n Versátil, camaleónica y multifacética, los epítetos a la actriz en Bellas Artes
Rinden homenaje a Carmen Montejo
Mónica Mateos n Sus ojos son, efectivamente, como dice Hugo Argüelles, deslumbrantes, grandes destellos de travesura. Aun cuando se le llenan de lágrimas no pierden el temple, la fuerza que confirma que conocerla es acceder a una magia imposible de dejarse de perseguir. Quizá por eso, con voz trémula, una joven del público le dijo a Carmen Montejo: "Me da mucho coraje haberme perdido sus actuaciones en todas esas obras de las que han hablado".
"šPero cómo, niña!, Ƒsi todavía no habías nacido?", le respondió la efervescente Susana Alexander. Muchos siguieron hablando, todos querían contar su historia del día en que se toparon con esa mujer "versátil, camaleónica, multifacética", dijo Argüelles; con ese ángel "que es mi hermana, mi novia, mi madre, mi querida", agregó Xavier Rojas; con la ''bellísima, actriz-actriz, que verla actuar es como escuchar un cuarteto de cuerdas", añadió Héctor Mendoza.
En la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, la tarde del sábado 16 de mayo de 1999, durante su homenaje nacional Una Vida para el Arte, Carmen Montejo confirmó una de sus máximas: "La vida es un bumerang, si das amor, recibes amor".
Ante conocidos y extraños demostró la validez de su gran decisión: entregarse en cuerpo y alma al quehacer escénico, porque para eso nació, para develar en cada una de sus soberbias actuaciones los abismos o las alturas del espíritu humano. Nada más. Y son ya 67 años dedicados a ser primera actriz.
"Créanme que lo que estoy sintiendo ahorita nunca lo había experimentado", dijo la Montejo, como la llaman con admiración sus colegas. Emocionada, pero sin perder el aplomo ni la sonrisa, agregó: "Quiero que este encuentro sea como todo lo que he hecho en la vida: un acto amable, con sentido del humor, que no demos pie a la solemnidad, que sea amistoso porque lo único que necesito para seguir viviendo es amor, ternura, que me apapachen".
Nadie le negó el gusto. Desde su amiga Susana Alexander, quien se encargó de conducir el homenaje, hasta Gerardo Estrada, director del Instituto Nacional de Bellas Artes, que por iniciativa de la asociación civil Nuestros Mayores realizó este reconocimiento a la muchacha cubana que en 1946 eligió a México como segundo hogar y como primer foro para desarrollar una larga carrera profesional.
También llegaron representantes de diversas asociaciones de artistas mexicanos radicados en California y Florida, Estados Unidos, para entregarle placas conmemorativas y muchos abrazos. Pero el mejor de los obsequios para Carmen Montejo fueron los recuerdos, convertidos en anécdotas, sembradas en el corazón de sus amigos, admiradores secretos, enamorados eternos de su arte.
Hugo Argüelles contó que tenía 10 años cuando la vio por primera vez en la película El camino de los gatos, de Chano Urueta, y desde entonces la convirtió en su secreta y amada compañía, enamorado de sus ojos. Tiempo después, cuando Argüelles iniciaba su carrera como dramaturgo, fue la Montejo quien lo apoyó para poner en escena su obra Los cuervos están de luto, "apostando con su dinero por el teatro mexicano, algo que entonces ninguna actriz hacía". El día del estreno, que fue el 22 de abril de 1960, el público aplaudió de pie durante más de 15 minutos, "y esto porque hubo una Carmen Montejo que creyó en la obra".
Luego, el dramaturgo realizó su célebre Doña Macabra, personaje que la Montejo pudo hacer después de 20 años de trayectoria artística, tiempo en que interpretó, ya sea en televisión o en cine, todos los personajes femeninos de la historia. "Carmen me dice que soy su orgullo. Yo le respondo que en el brillo de sus ojos sigue vivo el sueño de un niño. Conocerla ha sido una espléndida lección en mi vida", concluyó Argüelles.
Otro enamorado secreto de la Montejo, Héctor Mendoza, narró su emoción al conocerla ųaunque entonces "ella ni me peló"ų y al verla actuar: "Tiene una conciencia tan profunda de las palabras que cuando dice los textos teatrales significan tanto, tanto. El mejor homenaje sería volver a trabajar con ella, en nuestro lugar que es el teatro".
La asociación Nuestros Mayores aprovechó el acto para solicitar a las autoridades del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes una colección de videos con las películas de Carmen Montejo, y que se distribuya en todas las casas de la cultura del país, "porque de ella hemos aprendido que el teatro es la historia de la humanidad", dijo Sofía Vela de Guzmán, presidenta de la mencionada agrupación.
La actriz Alicia Montoya agradeció la generosidad de Carmen; una de las alumnas de teatro de la Montejo recordó la gran lección que de ella recibió: "aprendimos que deberíamos ser rocas, pero de oro"; un padre de familia añadió que sin el apoyo de Carmen su hija no habría iniciado su carrera de actriz; "has sido una gran inspiración", se le oyó decir a otra joven.
Y la actriz sólo lamentó que su homenaje, al igual que la vida, duraran tan poco: "Todo pasa como un sueño, pero ha sido hermoso".