Massimo Cacciari no puede ser más ``el angel necesario'' de la salud de Venecia, pero cualquier cosa de él nos hace pensar en la película de Win Wenders, Las alas del deseo. El filósofo de la guardia de la ciudad de los Doges combina un elegante desapego y una cólera contenida contra los irresponsables, los confusos y el tiempo perdido.
Con el derecho de anunciar siempre una gran independencia frente a las organizaciones que pertenece (Potere operaio, pds) o es miembro (pc), Cacciari no es un intelectual orgánico, es un intelectual comprometido, al estilo francés: lejos de definirse como un pensador que juega la política de altura de su propia olimpiada y que, eventualmente se ciñe a la acción política, no conoce más la teoría que la inmersa en las vicisitudes de la vida de la ciudad y en la acción. Refuta entre tanto la mezcla de géneros y alterna producción filosófica y actividad política al mismo tiempo.
Cacciari no es el típico alcalde que se limita a realizar una buena gestión y que no ve más allá de los extremos de su ciudad. El es ante todo un filósofo, no sólo el resultado de la esfera política, el espacio de las fuerzas contrarias de la marcha e identidad, el espacio que ataja a los actores de la globalización financiera y económica y a las fuerzas de reacción nostálgica y de réplica comunitaria. Contra la moda de ``toda la sociedad civil'', afirma la necesidad de una autonomía de la política y manifiesta una voluntad por poner sentido a la representación y a la acción colectiva para la reconstrucción de una capacidad de decisión política.
Actualmente, el futuro de la democracia pasa también, según Cacciari, por la autonomía de los pueblos y de las regiones, por una reforma federal en el seno de cada uno de nuestros países y desde una perspectiva europea. En Italia, al movimiento de los cien pueblos, en el que participan los alcaldes de Roma, Palermo y Catane, lo une las figuras de muchos que combaten contra un Estado que en despecho por su debilidad es muy centralizado; contra el liberalismo sin freno de Berlusconi, y contra el populismo nacionalista de la Liga del Norte. El movimiento ha participado en las elecciones europeas con una lista concurrente de ellos, del pds, dirigido por Romano Prodi, movimiento que caracteriza todavía a la izquierda de Estado.
Sobre una escena internacional caracterizada a la vez por una competición e interdependencia creyentes de los lazos de solidaridad, de confrontación, de intercambios, de establecimiento entre los actores que experimentan esa misma aspiración de la autonomía, Cacciari propone una Europa por medio de su diversidad que resista a la uniformización y a la globalización, y que al mismo tiempo refute la enfermedad sobre ellos mismos. Que reencuentre su vocación y se exceda. Venecia es recuerdo y promesa de esta ``patria para los otros'', de esta ``patria ausente'', forzosa y felizmente ausente. Ciudad del mundo, ensambla las épocas y es en estos tiempos una puerta abierta a las culturas diferentes.
Venecia se abre desde mayo, en el palazzo Grassi, a una excepcional exposición arqueológica sobre los mayas. La ciudad ha tendido desde los últimos años lazos privilegiados con las comunidades mayas zapatistas de Chiapas. Existe un mundo entre el filósofo de Doges, Cacciari, y el subcomandante Marcos, pero tienen como punto común la voluntad de pensar con ``encantamiento'' nuestro mundo desencantado a la manera de Win Wanders en Las alas del deseo.
-Usted es un filósofo y también hace política, ¿podría comentarnos su trayectoria?
-Yo siempre hago política. La relación entre política y trabajo intelectual es más que evidente, a menos en nuestra cultura, en nuestra tradición. Jamás he sentido el problema de esa relación. En Europa, hacer un trabajo intelectual, hacer filosofía, siempre ha sido parte de una actividad pública. Existen periodos donde se es más filósofo y otro donde se es más político, pero son implicaciones -creo- naturales. El lenguaje filosófico europeo es intrínsecamente político. No comprendo a los intelectuales que sólo se fundan en los discursos políticos. Las ideas políticas sino se buscan para encarnarlas, sino se ponen a prueba con los hechos, terminan en abstracciones, y la filosofía es lo contrario de la abstracción, es la búsqueda máxima de lo concreto. Cuando tienes ideas políticas, sean éstas buenas o malas, me gusta ver si tienen la dirección.
-¿Su posición filosófica es o la considera pesimista?
-Detesto las utopías, detesto las ideologías. Busco inscribirme en la gran escuela del realismo político. Amo a Maquiavelo, Tocqueville, Schmitt -cuando ellos no hacen ideología, parecerían a un Schmitt muy ideólogo-... amo a Weber. Aquellos que a la vez enseñan y se enfrentan a la acción política, que no se quedan sólo en la plática política. Aquellos que postulan una sana antropología negativa, que no creen que el hombre nació bueno y que la sociedad es la que los vuelve malos. Eso no es realismo político, pues éste no se anima sino por una sana y realista antropología negativa. Ello no es pesimismo, es realismo. El gran pensador político francés no es Rousseau, es Tocqueville.
-Pero después de Platón el filósofo comprometido no habla sino en nombre de la utopía.
-En Déclinaisons de l'Europe escribí un capítulo que intitule ``Platón realista''. Creo sinceramente que Platón no es del todo un utopista. El parte de una visión desencantada, trágica y pesimista del hombre, y busca la forma de organizar la ciudad, todo en derecho plenamente consciente de la dramática dificultad de ésta tarea. Parece que la ciudad platónica es una ciudad en la creencia, una ciudad que se desarrolla, que transgrede sus propios límites.
``La visión platónica pone en relieve de manera inexorable la increíble dificultad que representa mantener una ciudad sana. Es sobre la esencia de la República que la política platónica pone el acento no sobre un modelo abstracto, sino sobre la enorme dificultad de aquélla por establecer una visión realista. Como en el mito de la caverna, cuando el filósofo retorna de la caverna -parece que debe regresar, debe hacer política, y no sólo contempla las ideas- las personas no lo reconocen, no lo siguen, no lo escuchan. El realismo platónico está en esta dramática contradicción entre la idea de la polis y la posibilidad efectiva de ponerla en práctica, y no es la política
de pasar de la política a la economía como valor fundamental de la organización de la sociedad. La política se inscribe en un tejido, en un contexto social y cultural, pero ella es al mismo tiempo proyecto y determinación autónoma de sus fines. Ello no consiste solamente en la representación de sus intereses, culturas, valores dados, pues ella es también la posibilidad de constituir las relaciones nuevas sobre las bases que no emergen simple y espontáneamente de la sociedad civil.
''Si suprimimos la dimensión constituyente sobre las base en la que se construye finalidades, valores, relaciones, si transformamos la política en una práctica que representa inmediatamente tal o cual interés, tal o cual cultura, tal o cual valor, dejamos la esfera política para caminar hacia la economía. No es esta la orientación que tenemos actualmente de la acción política. La concepción de la democracia que circula en nuestras sociedades no considera legítima la representación inmediata de los intereses particulares. Esta es la idea que casi todo el mundo se forma en su cabeza, pero es la negación misma de la idea de política, de la idea de representación. Cuando postulo una representación inmediata anulo la idea de representación, anulo la política. Cuando quiero que alguien que me representa sea igual a mí, ¿por qué me representa?''
-Usted lanzó un manifiesto en el que se ve la expresión de refutar este fin de la política. ¿Cuál es la ambición del movimiento federalista que usted pregona?
-Creo que la práctica política en nuestros países necesita una especie de revolución copernicana, de una destrucción radical del aparato centralista autoritario-burocrático de los viejos estados a los que Nietzsche llamaba los monstruos fríos. La estructura vertical y piramidal de esos Estados, la idea de soberanía de éstos, tendrán en adelante su fin. El Estado moderno está en su declive, encarcelado -por una parte- por las posiciones micronacionales y regionales -la Lega y el Pen- y -por otra- por la grandes potencias supranacionales técno-económico-finacieras y también culturales. Asistimos a la destrucción de los viejos aparatos estatales bajo los efectos de estos dos movimientos opuestos y complementarios. ¿Cómo regir esta tendencia, cómo inventar nuevas formas políticas? Creo que la idea federal es un paso hacia la respuesta. Ella consiste en reconocer la personalidad de las diversa regiones, de las diversas ciudades que constituyen la historia del continente, no desde una perspectiva de repliegue sobre las localidades, los municipios, sino con una autonomía convergente vista y organizada en función de la riqueza de las relaciones de los intercambios entre las regiones y las ciudades. El federalismo es autonomía en los sistemas que se integran de manera conflictual. El federalismo combina solidaridad y competición. No es un jardín de niños donde jugamos todos en una felicidad perfecta.
``La idea federal reinvierte las jerarquías políticas existentes, porque la historia del continente, después de dos siglos y con una historia de excesos compuesta por cuerpos intermediarios, de la sociedad civil, de los roles de la ciudad, de los roles de las regiones. Este es el sacrificio para la conquista del corazón del Estado, esta es la mitología de época contemporánea, la mitología de todas las organizaciones políticas tal como nosotros las heredamos: una lente que ascendía desde la base con la idea de amarrarnos con la idea de un panóptico, y lo diré a la manera de Foucault: el ideal carcelario, concentración de un programa que capta todos los recursos y los distribuye racionalmente. Este es el modelo del Estado moderno. Este es un modelo anacrónico, que no funciona más, que no corresponde a la cultura de las personas, que no tiene sentido. Es lo que queda del Estado, pero es un futuro loco el que volvemos a ver, es la condena a la ineficacia, a la improductividad, al despilfarro.
''El Estado moderno se encuentra en curso de liquidación no sólo como efecto de un proyecto político que destruye o reconstruye sobre el modelo federal, también sobre los efectos de los dos grandes movimientos mencionados''.
-En su propuesta queda un lugar para el Estado-nación.
-Creo que la primer meseta debe ser una reforma federal de todos los Estados europeos en su funcionamiento interno, una reforma que estabilice las propuestas políticas y culturales que permita considerar enseguida una verdadera Federación europea y no simplemente una asociación entre los Estados envidiosos de lo que les resta de soberanía.
``Si todos y cada uno de los Estados miembros no tienen ánimo de un espíritu verdaderamente federalista más tarde o temprano verán surgir los conflictos. La moneda única dará un impulso formidable a los movimientos de globalización y uniformización. Cuando todos los Estados deban adoptar las políticas coherentes, prácticamente uniformes en materias social, educativa, de sanidad, de pensiones, en materia fiscal, este proceso nosotros lo viviremos de manera traumática, con dios sabe qué consecuencias, puede ser que se vuelva a poner a discusión la Unión Europea. A menos que nosotros nos pongamos desde la perspectiva de un federalismo combinado que reconozca la capacidad de autogobierno y autodeterminación de cada región y proporcione la capacidad de intercambio.
''Por el momento no estamos tratando de construir una Europa federal, sino una Europa macroestatal, con una burocracia toda pudiente, un centro de programación ultra poderoso -el banco central, el consejo de ministros, la comisión- con una legitimidad democrática prácticamente nula y sin quien decida todo aquello que es esencial. Las consecuencias pueden ser desastrosas. A la larga cuando toquemos los puntos neurálgicos de la soberanía de los Estados podríamos tener reacciones que pudieran ser incontrolables.
''En resumen, una reforma federal interna haría nacer una cultura política centrada en el concepto de la autonomía. Segundo nivel: una Europa organizada de manera federal se nutriría de dinamismo de las diversas regiones, de las diversa ciudades y también de los viejos Estados nacionales, pero esta orientación nacional nos hace pensar en tiempos, nos hace adquirir rápidamente una idea de los organismos internacionales que permitan realizar la obra. De esta forma nosotros tendríamos que sumar, sobre el Olimpo, el sistema de la banca central europea, del consejo de los ministros, de la comisiónÉ con base en una multiplicación de ligas, de subculturas locales-municipales en guerra de unos contra otros, la guerrilla, la libanización, todos contra todos, en una tentativa desesperada que amenace los márgenes de supervivencia de un imperio invisible e inaccesible. Nosotros somos la... esto es ficción política, nosotros somos el primer acto de esta tragedia.
-¿Existen dentro de otros países de Europa gente que comparta su visión?
-Sí, los hombres políticos españoles más inteligentes, catalanes ciertamente, el ex alcalde de Barcelona Maragall y algunos otros, algunos escoceses, los políticos y los universitarios. Algunos nombres en adelante, en los ámbitos nacional y local, son las fuerzas políticas que comparten esa visión. Algunos, los menos ciertamente, en los partidos tradicionales y en el seno de los aparatos centrales de los partidos, pero creo que esta es una batalla que puede tener algunas oportunidades reales en muchos sucesos. Esta concepción política europea valora la inscripción en una comunidad determinada con sus valores, sus tradiciones, esta combinación de local y de global es una perspectiva que puede producir una generación política nueva.
-Usted dijo al principio que no creía del todo en la utopía política, sin embargo apoya a los zapatistas
-Sí, el municipio de Venecia envió a Chiapas una delegación oficial. Nosotros buscamos hacer algunas cosas con ellos: promover algunas iniciativas concretas en su región. Para mí el zapatismo no es una utopía sino una demanda legítimamente política de autonomía y autogobierno. En el marco de un convenio con el gobierno mexicano, fundados sobre un reconocimiento de igualdad y dignidad. Esa es exactamente nuestra posición federalista. Si esta demanda es respondida por la violencia y por las armas podremos atender una reacción del mismo orden. ¿Cómo quiere usted que responda? Es claro que su relación con la administración central no es comparable con lo que nosotros tenemos en Europa. Pero desde un punto de vista político general son al final procesos y fenómenos análogos. Esta demanda de autonomía, de capacidad de autodeterminación, no podría hacer nacer a cien mil microestados, pero podría darse una Federación sobre la base de una igualdad digna, esto es una idea presente para todos, tanto en México como aquí. Naturalmente las condiciones históricas, culturales, pueden ser diferentes, deben ser diferentes y más diferentes todavía las respuestas de la administración central, pero el problema es el mismo.
``Tú no gobiernas más un mundo que a una cultura, en este nivel de globalización, en esta circulación de información, tú no gobiernas desde lo alto, los medios de mecanismos de imposición tú no los organizas desde los sistemas piramidales, esto es desde la tierra del fuego hasta Escandinavia, esta es la óptica que nosotros tenemos de las relaciones con los zapatistas, que nosotros que sostenemos una reflexión de una cooperación con ellos, como con otras partes de América Latina como con algunos pueblos de los Balcanes.''
Traducción: Aldo Baez.