no era un diálogo entre iguales. Y hoy decimos claramente: la Cumbre de Río va a ser una cumbre entre iguales y esto es muy importante, porque este va a ser un espíritu con el que vamos a abordar nuestras conversaciones, el proceso de toma de decisiones", agregó.

Zedillo aclaró que ni la posible dolarización de las economías de la región ni el eventual control a los flujos de capital formaron parte de las discusiones, porque en este último caso "sería absurdo plantearlo" cuando precisamente se trata de impulsar la globalización financiera.

Antes, los cancilleres informaron de sus acuerdos: fortalecer el Centro para la Formación e Integración Regional -mecanismo de cooperación existente entre la Unión Europea y el Grupo de Río-; establecer un mecanismo de colaboración técnica para la prevención de desastres naturales, y lo relativo a la conversión informática para el año 2000.

El canciller uruguayo, Didier Opperti, respondió a las inquietudes de la prensa paraguaya sobre el asilo que concedió al general golpista Lino Oviedo, y aceptó que tal vez deba revisarse la legislación en esa materia, aunque el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, consideró que es preferible cometer errores que afectar a esa institución fundamental de la que se han beneficiado cientos de latinoamericanos.

n Faltaron cinco gobernantes a la cumbre que terminó ayer en Los Pinos


Diálogo igualitario, mayor logro de América Latina

David Aponte, Rosa Elvira Vargas, Blanche Petrich n Los países que integran el mecanismo de concertación latinoamericano llamado Grupo de Río se congratulan, a 12 años de su fundación, de haber logrado una plataforma de diálogo igualitario con un denominador democrático. Y se empeñan, desde esta plataforma, en conquistar la llave para el próximo siglo: el comercio libre e irrestricto.

Este es el plan común con miras a la reunión que se realizará en junio en Río de Janeiro entre las naciones latinoamericanas y del Caribe -Cuba incluido, es importante recalcar-, y a un plazo más amplio, el encuentro de septiembre, en Seattle, en la reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio. Un plan en el que, según se asegura, confluyen todos los demás mecanismos regionales, Pacto Andino, Mercosur, Asociación de Estados del Caribe y Tratado de Libre Comercio norteamericano. Estos se presentan, hoy en día, como "regionalismos abiertos".

No se menciona que la asistencia de jefes de Estado a las convocatorias anuales ha ido menguando. El año pasado, en la 12 Cumbre, en Panamá, no asistieron cuatro de los 14 gobernantes invitados. Esta vez, en la ciudad de México, son cinco los ausentes. El diálogo libre sustituye cualquier formato de discusión y se brinda una conferencia de prensa, con derecho a cinco preguntas repartidas entre un centenar de periodistas del continente, en lugar de declaración final.

En sus orígenes, el Grupo de Río -que entonces se proponía buscar vías de pacificación regional que contuvieran la estrategia militarista estadunidense- llegó a hacer (Declaración de Acapulco, 1987) un llamado a los países industrializados para "un diálogo político que permita superar los obstáculos al desarrollo, a la reordenación de la economía mundial y la toma de decisiones en materia de paz y seguridad."

El desequilibrio de la economía mundial no ha desaparecido; por el contrario, las asimetrías se han profundizado y las brechas sociales se hacen cada vez más profundas. El atropello de la alianza atlántica al ordenamiento internacional, con los bombardeos masivos en los Balcanes, abre la mayor de las incertidumbres al tema de la paz y la seguridad.

Pero, a juzgar por lo que relataron los presidentes Julio María Sanguinetti, Ernesto Zedillo y Jamil Mahuad, en una relajada e informal conversación ante la prensa, entre los tópicos que ocuparon el diálogo a puertas cerradas de los mandatarios del Grupo de Río, ninguno de estos asuntos fue tratado.

Se habló de economía, dijeron. Se congratularon quienes se sentaron en torno a la mesa de la biblioteca de la residencia presidencial de la forma como la región superó "la década perdida" de América Latina. Hoy se ven a sí mismos como gobernantes de países con economías estables, abiertas, en crecimiento, dinámicas. "Con una fortaleza estructural de la que se carecía hace algunos años". Todo ello resultado de 12 años de ajustes aplicados con inquebrantable disciplina. El final de la década de los noventa los encuentra -según se dijo- en un proceso de crecimiento favorable.

Y todo ello en torno a un modelo único e incuestionable: la globalización. Nada resume mejor el espíritu del optimismo que invadió a los mandatarios de la región que la declaración del presidente argentino Carlos Saúl Menem. "El neoliberalismo no ha fracasado".

Se habló, cómo no, de pobreza. En términos muy escuetos, según lo que reflejaron las palabras del presidente ecuatoriano, Mahuad, a quien le correspondió hablar del capítulo social de la cumbre. "Existe el compromiso de mejorar la calidad de vida de la población en un mínimo aceptable".

El mandatario mexicano lo puso en términos de que "ninguno de nosotros decimos que estamos donde queremos estar. Pero de ahí a decir que el problema de la pobreza se ha ido acrecentando... hay un largo trecho".

ƑCómo entender el abismo que existe entre el planteamiento inicial de la Cumbre de Acapulco de 1987 y este de la recién concluida reunión en Los Pinos? ƑEl orden mundial se ha restructurado y este ciclo de la globalización nos lanza a un futuro de bienestar? ƑEs realmente el comercio la llave a la solución de los problemas de la pobreza, la desigualdad y la vulnerabilidad de nuestras economías y nuestras sociedades?

Dijo el presidente Zedillo que cualquier "jugador" del próximo siglo que no quiera jugar con América Latina en los partidos del comercio, la política y la economía, estará fuera de las finales. Sonreía con orgullo al decirlo.

Olvidaba tal vez las asimetrías con las que muy pronto los buenos propósitos del grupo podrían toparse en Río de Janeiro. Porque la Unión Europea sostiene condiciones severas en materia de democracia y derechos humanos con los países con los que proyecta acuerdos comerciales. Y en cambio, los latinoamericanos esta vez ni siquiera se atrevieron a levantar una mínima protesta por los bombardeos en Yugoslavia.

"Apreciamos las intenciones de la OTAN -dijo Sanguinetti-, aunque la ofensiva en los Balcanes sin el aval de las Naciones Unidas es motivo de preocupación para nosotros". Eso fue todo.