Mientras que los consejeros del PRI centraban su esfuerzo, que bien puede ser transformador, para definir las reglas que normarán la selección de su candidato, en la que se esboza como factible Alianza de la Izquierda se recurrió a una burda y torpe cargada para prefigurar la candidatura de Cárdenas. Arropado por un gobernador maniobrero, recién llegado al PRD, el jefe del Gobierno del DF puso, con su presencia y ambiciones, un escollo adicional a la incipiente confluencia de la oposición. Se da, de esta manera, un tumbo a la cuidadosa preparación que ha sido trabajada, entre otros, por políticos como Manuel Camacho o Porfirio Muñoz Ledo. El primero no asistió y el otro no fue invitado por los organizadores por motivos fácilmente sospechados: no molestar al ingeniero con la presencia de su enconado rival.
Aliado con un personero (Narro, PT) de menor calado y endeble fama para disfrazar sus acomodos, el otrora furibundo priísta que defendía cualquiera de las posturas y consignas de sus superiores, atrajo a Zacatecas a un Cuauhtémoc dispuesto a empujar su postulación para los comicios del 2000. No importa si, para tal cometido, pueda echar a rodar la buscada alianza y encone los ataques de Porfirio.
Nada hay de sorpresa en las prácticas de los acarreos a modo que ensayó Monreal. Son esos actos de acarreados una parte sustantiva de su formación anterior que no ha podido, por lo que se ve, erradicar. Las indirectas de un adelantado Monreal para distinguir a Cárdenas, desde ya, como el que encabece la alianza, lo revelan de cuerpo entero como un entrenador de búfalos y no como un converso democratizador zacatecano.
No se menosprecia la contienda en la cual Monreal salió victorioso. Más aún si lo hizo en un estado con acentuada tradición monopartidista. Pero de ahí a destacarse como un promotor de la apertura y el pluralismo hay una gran distancia, a pesar de su visible presencia en cuanto acto de proselitismo se lleva a cabo en la República. Aparecer en estrados dando respaldos a diestra y siniestra no le acercará reconocimientos instantáneos o menciones altisonantes como las que, de cuando en cuando, endilgan la CNN y el Time. El anacronismo de lanzamientos cupulares, con sus ''miles de simpatizantes populares'' como el observado, se decanta mejor cuando se le contrasta con el proceso desatado al interior del PRI. A pesar del inmenso cúmulo de sospechas por sus documentadas como consuetudinarias trampas y los enredados manejos a trasmano, lo que decidió finalmente el Consejo Político priísta finiquita el oneroso y humillante dedazo. El solo paso obligado por las urnas lo liquida. Es un logro de valía que vence los retruécanos y manipuleos que muchos le quieren descubrir para no aceptar lo que se está gestando. El PRI nació autoritario, presidencialista, subyugado y así se quedará hasta su destrucción definitiva, que ya está cercana y es inevitable, afirman no sin ciertas razones por ahí. Sin embargo, lo sucedido el lunes y las encuestas ponen en entredicho tales afirmaciones. Por lo pronto, lo que ocurre en el PRI ha ocupado la atención de la opinión pública por casi un mes continuo y, a lo que parece, lo seguirá haciendo por lo que resta del año.
Salir con un candidato legitimado por la voluntad colectiva añadirá una categoría distintiva a los priístas. Categoría que, a lo que parece, la oposición no ha podido, por ahora, asegurar para sí misma. El PAN se encajonó con un personaje salido de la pura mercadotecnia ramplona y el PRD ya se apiñó tras de Cárdenas. A Porfirio, su único rival de consideración, lo quieren doblegar con el exilio. Y por lo que se vio en Zacatecas, algunos otros espontáneos quieren imponer, como predeterminada, la misma candidatura a la Alianza de la Izquierda.
Un panorama alentador que salta por el lado menos previsto, la del ''moribundo'' PRI. En cambio, la burocracia de Acción Nacional pelea como fiera sus posiciones pero es avasallada, desde fuera, por un grupúsculo de ''amigos de Vicente Fox''. Ese equipo apoyador del abanderado con ideas de ''ingeniería administrativa'' con las que quiere enfrentar los asuntos del Estado. No se olvida tampoco, en obligada comparación, el daño autoinfligido por parte de esa nueva izquierda que trampeó su elección y, sin depurarse, pretende reincidir en postularse sin pensar el daño profundo que ya le ocasionó al PRD. Y sobre ello, se le da entrada a un Narro acomodaticio y se confía en las usadas manos de Monreal. Entre estos dos enturbiaron los laboriosos trabajos para promover una conveniente aunque frágil Alianza Opositora. Y entre los dos encaminaron a un Cuauhtémoc que ''se presta'' a tales manoseos.