n Buscará respuestas entre los mayores de 11 años
Con la consulta, la universidad nuevamente salió a las calles
Hermann Bellinghausen n La Universidad está en la calle. Eso ya se sabe. Pero hoy lo estará aún más. Miles de estudiantes de bachillerato, pregrado y posgrado, realizarán la Consulta Metropolitana por la Educación, convocada por el Consejo General de Huelga. Durante esta ambiciosa movilización, los estudiantes salen a preguntar, a los mayores de 11 años, sobre el régimen de cuotas de la UNAM y el destino de la educación pública.
Más de 300 secundarias públicas diurnas, del área metropolitana, unas 40 secundarias técnicas, así como telesecundarias y un buen número de secundarias y preparatorias privadas, son sólo la punta del iceberg.
Después de una artesanal campaña de promoción, las más de las veces hecha a pie, informando a la ciudadanía al alcance de la mano sobre la huelga universitaria y la consulta, en menos de una semana los estudiantes prepararon el terreno.
Cuentan con el apoyo de las organizaciones sindicales y populares que han acompañado su movimiento, así como estudiantes de la UAM, el IPN, la Universidad Pedagógica Nacional y la ENAH, en cuyos recintos también se instalarán mesas de votación.
En brigadas pequeñas, y nunca suficientes para una megaciudad como ésta, han recorrido vagones del Metro, parques, microbuses, mercados y hasta dos o tres cruceros, anunciando sus 5 preguntas, que crecieron a 6 por aportación de la ENAH, pues también es hora de saber qué piensa la gente sobre la pretendida reforma legal del patrimonio cultural e histórico de la nación, que no queda tan lejos de las reformas universitarias del rector Barnés, y si a esas nos vamos, de las pretendidas reformas ora sí que eléctricas.
Muchos apoyos han tenido. De trabajadores de la UNAM, el INAH, el INBA. De cientos de padres de familia, a su vez enlazados con las sociedades de padres de familia de las secundarias, y una porción significativa del magisterio.
Las mismas autoridades universitarias, indirectamente, han colaborado. Su insistencia en efectuar clases y exámenes extramuros ha llevado a los huelguistas en brigada a numerosos centros de cita de universitarios opuestos a la huelga, o sometidos a las presiones "académicas", pero como quiera con ojos y oídos, y la capacidad, casi la obligación, de decir sí o no.
El SME les pasó electricidad a los huelguistas, apoyándolos con imprenta, papel y la instalación de mesas. La CNTE y los coordinadoras de la Consulta Nacional Zapatista en el área metropolitana serán claves en el proceso de consulta de hoy. Los resultados serán dados a conocer, a más tardar, el próximo sábado, cuando el CGH se vuela a reunir.
El salón Cachumbambé, de la Facultad de Filosofía y Letras, es el epicentro de la consulta en el sur de la ciudad. Todo el día de ayer formaron colas estudiantes y ciudadanos en general para registrar sus mesas y recoger papelería. En los otros puntos cardinales de la ciudad, los focos de irradiación se localizan en la Prepa 8 y los CCH Naucalpan, Azcapotzalco y Oriente.
El actor que faltaba
Este hervor estudiantil, que como se ve no sólo se consume en asambleas de 13 horas y debates a mitad de la corriente, que parecerían no tener principio ni fin, alcanza ya, como irradiación y como contagio, a los académicos e investigadores de la UNAM, a quienes el conflicto de las cuotas les hizo evidente su crisis de representación.
Los primeros días de la huelga, los maestros se reunían por decenas. Ayer, en vísperas de la Consulta Metropolitana, se reunieron hasta juntar 600 en el Che Guevara, para hablar de sus derechos, y de su idea de la universidad.
La postración sindical y escolar del personal académico encontró un aliciente, un tanto brusco, en la huelga. Ya se han formado unos 20 colegios académicos, y en pocos días podrían ser más. Los académicos ya hablan de constituirse en federación.
Maestros eméritos y de preparatoria, aprendices de posgrado e investigadores de primer nivel, unidos por interés universitario, de pronto salieron de sus corazas, sus islas, y los privilegiados, de sus torres de marfil. Y ya piden mejores salarios, cafeterías, condiciones dignas de trabajo y nuevas formas de gobierno para la UNAM, entre otras cosas.
Durante varias horas sesionaron ayer en la Ciudad Universitaria, y acordaron incluso una marcha para el próximo lunes.
Alejandro Alvarez, de la Facultad de Economía, comentaba que después de 34 días de huelga, e incierto aún el diálogo, la "participación de los académicos ayudará a destrabar la situación".
Y no sólo: la participación de los maestros también le dará mejor densidad al inevitable proceso de diálogo por venir. Promete nivel, experiencia, sed de independencia y compromiso vital con la UNAM. A desempolvar los bártulos.
En suma, la movilización de la Consulta Metropolitana, así como las grandes manifestaciones de las semanas recientes, las brigadas y hasta el inusual linchamiento contra la huelga en los medios masivos, así como las propias actividades rompehuelgas extramuros han puesto a la Universidad en la calle. Y ahora se agregan los académicos.
Las andanzas del doctor Cravioto
En alguna parte debió leer aquello de "divide y vencerás", y se imaginó que haciéndolo le prestaba un servicio a la UNAM. Así que, contra las leyes universitarias y las reglas de convivencia, Alejandro Cravioto, director de la Facultad de Medicina, cogió valor para jugar a las escondidillas, y jugar con el destino académico de los estudiantes.
Primero omitió informar al Consejo Técnico de la facultad y cambió, por su cuenta, las fechas de los exámenes. De hecho, él canceló la más reciente reunión de este consejo. En cambio, se reunió a escondidas con los jefes de grupo y los hizo sus cómplices, suplicándoles, de entrada, que no se lo contaran a nadie.
Hizo que los representantes de grupo proporcionaran listas de los alumnos que sí presentarían exámenes extramuros, dejando fuera, y bien señalados, a los estudiantes que apoyan la huelga.
En seguida, echó a rodar un dispositivo de claves secretas, para informar acerca de las sedes sin que se enteraran los huelguistas. Ayer se celebraron, parcialmente, exámenes de Farmacología. Los huelguistas detectaron los recintos no universitarios donde serían los exámenes, y disuadieron de presentarlos a estudiantes de 18 grupos.
Como le cayeron, para hoy Cravioto aplicará el plan alternativo. El examen de Embriología será aplicado en sedes cuyas claves cambian continuamente. El director tiene tendida una red de jefes de grupo "leales", que realizan conexiones en sitios públicos para correr la voz sobre la ubicación de las sedes, de manera que mañana sólo los de "más confianza", las conozcan. Con procedimientos igualmente ingeniosos, mañana intentará aplicar los exámenes de Cirugía. (Obviamente sin quirófanos, sólo en el papel).
Los aplicadores de estos exámenes son gente de todo tipo, pero casi nunca médicos profesores de la Facultad; a estos últimos, muy al estilo Barnés, los mantiene al margen de todo.
Y aunque en la primer etapa, inspirado tal vez por el conocido autor de novelas de espionaje John Le Carré (Juan El Cuadrado, en traducción literal), Alejandro Cravioto aseguró a los jefes de grupo que los estudiantes que no presentaran estos exámenes, podrían hacerlo después; ahora los estudiantes paristas temen que los manden a extraordinarios.
La campaña de las clases extramuros dio lugar a la estrategia de los exámenes secretos. En tanto la Comisión de Enlace de rectoría y el Consejo General de Huelga intentan ponerse de acuerdo para que haya diálogo, el doctor Cravioto se esfuerza en demostrar que la educación puede ser una forma de complicidad con los happy few. Un buen experimento para la universidad neoliberal del futuro.