La ciencia, la tecnología y las empresas
Félix Córdoba Alva
En reciente reunión en Acapulco del congreso internacional de tecnología y desarrollo Adiat-CIRAA, organismo de los directivos de la investigación aplicada y el desarrollo tecnológico, reseñada en la página 43 de La Jornada de 17 de abril, el doctor Carlos Bazdresch Parada, director del Conacyt, menciona: "Inútil, más gasto en ciencias y tecnología sin integrar sectores", y en la parte inferior de la misma página se lee la respuesta de los industriales: "El gobierno debe compartir riesgos (léase recursos) en la tecnología y ciencia de los industriales" para caminar a una verdadera integración.
Sobre esto, vale la pena recordar que el IPN, fundado por Lázaro Cárdenas y enriquecido inesperadamente con científicos de la emigración republicana española, surgió como el mejor camino para crear y desarrollar ciencia y tecnología nacional, indispensable para el desarrollo del país. Recuérdese asimismo que el Sistema Nacional de Tecnológicos Regionales, repartidos en todo el país y organizados siguiendo firmemente el modelo IPN, se estableció para formar ingenieros y tecnólogos. Estas instituciones suman ahora más de 100 junto con 20 institutos tecnológicos agropecuarios aproximadamente, y los primeros tienen como lema desde su fundación: "Tecnología propia e independencia económica". Pero, como dijo el mismo doctor Bazdresch en la reunión que comentamos: "Los industriales de Monterrey resuelven sus necesidades técnicas en Texas", lo cual podríamos hacer extensivo a casi toda la industria nacional, incluyendo las grandes empresas que usan tecnologías, como Maseca, cementeras, Bimbo (Wonder) con apoyos tecnológicos más o menos directos del extranjeros mediante los llamados paquetes tecnológicos pagaderos con divisas.
Por supuesto que las empresas fuertes "mexicanas": industria automotriz, electrónica, farmacéutica, de alimentos y refrescos, todas sucursales de trasnacionales poderosas, demandan y siguen incorporando desarrollo e innovación tecnológica del exterior para mantenerse competitivas, y por lo tanto no necesitan ciencia y tecnología nacional.
Por otro lado, no parece reconocerse que la separación entre la ciencia y la tecnología nacionales (esencialmente en universidades públicas y tecnológicos, porque las privadas no parecen interesadas en la ciencia) y las entidades productivas del país, no es una situación privativa de México, ya que los países subdesarrollados, o emergentes, como también se denominan ųBrasil, Argentina, Chile, Venezuela, Perú, Bolivia, etcétera, por mencionar sólo algunos de nuestra regiónų, sufren en mayor o menor grado de la misma desvinculación entre la ciencia y la tecnología locales y los factores importantes de la producción.
Esa situación se ha agudizado en los últimos años, ya que Argentina, por ejemplo, tuvo una tecnología propia avanzada en física, en biomedicina (dos premios Nobel) y en el terreno militar e industrial. Sin embargo, las políticas recientes de copia y sumisión de Menem han desmantelado la tecnología nacional y debilitado fuertemente la ciencia atrincherada en las universidades.
Brasil llegó a tener un sistema avanzado propio de tecnología y desarrollo en informática y computación, pero al abrir sus fronteras indiscriminadamente a las grandes transnacionales como IBM, H-P, etcétera, aquella fue barrida y ya no existe, sino como ensambladora de los gigantes fabricantes de hardware y software, principalmente de EU, Japón y en menor grado de Europa.
Me parece que, aunque difícil, hay caminos nuevos. ƑNo podríamos nosotros intentar un esfuerzo de conocer y de plantear asociaciones y alianzas entre nuestras comunidades científicas y tecnológicas nacionales en Latinoamérica? ƑNo sería posible que nuestros industriales medianos y pequeños se asociarán con similares de la región latinoamericana? ƑNo habría posibilidades de ampliar, enriquecer, innovar, fortalecer nuestros sistemas de institutos tecnológicos en conjunto con nuestros colegas de universidades e instituciones del Polo Sur? Desde hace años existe un foro primordialmente latinoamericano, que es la Asociación Interciencia, de la cual forma parte el Conacyt e instituciones similares de todos los países de América. ƑNo sería posible aprovechar esta organización en ese sentido?
Creo que, en una situación casi desesperada por la falta persistente de integración de la ciencia y tecnología con las entidades productivas, vale la pena buscar socios en idénticas situaciones y problemas y tratar con mucha paciencia de construir un grupo latinoamericano fuerte que pueda figurar en el concierto de los bloques en el mundo. Creo posible proponer algunos nombres de colegas experimentados que estarían dispuestos a detener por un tiempo la fiebre publicitaria a que se nos obliga, y trabajar en tan valiosa tarea con algunos colegas y empresarios sudamericanos (también de centroamericanos y del Caribe). Esto no sería costoso para el Conacyt y daría lugar a un caudal de información continental fidedigna y correcta sobre las actividades científicas y técnicas de la región, sus avances y dificultades en una integración con las industrias locales y regionales.
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