n Suspicacia y resistencia
Tomó ocho horas y media al PRI entrar a la democracia
Elena Gallegos n En medio de la desconfianza mutua, porque saben de lo que son capaces... A pesar de las resistencias, porque atribuyen sus derrotas a la apertura del juego... Con todo y las suspicacias alrededor de la posibilidad de que el proyecto de reglas lleve dedicatoria ų"šsiempre se cargan los dados!"ų, a los priístas les llevó ocho horas y media acordar los mecanismos mediante los cuales intentarán dejar atrás la vieja práctica sucesoria que resolvió, para el sistema, el relevo sexenal, y en la que fueron clave las figuras del tapado y el dedazo.
Y a modo de garantizarse la unidad interna, "los nuevos demócratas" según se calificaron ellos solos, decidieron colocar a la cabeza de los órganos electorales que ayer construyeron, a Fernando Gutiérrez Barrios ųtodos y cada uno de los consejeros pasó a rendirle pleitesíaų como autoridad suprema. "šNormas claras y mano firme para que el partido no se nos parta en el proceso!", definieron algunos.
Otros establecieron que la personalidad de "don Fernando" lleva, en sí misma, mensaje especial a Manuel Bartlett y Roberto Madrazo, "por aquello de que quieran brincarse las trancas". ƑUsted garantizará que nadie se salga del camino?, le preguntaron. "Pues eso dicen los compañeros y ese será el reto", respondió un apapachado Gutiérrez Barrios.
Pero al comienzo, y con esa sonrisa que se le sale de la cara, y luego de confesar "sin mentiras ni dobleces" que antes la decisión de quién sería el candidato "pasaba por la voluntad presidencial" ų"šuuuy, ya leyó La Herencia!", se indignó un ex gobernadorų, José Antonio González Fernández aseguró en la euforia: "šNo espero, como presidente del partido, el telefonazo con el nombre de alguien!".
Y lo dijo frente a los hombres que, en su momento, aguardaron la señal, la llamada, la indicación del habitante de Los Pinos para proceder al destape. Porque ahí estaban Alfonso Martínez Domínguez, Jorge de la Vega y Fernando Ortiz Arana, quienes echaron a andar las candidaturas de Luis Echeverría, Carlos Salinas, Luis Donaldo Colosio y Ernesto Zedillo.
Los principales amarres
Para el tamaño del paso que se pretende dar, al Consejo Político Nacional del PRI no le tomó mucho ųaunque se atoró en algunos puntosų discutir las diferencias, modificar varios enunciados (los menos porque se percibía que ya se habían hecho los principales amarres), y darse autoridad electoral, y órganos para dirimir las controversias y para fiscalizar el proceso mediante el cual habrán de elegir a su candidato a la Presidencia.
Por si no bastara, los consejeros establecieron de tal manera las reglas que pocos, muy pocos, se atreverán a contender, y es que "Ƒa quién le va a gustar formar parte del equipo de un precandidato a la derrota?", se preguntaban. En la lectura de Humberto Roque Villanueva ųel único suspirante que es miembro del consejoų, quedó claro que ya están fuera de la contienda el secretario Esteban Moctezuma y el gobernador de Veracruz, Miguel Alemán Valdés.
El proyecto de acuerdo que presentó la dirigencia y con base en el cual elaborarán su reglamento electoral ų42 apartados y un transitorioų, comenzó a debatirse al mediodía, una vez que González Fernández resumiera su contenido y que Dulce María Sauri leyera artículo por artículo.
Sin embargo, la discusión en la que se registraron 112 oradores transcurrió sin mayores sobresaltos ųsólo los que ocasionaron los trastabilleos y confusiones de Celso Humberto Delgado, quien no atinó a aplicar el mínimo procedimientoų, luego de la recomendación del líder para que se pronunciaran por "el cuarto cajón". Esto es, por la consulta directa, a través del voto universal y secreto. Eso salvó lo que pudo haber sido el mayor desacuerdo.
Así, la opción de elegir al candidato a través del Consejo Político sólo obtuvo un sufragio; la convención de consejeros políticos nacionales y estatales, ocho; la convención de delegados, doce, y la consulta directa, 307. Se anularon tres boletas y no se utilizaron 22.
El único que se inscribió para hacer observaciones al proyecto, en lo general, fue Roque Villanueva. Expresó sus preocupaciones en torno al financiamiento ųel partido no les dará ni un cincoų, y respecto de la propuesta de que el triunfador sea aquel que gane la mayoría de los 300 distritos, cuestión que, se vería más tarde, generó uno de los más intensos intercambios. La duda: "ƑEn qué disyuntiva se pondrá al partido si el precandidato que gane más distritos no es el que obtenga más votos?"
Le contestó, sin pena ni gloria, Rafael Rodríguez Barrera. Enseguida y en votación económica, aprobaron en lo general el proyecto, pero apartaron para el debate 19 de los 42 artículos. Antes que éste se produjera y mientras Celso se enredaba con las maneras para conducirlo ųtuvo que poner orden Antonio Riva Palacioų, la gente de Roberto Madrazo comenzó a cabildear. Ulises Ruiz, Georgina Trujillo y Manuel Andrade iban de aquí para allá, intercambiando puntos de vista y, sobre todo, pidiendo el consejo de Artemio Iglesias.
Habrían de anotar a su favor el hecho de que en el órgano electoral interno estuvieran representados los precandidatos, pero no en las instancias en las que se ventilarán las controversias, como pretendían.
Correspondió a Carlos Almada, Luis M. Farías y Sabino Bastidas, entre otros, acercarse a quienes pidieron hablar en contra, para conocer sus impugnaciones, preparar la defensa y encontrar salidas.
El primer punto lo puso sobre la mesa Salvador Rocha Díaz, quien explicó su desacuerdo en que la decisión de la ubicación y número de mesas la tomara la Comisión para el Desarrollo del Proceso Interno (la autoridad electoral que presidirá Gutiérrez Barrios). Otros consejeros se sumaron a la preocupación de Rocha, hasta que Almada hizo una propuesta que ayudó a superar la situación: "Se instalará el mayor número posible de mesas atendiendo a criterios de cercanía del votante".
Más tarde, los priístas sí se metieron en una acalorada discusión cuando vino el noveno enunciado que preveía: "Quien obtenga el mayor número de votos en cada distrito será el triunfador en ese distrito. Será postulado candidato quien gane el mayor número de (los 300) distritos electorales".
Ahí sí nadie quiso ceder. Yolanda González, Rodolfo Echeverría, Encarnación Alfaro, Jorge Canedo Vargas, Angélica Luna Parra y muchos otros le entraron con ganas. Las elecciones, señalaron en todos los tonos, se ganan con votos y debe ganar el que más sufragios reúna.
González Fernández contestó con la batería pesada: Carlos Sobrino, Oscar Levín, Rafael Oceguera, el gobernador de Colima Fernando Moreno Peña, y hasta Fidel Herrera ("Ƒpor qué Fidel?", se sorprendieron muchos, "si eso no le ayudaría a Miguel Alemán". Eso, y la designación de Fernando Gutiérrez Barios, dio pauta para que se rumorara que el Alemán hijo no irá a la contienda).
La defensa del triunfo por distritos consistió en advertir que sólo obligando a que los precandidatos hicieran campaña en todos y cada uno de ellos, se llegaría a la elección del 2000 con una mayor presencia nacional. Aunque de acuerdo con los tiempos abiertos para la campaña (del primero de agosto al 3 de noviembre) tendrían que recorrer tres distritos diarios, y de carrerita.
"Si quieren que los candidatos visiten todos los distritos, pues pónganlo en el reglamento", respondieron. Buena parte de los oradores se lanzaron contra el punto, al considerar que podía afectar a alguno de los precandidatos. Otros creyeron ver en el mismo el candado que se estaba dando el CEN para "maniobrar" a favor de alguien en particular. Sobraron las especulaciones. Sabedores de cómo se las gastan, buscaron evitar cualquier cosa que oliera a trampa.
Al final, fue Beatriz Paredes quien, sin rodeos, dio las razones de la propuesta: "De esta manera ųconvinoų evitamos que las elecciones las manipulen los jefes políticos locales y los cacicazgos regionales". Y la propuesta pasó tal y como estaba originalmente.
Y, quién lo iba a pensar, la yucateca Dulce María Sauri abundó en lo dicho por la senadora Paredes, y se lanzó también contra los cacicazgos que "frenan la expresión plena de la voluntad popular". Y la propuesta pasó tal y como estaba originalmente. Sólo en lo referente a un posible empate, sí se especificó que éste lo resolvería el número de votos.
Por cierto, la participación de las priístas revistió gran importancia. La jalisciense María Esther Sherman fue de las más activas, con observaciones y aportaciones; Dulce María estuvo especialmente puntillosa; Beatriz Paredes hizo dos apariciones que ayudaron a destrabar disputas que rayaban en la necedad, y Elba Esther Gordillo, brava como es, se negó a aceptar "que mostremos desconfianza en nosotros mismos".
La maestra fue mucho más allá de las tibias actitudes esgrimidas por Leonardo Rodríguez Alcaine y Nezahualcóyotl de la Vega, al señalar que ella no permitía que se pusiera en duda su ética y su responsabilidad, y que se conculcara su derecho a actuar políticamente.
Esto, cuando los priístas insistían en que se prohibiera no sólo a los miembros del CEN, sino también a los dirigentes de los comités estatales, distritales y municipales, así como de los sectores y organizaciones sociales, manifestarse abiertamente a favor de alguno de los precandidatos.
Lo anterior resultaba un contrasentido si se consideraba que en un artículo aprobado antes se establecía con claridad que los aspirantes sólo serían registrados si uno o más sectores se pronunciaban en su favor. Al final sí pasó la propuesta de Artemio Iglesias, de que la prohibición se extendiera a la estructura del partido ųapoyada con entusiasmo por los madracistasų, pero no a las organizaciones.
En este debate, los priístas se exhibieron tal como son, puesto que uno de los señalamientos giró alrededor de que la línea se tira, precisamente, a través de esos órganos, por lo que era necesario obligarlos a la imparcialidad.
También Iglesias evidenció lo que para las carreras personales o las perspectivas de las organizaciones puede significar el equivocarse. Apoyó a ultranza la posibilidad de que sectores y consejeros puedan respaldar, para su registro, no a uno sino a varios, a todos los aspirantes: "Ya sabemos lo que ocurre si pierde la opción que se postula. Si se ven cosas en los procesos municipales o locales, šimagínense las vendettas! en el caso del candidato a la Presidencia". Estaban tan democráticos, que hasta el propio mandatario mexiquense, César Camacho Quiroz, habló en pro de que los gobernadores no expresen sus preferencias.
Por lo demás, no prosperaron iniciativas como la de Víctor Hugo Celaya para que, como lo hizo el PRD en su fallida elección de dirigencia, los simpatizantes tuvieran la opción de afiliarse al acudir a votar.
Y la que se llevó silbidos fue Yolanda Sentíes, al tomar la palabra para preguntar quién pagaría la comida de los representantes de los candidatos en la elección del 7 de noviembre, y el que de plano terminó en el ridículo fue Rocha Díaz, cuando queriéndole hacer un favor a su amigo Bartlett, propuso se interrumpiera la sesión para que no se eligiera a los miembros de las distintas comisiones que se encargarán del proceso, hasta no consensar los nombres con los posibles precandidatos.
Celso lo puso a votación y Rocha Díaz sólo logró un voto: el que él mismo se dio. Ello ocasionó que en los corrillos se asegurara que para Bartlett la presencia de Gutiérrez Barrios como autoridad electoral resulta, al menos, incómoda.
El Trife interno
Entre los miembros de las nuevas comisiones, arrancaron aplausos ųademás del de Gutiérrez Barrios, quien fue el que se llevó la tardeų, Sergio García Ramírez y Jorge de la Vega, quienes formarán parte de la que conducirá el proceso; Juan Moisés Calleja y Dionisio Pérez Jácome, quienes estarán al frente de la que se encargará de la Equidad y la Justicia (una especie de Trife interno), y Manuel Jiménez Guzmán, quien habrá de defender los derechos de los militantes.
Vicente Fuentes Díaz, quien le dio la vuelta a la petición de expulsar al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, estará nuevamente a cargo de la Comisión de Honor y Justicia, y Felipe Solís Acero (fue el último nombre que mencionó Celso), el mismo que generó una agria controversia entre los consejeros ciudadanos del IFE, disputa que acabó con su salida del Instituto, será el secretario técnico de la autoridad electoral.
A las 18 horas con 28 minutos, el pleno del Consejo Político Nacional del PRI dio "šla bienvenida a la democracia!", al aprobar las bases que reglamentarán el proceso interno. Los "nuevos demócratas" estaban en el júbilo. Estaban enterrando ųa decir de Luis Martínezų en el Mausoleo de la Historia, al tapado y al dedazo.
Pero hasta no ver no creer. Para buena parte de los priístas sigue vigente la frase del Meme Garza: "El partido tendrá a varios candidatos y... šal bueno!". En plan de chunga, cruzaron apuestas: "šƑCuánto a que el bueno será Paco Labastida?!".