Las noticias apabullantes han erosionado y disminuido muchos de los instintos humanos. Dolor, sorpresa, júbilo, empatía, identificación, otredad y fraternidad persisten, pero con rostros deformados. Hay, sin embargo, sucesos que por fortuna aún siguen sorprendiéndonos. Eso puede indicar que a pesar de las tragedias que nos circundan, no todo lo que determina la conciencia humana y los atributos de nuestra especie se ha perdido. Los asesinatos en la escuela de Littleton son uno de esos momentos.
La matanza en Columbine High School no es tan reciente como parece. Abril de 1999 fue el mes de la masacre, pero no es ni cortapisas, ni inicio ni el fin de estas historias. Que Littleton sea parte de la geografía estadunidense tampoco es casualidad. No se trata de comparaciones, pero es muy probable que los niños y jóvenes asesinos estadunidenses sean, exceptuando a los obligados niños guerrilleros del Tercer Mundo, quienes liderean este oprobioso capítulo de la humanidad. En la Europa occidental hay historias similares pero, aparentemente, no tan frecuentes. En cambio, en los países subdesarrollados, estos arrebatos parecen infrecuentes.
ƑTendrán también algo que ver en esto los vicios y vacíos que emanan de la riqueza? Es muy probable que sí. Sabemos que los sinsabores y las muertes de los homeless estadunidenses son mucho más lacerantes que las que acaecen en las calles del Tercer Mundo. Sabemos también que mientras que en los países pobres la miseria enseña a compartir, en los del Primer Mundo las redes de la amoralidad, del ''exceso'' de modernidad y la sombra de tantas guerras no pasan inadvertidos: casi nadie conoce al otro. Las distancias no sólo tatúan: dejan cicatrices incurables. Y no únicamente en la piel, sino en el resto de las vidas.
Littleton no sólo sepultó 15 cadáveres y produjo miles de páginas en todos los medios de comunicación. Legó también algunas preguntas infinitas cuyas respuestas parecen incontestables. Dos son fundamentales.
La primera la leí en un libro de Gitta Serenny, Cries unheard: Why children kill. The story of Mary Bell. La autora, con amplia experiencia en el estudio de las tribulaciones de la niñez, trabajó y cuidó a niños y niñas en campos después de la Segunda Guerra Mundial. Tras hurgar durante muchos años acerca de las razones por las cuales una niña de diez años contribuyó junto con otra de 13 en el asesinato de dos pequeños, se pregunta qué pasa con los niños bajo el supuesto de que al nacer son intrínsecamente buenos.
La segunda cuestión contiene implicaciones diferentes: de no haberse suicidado Eric Harris y Dylan Klebol, Ƒcómo debería juzgárseles? ƑCuál debería ser el papel de la sociedad? ƑFue mejor su muerte o hubiese sido deseable ''estudiarlos''?
Aproximarse a la primera pregunta ofrece dos vertientes: o la sociedad modifica la sustancia noble de los recién nacidos o es falso que los niños sean realmente ''buenos''. El primer argumento no requiere demostración: basta abrir los periódicos, encender la televisión o caminar por las calles. El segundo es materia de controversia. Si nos atenemos a preceptos religiosos, habría que confiar, ad infinitum, en el ser humano, a pesar de los Kosovos, las OTAN, los Milosevic, los que vienen. En cambio, si repasamos las ideas de algunos filósofos, las respuestas son distintas. No pocos han afirmado que el mal está determinado ontogénicamente, esto es, desde la concepción. Habrá que esperar que los ingenieros moleculares identifiquen si existen genes que determinan la maldad. Por lo pronto, ya se han descrito genes que condicionan conductas agresivas o tendencias homicidas. Discurrir entre un Dios bueno y sabedor contra lo que muestran naturaleza y cotidianidad es lo que sigue.
El segundo grupo de interrogantes carece de respuestas. Los Harris y Klebol son muchos. Las casas de otros H y K son incontables. Los carceleros, los impartidores de justicia, los reformatorios y otros rincones morales de Estados Unidos están no menos podridos que los hogares que habitaban los jóvenes asesinos. ƑCuántos días y noches les llevó acumular el arsenal necesario para la matanza? ƑCuánta fue la ausencia de la familia y la sociedad para permitir que sus planes se convirtiesen en muerte? De no haberse suicidado, es probable que estos muchachos hubiesen sido condenados a la pena de muerte, pues Estados Unidos es uno de los pocos países en donde esta sentencia se aplica a menores de edad. ƑSu fruto? Seguramente nulo.
Littleton y otras masacres similares deberían ser impensables. Casi improbables. Seguramente inimaginables. Pero no. No lo son. Los cadáveres no engañan. La tristeza es la inutilidad de sus sepulturas. Columbine High School fue apenas ayer. No la primera. No la última.
En el caso de Harris y Klebol otra realidad es la que debe contestarse. ƑSon víctimas o culpables?