Eduardo Montes
El PRD en su año décimo

Al cumplir diez años de existencia, el Partido de la Revolución Democrática vive una situación contradictoria. De una parte, tras resistir la embestida del gobierno de Carlos Salinas, resistencia en la cual pagó una enorme cuotas de sangre, intervino con suerte diversa en los procesos electorales y, en los ultimos años, se instaló con firmeza en el escenario político nacional: es el partido de izquierda más importante en el país al finalizar el siglo; gobierna numerosos municipios, tres estados de la República y la capital del país, es la segunda fuerza en la Cámara de Diputados y su peso político es creciente. Se ha comprometido -y compromete- con algunas de las causas justas del pueblo mexicano y de manera legítima, y hasta cierto punto realista, aspira a gobernar el país y se prepara para la disputa del año 2000.

La otra cara del PRD es la de un partido joven, pero con vicios y defectos de partido viejo. Nació de la fusión del democratismo radical desprendido del PRI encabezado por Cárdenas y Muñoz Ledo y diversas corrientes de la izquierda socialista: ahí está el origen de su fuerza y sus debilidades. De esa fusión se esperaba el nacimiento de algo nuevo que no ha terminado por definirse. Se califica de izquierda y efectivamente en el escenario político nacional se ubica en esa posición, pero son pobres sus definiciones, predomina el titubeo; no pocos de sus dirigentes principales prefieren la indefinición en esa materia y olvidarse de su origen ideológico y político. Cuando nació se dijo heredero del programa no cumplido de la revolución mexicana, pero eso se abandonó poco a poco hasta desaparecer por completo. Hoy predomina el pragmatismo en su quehacer, las políticas de corto muy corto plazo, sobre todo en materia electoral, que es prácticamente a lo que se ha reducido el partido, pues en gran medida se mantiene ajeno a otras luchas de la sociedad: sindicales, agrarias y campesinas, juveniles, de las mujeres, estudiantiles -aunque el doctor Barnés y los servicios de espionaje (inteligencia) del secretario de Gobernación afirmen algo distinto-. Tiene una organicidad muy debil; en su interior predominan los grupos llamados corrientes y tienen un peso no pequeño prácticas corporativas y clientelares con manifestaciones vergonzosas. Todo eso hace vulnerable al PRD y puede frenar su desarrollo y limitar sus posibilidades políticas.

Un ejemplo de lo que puede frenar al PRD es la disputa poco escrupulosa por la dirección de este partido. En su edición del 14 de marzo se redujo a una lucha por espacios de poder y no de propuestas, formas e ideas de conducción partidaria; no estuvieron presentes las proposiciones de política de cara al país y sus problemas, cuestión muy importante en un partido que puede convertirse en fuerza gobernante.

La historia, por desgracia, puede repetirse y no se va a cambiar con el perfeccionamiento de las normas y el cambio de los componentes de sus órganos electorales, pues no es un problema derivado de malas reglamentaciones, sino de estructura y concepciones políticas. Los protagonistas principales se encaminan a una nueva confrontación, con las mismas armas, con las mismas concepciones anteriores. El resultado puede ser muy semejante al del proceso anterior, aunque se reduzcan al mínimo las impugnaciones y el desaseo. De estas elecciones puede salir una dirección muy débil. Amalia García y Jesús Ortega sufrieron un desgaste político muy grande y de llegar cualquiera de ellos a la presidencia carecería de la fuerza necesaria, interna y externa, para enfrentar las complejas tareas del momento y las del año próximo.

Se necesita, sin duda un candidato que de entrada pueda unir políticamente al partido y conciliar a los distintos grupos, además de contar con el respaldo de los principales líderes. Se ha mencionado a Alejandro Encinas: tiene experiencia, prolongada trayectoria; no es mala idea.

En todo caso, el PRD en su año décimo enfrenta no los problemas de los primeros días, meses, años, pero sí dificultades más complejas. Ocupa un espacio importante en la política nacional; y por lo que significa y representan sus adversarios, el PRI y el PAN, tienen claro que es el enemigo a vencer, pues entre ellos existen coincidencias básicas. El partido del sol azteca tiene bases para continuar su desarrollo, pero éste se frenará o cancelará si no supera la contradicción con la que llega a su décimo aniversario.

Mientras tanto, los invitamos a la consulta ciudadana de mañana en el DF.

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