n En Los Angeles, cientos de personas protestaron mediante gritos y carteles


El dedazo es ya parte de la historia: Zedillo

Rosa Elvira Vargas, enviada, Los Angeles, 19 de mayo n Quizá por estar entre tantos mexicanos por nacimiento o descendencia, el presidente Ernesto Zedillo osciló hoy entre las anécdotas y las convicciones personales. Usó con frecuencia la primera persona y, coloquial, ubicó el dedazo como parte ya de la historia política del país y resultado de algo que prometió por años pero que, lamentó, ''mucha gente pensó que lo decía de dientes para afuera''.

Y como también dijo que ''disfruta'' la plena división de poderes porque ''significa democracia'', informó a quienes viven en Estados Unidos y esperan poder votar en los comicios del 2000 en México, que eso lo decidirá el Congreso.

Porque igual, sin rubores, contó que nunca había estado en San Francisco; que la suya, es la única familia de México que pasa el verano en Mexicali, pero también recordó que desde 1994 ''establecí que a partir de la próxima elección, es decir, la del 2000, el PRI tendría que democratizarse'' para la designación de su candidato a la Presidencia y afortunadamente, hoy, esta semana, ''puedo decir que de ninguna manera estaba yo mintiendo''.

Paradójicamente también es Zedillo, y no otro, el depositario directo y único de las protestas que continuaron hoy en Los Angeles protagonizadas por algunas decenas de mexicano-estadunidenses, pero con capacidad de tanto ruido y presencia escénica, que a casi nadie pasan desapercibidos sus concheros y sus mantas donde los calificativos al mandatario mexicano incluyen los de ''ladrón'', ''traidor a la patria'' y culpable, aseguran, de ''robo, asesinato y violación''. Con banderas de México y dos o tres con el símbolo del PRD, algún manifestante se caracterizó de Emiliano Zapata y otro más imitaba a la perfección la indumentaria del subcomandante Marcos.

Frente al hotel Westin Bonaventure donde se hospeda el presidente de México, los impugnadores -mantenidos a raya por la policía angelina- reclamaban en español por altavoces la violación de derechos humanos en Chiapas. Era este el segundo punto de su continuada protesta, pues desde temprano se habían instalado a las afueras de la estación de trenes de Los Angeles, de donde se alejaron cuando estuvieron ciertos de que jamás -como tampoco lo consiguieron después- tendrían acceso o podrían ver desde ahí al Presidente.

La banda sinaloense sustituyó al mariachi

Los Angeles y sus mexicanos, sus mexico-estadunidenses y su contaminación, también muy parecida a la del Distrito Federal, recibieron a Zedillo al término de su recorrido desde Burbank, a bordo del tren histórico Truman-Eisenhower, que podrá ostentarse como muy panorámico, pero que no muestra en esa ruta más que feas instalaciones industriales y ferroviarias.

La vieja estructura de la estación de trenes en manos del férreo control del servicio secreto permitió, eso sí, el arribo de la clase política local, los miembros de clubes de latinos en Los Angeles, afines y cercanos al consulado, y decenas de jovencitas ataviadas con los trajes típicos de México.

Y como si fuera una ironía, en la recepción no hubo el mariachi que aquí tanto gusta y se solicita. La música en el salón donde se entregarían las llaves de la ciudad al mandatario corrió a cargo de una banda sinaloense. Qué rápido se adaptan las formas políticas, comentaban algunos con marcado sarcasmo.

El alcalde Richard Riordan y el gobernador Gray Davis, puntual en casi todos los actos que ha tenido Zedillo en esta gira, pronunciaron discursos en los que no cesaban de hablar de la importancia de los latinos en estos lares, de decretar el inicio de una nueva era en las relaciones entre México y California y de pedir que se utilicen las fortalezas de la vecindad y que ''no nos venzan las diferencias''. Con una que otra frasecita en español, incluso el gobernador demócrata también se confesó migrante, ''porque vengo del Bronx'', y dijo que ''si Dios nos hizo vecinos, puerta con puerta, es importante que nos llevemos bien''.

Entonces, y como aquí se usa, pidió recibir al presidente Zedillo, ''un hombre de gran visión y liderazgo'', al tiempo que el alcalde arengaba y gesticulaba pidiendo mayor efusividad en los aplausos y ''vivas a México''.

Por su parte, y en un discurso que empezó leyendo pero que tuvo sus más emotivos pronunciamientos cuando pasó a la improvisación, el mandatario partió de exaltar los logros de la migración -pero nunca se refirió, lamentaban algunos asistentes, a las razones de aquélla-, pues el dinamismo económico de California, dijo, no se podría entender sin la contribución de la población de origen mexicano.

''Detrás de cada uno de ustedes hay una historia de lucha, de esfuerzo, pero también una historia de resultados y de orgullo'', decía con evidente emoción Ernesto Zedillo. Y les pidió seguir luchando, dar ejemplo de buenos ciudadanos, ganar respeto y labrar ''los liderazgos efectivos, reales, enormes''.

Ya en la comida organizada por el Town Hall y Los Angeles World Affair Council, unas mil 500 personas -que según Comunicación Social pagan entre 250 y 400 dólares por asistir- escucharon a su invitado admitir una vez más que México padece una pobreza ''significativa'' que afecta a muchos de sus ciudadanos y que aún tiene una desigualdad ''muy marcada y a veces dramática''.

Esa situación, asumió, no puede resolverse sólo mediante el crecimiento económico o por la vía del mercado. Se requiere un enroque bien pensado, bien diseñado y políticas que ataquen esa desigualdad. Es un mensaje que en ocasiones es difícil comunicar, dijo Zedillo e ilustró entonces con el contenido de los programas sociales de su administración para conceder, sin embargo, que la pobreza mexicana no se acabará de un día para otro ni de un sexenio para otro.

Construir un país mejor no puede ser resultado -indicó enseguida- de una voluntad aislada y ni siquiera de la de un grupo de individuos. La energía y la fuerza social para lograrlo debe venir de toda la sociedad mexicana y ésta debe tener un ambiente político que sólo podrá brindar la democracia.

''No basta tener el crecimiento económico, no basta tener funcionarios gubernamentales que diseñan astutas políticas sociales. Para poder tener certeza de largo plazo, para poder estar ciertos de que el futuro será más brillante, más promisorio, debemos tener una nueva democracia. De otra forma, el riesgo de la frustración, el riesgo de fallar, sería demasiado'', convino.

Y aunque elogió la vigencia de la división de poderes que hoy funciona en México, señaló que la misma ''puede ser dolorosa pero a fin de cuentas la disfruto mucho, porque significa democracia''. Habló de la vigencia de las garantías individuales y se refirió a quienes opinan que las organizaciones no gubernamentales (ONG) a veces son ''demasiado radicales'', pero afirmó que eso no importa pues lo fundamental es que todos los ciudadanos tengan poder y capacidad de expresarse.

Pero si bien la carta central para Zedillo en sus mensajes y entrevistas fue la democracia y la nueva era de cooperación entre México y California, no dejó de atender las inquietudes que sobre el futuro económico tienen los grandes capitales e inversionistas que, encabezados por el Bank of America, se reunieron con él en San Francisco.

Ahí, con representantes de firmas tan poderosas como Chevron o Levi Strauss, entre otras, el mandatario aseguró que no habrá crisis económica de fin de sexenio en México porque para ello se trabaja con una política fiscal adecuada, herramientas monetarias sanas, una deuda pública controlada y un déficit de una cuenta corriente fácilmente manejable, al igual de un alto nivel de reservas en moneda extranjera.

Fueron también conceptos en respuesta a la inquietud que le plantearon los poderosos empresarios del Silicon Valley para que ubicara los ''focos rojos'' que pudieran presentarse ante los cambios políticos del 2000, y donde también enfatizaría la política mexicana de libre comercio y de apertura a la inversión privada nacional y extranjera.

Asimismo, ya en Los Angeles, aseguró que el sistema de libre flotación de la moneda está probando ser muy conveniente para proteger a la economía mexicana de los movimientos abruptos de capital, pero además, darle la certidumbre a la gente de que no habrá ''devaluaciones traumáticas''.

Por la tarde, en la cadena Univision, una de las más vistas por la comunidad latina, Zedillo dio una larga explicación sobre su empeño para que aquellos mexicanos que pudieran optar por la nacionalidad de otro país, no perdieran la primera, si así lo deseaban. Entonces, al entrar al tema del voto de los mexicanos en el extranjero, dijo que gracias al acuerdo logrado por todos los partidos políticos, en 1996 se logró remover el impedimento constitucional que existía para que aquéllos votaran en el extranjero. ''Ya no existe impedimento constitucional'', reafirmó, pero enseguida acotó que hace falta que esos mismos partidos representados en el Congreso se pongan de acuerdo acerca de las leyes que habrán de regular ese sufragio.

''Yo, al igual que ustedes, pues estoy a la espera de los puntos de vista de ese debate y de las decisiones que tomen en el Congreso mexicano''.

Y, como era de esperarse, también apareció el tema del dedazo, el cual según la convicción presidencial es ya parte de la historia política del país porque a partir de ahora, ''el Partido Revolucionario Institucional tendrá un método democrático para seleccionar a su candidato a la Presidencia''.

Otro tema que esperaba la audiencia latina, la famosa Ley 187, fue respondido por Zedillo en el sentido de que confía en el compromiso que ha hecho el gobernador Davis para que los efectos de la propuesta no se materialicen. ''Confío en que él va a honrar su palabra'', dijo.

Desde las pantallas chicas, el Presidente también dejó explícitas sus convicciones personales sobre Chiapas, donde insistió en que el Estado no caerá en la tentación de la represión e insistió en que esperará pacientemente a que se reanude el diálogo.

Para él, aquello que dio origen al conflicto en aquella entidad, si bien justo, ''hoy no es importante'' para la otra parte.

Zedillo termina mañana en San Diego su estancia en California. Antes, aquí, visitará una escuela primaria, estará en la sede de Los Angeles Times y en la ciudad fronteriza asistirá a la inauguración de nuevas oficinas de una filial de Teléfonos de México. Por la noche llegará a la ciudad de México.