Serán teloneros de Oscar D' León, mañana y el domingo


Los Jubilados, viejitos cubanos faranduleros

Ernesto Márquez n La memoria repasa la trayectoria vital de estos caballeros que llevan sobre sus espaldas la historia musical de Cuba en el siglo XX. Nacieron en Santiago de Cuba, al oriente de la isla, en familias tan extensas como modestas: se ganaron la vida en la carpintería, el comercio, la construcción.

Hasta que desembocaron en la música; han pasado en total por dos docenas de grupos y orquestas, muchas de ellas ilustres como la de Hilario Wilson o El Cubanero. Hoy hablan sin quejarse de los sueldos míseros con los que sobrevivieron. Celebran la llegada de la Revolución, que les proporcionó ingresos regulares, dignidad profesional y una pensión como jubilados.

Y sí, ciertamente estaban en situación de jubilados, "pero no retirados"; todavía tenían mucho ritmo en el cuerpo. Alguien les convenció para que se reunieran como el grupo regular de la Casa de la Trova de Santiago de Cuba. Y eso fue todo. De inmediato se convirtieron en una especie de museo viviente de la música bailable cubana con un repertorio de sones, boleros, guarachas, rumbitas y pregones extraídos de lo más tradicional del cancionero y avanzar. "LLegar hasta donde se pudiera".

En su camino se les cruzó Eduardo Llerenas, quien los fichó para su sello discográfico, CoraSon, dándolos a conocer en Cuba y México con Cero farándulero, una soberbia colección de sones en la que se trataron de evitar los tópicos.

Pero los viejitos son testarudos, orgullosos, resabiados y grabaron una versión de El dulcerito, de Rosendo Ruiz, y la clásica La ola marina, de Virgilio González, con una vitalidad que alertó sobre los valores de este septeto que en realidad es un noneto.

Mucho hay que hablar de ellos, pero mejor escúchelos. Mañana sábado y el domingo se presentarán en el Salón 21 como dignos teloneros del rey Oscar D' León y lo que ahí se escuche será para la historia. Sea usted testigo de ella.