n Recibe el premio Espejo de Luz en mérito a su trayectoria profesional


Superar las adversidades, virtud de Walter Reuter

Merry Mac Masters n El fotógrafo Walter Reuter habla entusiasmado de una función de danza que presenció la noche anterior y que a su modo de ver rompe totalmente con el movimiento moderno. La danza ha sido una de sus pasiones, junto con las demás artes, como el teatro, desde sus días de adolescente berlinés. A los 16 años, incluso, interrumpió su trabajo en la fábrica donde aprendía el oficio de fotograbador para asistir al ''congreso de la danza moderna". No obstante, fue hasta su arribo a México, en los años cuarenta, que empezó a fotografiar la danza, desde los bailes indígenas hasta las grandes figuras de las artes escénicas mexicanas como José Limón, Guillermina Bravo, Ana Mérida, Miguel Covarrubias y Julio Prieto.

Rebelde y revolucionario

La danza y sus ''amigos" indígenas son dos temas que persisten en el interés de Reuter quien, a sus 93 años, continúa tan animoso como siempre aunque se ve limitado en sus movimientos por una caída sufrida hace cuatro años y que lo obliga a desplazarse con el apoyo de dos bastones. Hoy, Reuter recibirá el premio Espejo de Luz, por trayectoria profesional, dentro de la entrega de los galardones de la Tercera Bienal de Fotoperiodismo, a las 19:30 horas, en el Centro de la Imagen. Dice no entender bien el nombre del reconocimiento, espera una ''sorpresa" y acepta con mucho gusto que ''me reconozcan como compañero".

Trayectoria es lo que le sobra a Reuter. Nacido el 4 de enero de 1906, en Berlín, Alemania, de padres obreros, se educó en los movimientos juveniles de entonces. Su encuentro con la fotografía se vincula con una situación práctica. En 1929 el jefe de la policía de Berlín prohibió la manifestación del primero de mayo. Como los trabajadores salieron de todos modos, se produjo un violento enfrentamiento con las fuerzas del orden, con saldo de más de 30 muertos. Al otro día, Reuter quiso hacer una ''protesta" en la imprenta donde trabajaba, pero de los 60 empleados sólo firmaron 20. Unas semanas después fue ''echado a la calle por rebelde y revolucionario". Como su nombre fue incluido en una lista negra repartida entre el gremio de las imprentas de Alemania, Reuter ya no pudo conseguir trabajo, pero tenía derecho al subsidio de desempleo en Berlín.

Don Walter, a lo largo de su vida, siempre ha superado las circunstancias más adversas. Pensó, entonces, ''si me compro una cámara quizá pueda trabajar en la prensa y ganarme unos centavos".

Su primera cámara fue una Contessa Nettel de 6x9. En aquel tiempo, dice, había un ministro que tenía la idea ''idiota" de ''frenar el espíritu revolucionario existente entre los proletarios" organizando salidas los fines de semana a colonias de huertos familiares. Reuter se impuso la tarea de documentar la miseria de las casas proletarias fuera de Berlín. Para imprimir sus imágenes convirtió su cámara en amplificadora. Después de dos días ya tenía 15 fotos que llevó a la revista de izquierda Arbeiter-Illustrierte Zeitung (AIZ), que resultaron ''precisamente lo que andaban buscando". Le pagaron tanto dinero por su reportaje que pudo comprar una amplificadora.

Cultivador del periodismo gráfico

Trabajó como fotógrafo para varias publicaciones hasta que Hitler subió al poder en 1933. Para sus reportajes ''agresivos" contó con los nortes que le daba su amigo, el abogado Hans Litten. Muchas veces las imágenes de Reuter sirvieron de ''defensa" para los obreros. Llegó un momento en que el fotógrafo fue amenazado por los Sturmabteilungen SA (cuerpos de asalto) y tuvo que cambiar de residencia continuamente. Dos semanas después de la quema del Reichstag, huyó de Alemania hacia España con sus amigas, la judía Sulamith Siliava (su primera esposa, fallecida en México en 1954) y una ex nazi, así como con una guitarra y una cámara fotográfica.

Durante un tiempo subsistieron tocando y cantando en las calles del sur de España. Con la irrupción de la Guerra Civil española, Reuter se enroló en la milicia andaluza. La derrota, en 1939, le obligó a exiliarse en Francia, donde estuvo en varios campos de concentración. Luego fue ''desmovilizado" hacia Casablanca, donde se le detuvo y acabó en medio del desierto con la tarea de construir el ferrocarril transahariano. Como podía recibir cartas, en una de esas Sulamith le avisó que ya estaba arreglado el pasaje a México en el barco portugués San Thomé. Como los franceses le debían ''f avores", pudo escaparse y llegar a Casablanca justo para zarpar. Tocaron tierras mexicanas por vez primera en abril de 1942. Durante todas esas peripecias don Walter perdía y se hacía de cámaras.

En México trabajó primero con una cámara ''prestada" haciendo retratos de familias judías. Nunca estuvo en ningún periódico, más bien realizó reportajes para revistas.

De acuerdo con la escritora Dorothea Cremer, el homenajeado es considerado por colegas mexicanos como quien ''introdujo en México el concepto del periodismo gráfico moderno".

Aquí también incursionó en el cine realizando siete cortometrajes y siete películas. Reuter guarda un especial afecto para los indígenas de México con quienes llegó a compartir la vida durante el cumplimiento de muchos de sus encargos. Sobre los ''secretos" de la fotografía, asegura que más bien son ''experiencias y cosas básicas" como la introducción de movimiento mediante elementos diagonales.

Asimismo, entre los premiados en esa bienal, figuran seis fotógrafos de La Jornada: José Carlo González, Raúl Ortega, Duilio Rodríguez, Carlos Cisneros, Carlos Ramos Mamahua y Pedro Valtierra.