Observatorio

Ciudadano de Educación

COMUNICADO No. 8


La evaluación educativa a debate

n Carácter secreto de los resultados desde hace más de dos décadas

n Preocupan las comparaciones con otros países

n Falta establecer un auténtico sistema de evaluación

n Importante, vincular los procesos de evaluación con la toma de decisiones

Estabilizada la matrícula de primaria, y en vías de hacerlo la de secundaria, tras décadas de crecimiento demográfico explosivo, el sistema educativo nacional enfrenta ahora el reto de la calidad, cuya importancia se ve acentuada por las tendencias mundiales en dirección de la sociedad del conocimiento y la globalización económica. En este escenario, es obvia la necesidad de contar con escuelas de buena calidad y, para ello, de establecer sistemas de evaluación de esa calidad y de los aprendizajes que logren los alumnos.

Las vicisitudes de la evaluación

La evaluación ha sido descuidada en nuestro sistema. La responsabilidad de apreciar el aprendizaje de los alumnos es asignada normativamente a cada maestro, lo que es lógico, pero requiere el complemento de mecanismos de homologación que no se dan ni siquiera en una misma escuela; menos aún se dan mecanismos de evaluación del sistema. La influencia de criterios gremiales o prácticos y la presión de cohortes crecientes de demandantes explican que un indicador como la tasa de reprobación presente cifras sin relación alguna con el aprendizaje real ni con las circunstancias regionales y sociales. Al prescribirse, por ejemplo, como se ha hecho, que la proporción de alumnos reprobados no exceda cierto porcentaje, ese indicador ya no guarda relación con los niveles reales de aprendizaje.

Los esfuerzos que en los últimos 20 años se han hecho para superar esta debilidad del sistema educativo, hoy se perciben como tímidos, inconstantes e incompletos sin que el carácter de información confidencial que tienen las evaluaciones logre modificar tal percepción. Consta que México fue el primer país de la región en emprender un programa de evaluación, aplicando pruebas a muestras de alumnos de primaria desde 1976 (L. Wolff, Las Evaluaciones Educacionales en América Latina: Avance Actual y Futuros Desafíos. PREAL, Doct. No. 11. Washington-Santiago, julio de 1998). Este tipo de pruebas se ha seguido aplicando anualmente a muestras de alumnos de todas las entidades federativas, por lo que la SEP debe tener series de resultados de más de dos décadas, cuyo estudio y aprovechamiento podrían ser muy valiosos. Sin embargo, el carácter confidencial de esos trabajos hace que sus resultados sólo sean conocidos por un reducido círculo y no tengan impacto en las escuelas. Además de lo anterior, el secreto con que se manejan las evaluaciones impide que las características metodológicas de las pruebas sean analizadas por especialistas; dada la débil tradición de la investigación psicométrica en México y la forma en que suelen funcionar las dependencias gubernamentales, no parece infundado el temor de que estas evaluaciones carezcan a su vez de la calidad deseable.

Los trabajos de evaluación se incrementaron en los sexenios 1989-1994 y 1994-2000. En el marco del programa de Carrera Magisterial se aplican pruebas a maestros (más de medio millón al año, desde 1993) y alumnos (más de cinco millones al año desde 1994). Los resultados de los maestros se entregan a las autoridades educativas estatales para su uso en los procesos de otorgamiento de estímulos; los de los alumnos se manejan en forma general, considerando que la imposibilidad de controlar un gran número de variables intervinientes impide aplicarlos al sistema de estímulos.

Avances y tropiezos recientes

El Programa de Desarrollo Educativo 1995-2000 reafirmó la importancia que se asigna a la evaluación, al reconocer la insuficiencia de lo hecho y proponer acciones precisas: diseñar un sistema nacional para medir resultados educativos y construir indicadores; definir estándares nacionales para medir y evaluar los resultados del aprendizaje en primaria y secundaria, que también "servirán para valorar las actuales modalidades de la evaluación del aprendizaje que practican los maestros en lo individual y para establecer normas de evaluación y acreditación claras y compartidas"; apoyar a los estados para construir sistemas de evaluación y capacitar personas y grupos para operarlos. (pp. 38-39 y 55-56)

Los informes de labores muestran avances interesantes: el de 97-98 señala que, además de las evaluaciones de Carrera Magisterial, se ha realizado ya la fijación de estándares nacionales para primaria y la construcción de pruebas de aprendizaje, con una primera aplicación a una muestra nacional de 700 mil alumnos. Se habla ya de un Sistema Nacional de Evaluación Educativa, que incluye un Estudio de Evaluación de la Educación Primaria y un programa de Instalación y Fortalecimiento de Areas Estatales de Evaluación.

El Programa Educativo de este año, además de dos metas que se refieren al fortalecimiento de las áreas estatales de evaluación y la capacitación del personal respectivo, establece otras en el sentido de que "la SEP difundirá diversos resultados de evaluaciones del desempeño educativo nacional con el fin de avanzar en el conocimiento de la realidad educativa del país y propiciar el mejoramiento de la calidad de la enseñanza" y de que "se contará con los resultados de las aplicaciones de las pruebas de estándares nacionales en la primaria, se impulsará el aprovechamiento de esta información y se avanzará en la aplicación de instrumentos equivalentes en la secundaria". El Secretario de Educación se refirió al tema diciendo que "la secretaría difundirá los resultados de evaluaciones que se han llevado a cabo y estará abierta al debate sobre los mismos".

México, en uno de los últimos lugares

Las metas oficiales y los avances mencionados en cuanto a su logro hacen esperar que estemos iniciando realmente una nueva etapa en este campo. Sin embargo, un debate inteligente sobre el tema supone un conocimiento amplio, todavía no disponible, tanto de los resultados de las evaluaciones como de sus características metodológicas y técnicas, para poder opinar sobre su calidad. Pero hay hechos que preocupan, como el desenlace que tuvo la primera participación de México en un proceso de evaluación internacional. La Asociación Internacional para Evaluar el Rendimiento Escolar (IEA) ha hecho estudios que, pese a la heterogeneidad lingüística, cultural y curricular, son hasta ahora la mejor aproximación a una comparación internacional de la calidad de la educación básica. Entre 1986 y 1997 se desarrolló el tercer estudio relativo a matemáticas y ciencias, conocido por las siglas en inglés TIMSS. México decidió participar por primera vez en este tipo de trabajos, y así lo hizo en todas las etapas; sin embargo, al conocer que los resultados nos ubicaban en uno de los últimos lugares, decidió que esta información se excluyera de la publicación final (cfr. L. Wolff, op cit., pp. 6 y 20).

El episodio provoca dos reflexiones: una, que falta mucho para establecer un auténtico sistema de evaluación, con mecanismos técnicamente consistentes, pero también con características de público, confiable, auditable y estrechamente ligado con la toma de decisiones; otra en el sentido de que, para evitar el amarillismo noticioso, debe contextualizarse adecuadamente la información acerca de los resultados.

Los trabajos de la IEA y otros similares muestran una clara correlación entre los resultados de los alumnos de un país y el nivel general de desarrollo (expresado, por ejemplo, por el PIB per cápita). Desde esta perspectiva, la calidad de nuestro sistema educativo es la que podría esperarse. Por ello, los resultados del TIMSS no deberían manejarse en la forma autodenigratoria a que a veces somos proclives. Por otra parte, los extraordinarios resultados de países que están por arriba de su nivel, como Corea y Singapur en los estudios de la IEA --o Cuba en un trabajo realizado por la OREALC a nivel latinoamericano-- muestran que un compromiso efectivo con la calidad educativa, reflejado en políticas adecuadas seguidas consistentemente por lapsos prolongados puede dar resultados sorprendentes.

Es esencial, además, que la evaluación se vincule con la toma de decisiones: el Sistema Nacional de Evaluación Educativa deberá informar sobre sus resultados e involucrar en su análisis a maestros, directores, supervisores y autoridades estatales. La sociedad en conjunto, por su parte, no puede quedar al margen de asunto tan importante; la educación es asunto público de trascendencia, por lo que su calidad y evaluación deben ser objeto de análisis y debate.

Las primeras informaciones sobre los resultados de las pruebas de estándares que se dieron verbalmente hace un par de semanas al personal de los sistemas estatales de educación deberán ir seguidas necesariamente de una difusión amplia tanto sobre resultados como sobre características técnicas, si se desea realmente abrirse a un debate enriquecedor.

Interrogantes

Por todo lo anterior, y respondiendo a la invitación del secretario de Educación, Observatorio Ciudadano plantea a las autoridades las siguientes preguntas:

n ƑPor qué no se difunden los resultados de las pruebas aplicadas desde los años setenta y se permite el acceso de los investigadores a las bases de datos respectivas, con las medidas de seguridad que proceda?

n ƑSe ha contemplado que la difusión de resultados debe ir acompañada de la capacitación de personal en las entidades federativas para que dichos resultados puedan interpretarse correctamente y aprovecharse para la toma de decisiones?

n ƑSe ha previsto relacionar los resultados con los programas compensatorios existentes y con nuevos programas de mejoramiento que las entidades puedan poner en marcha?

n ƑSe prevé establecer una instancia --relativamente autónoma con respecto al Estado-- que pueda asegurar la calidad técnica, la continuidad de los trabajos en curso y operar el Sistema Nacional de Evaluación por encima de los vaivenes políticos?

ƑQUIENES SOMOS?

Somos un grupo de ciudadanos comprometidos con el desarrollo de la educación nacional, interesados en la observación crítica de las políticas gubernamentales en este campo, y que buscamos contribuir a solucionar los graves problemas educativos del país. Observatorio espera que las autoridades respondan a sus ƀpreguntas y cuestionamientos, y ofrece la publicación en este espacio, de sus respues tas.

Todos los ciudadanos están cordialmente invitados a sumarse a nuestra iniciativa; favor de enviar sus nombres con sus datos de localización e identificación a La Jornada, Observatorio Ciudadano de la Educación, Ap. Postal 20-423, San Angel, México, DF, CP 01001. Fax: 5-622-75-79 y correo electrónico [email protected].

Nuestros comunicados aparecen el segundo y cuarto viernes de cada mes en este espacio periodístico; se pueden reproducir en cualquier medio indicando su procedencia.

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Grupo de redacción: (en orden alfabético): Alejandro Canales, María De Ibarrola, Pablo Latapí Sarre, Felipe Martínez Rizo, Javier Mendoza, Carlos Muñoz Izquierdo, Elsie Rockwell, Roberto Rodríguez y Lorenza Villa Lever.

Otros integrantes: 62 firmas de quince entidades federativas. Véanse en la página web de Observatorio.

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