La Jornada miércoles 12 de mayo de 1999

Luis Linares Zapata
Aventurero dispendioso

Armado con un lema voluntarioso y desprovisto de ideas que sustenten sus arremetidas políticas, el señor Roberto Madrazo intenta colarse a la competencia priísta por una trastienda llena de falsas puertas y paquetes que ocultar. Blandiendo cuantiosos recursos del menguado pero elástico

erario tabasqueño, difunde "sus logros" sin ton ni son y nula credibilidad para calificar a un precandidato, menos aún para darles la significación de ejemplo nacional.

Para avanzar con el cuidado suficiente Madrazo se ubicó, en un inicio, dentro del parapeto levantado por un difuso pero actuante club de gobernadores apeñuscado tras de Manuel Bartlett. El poblano había descubierto, con sagacidad suficiente, tanto el momento y el tono como el contenido y la ruta que se le abría para posicionarse frente a la militancia priísta como una alternativa de guía política. Bien entrenado y de sólida preparación, Bartlett no desperdició ocasión para labrarse una figura, cada vez más independiente, ante sus agobiados partidarios que flotaban en búsqueda de asideros y alivios para su extravío ideológico. El mismo presidente Zedillo colaboró, con algo de su parte y mucha lejanía, en el golpeteo contra las vetustas y desgastadas prácticas rituales del PRI, sobre todo las del crucial tapadismo. Método éste de selección en flagrante oposición a la corriente democratizadora que se viene gestando, con fuerza creciente, dentro y fuera de todos los partidos.

Siguiendo los adelantados pasos de Fox, Madrazo entrevió la oportunidad de ganarse la atención ciudadana precipitando una andanada comunicativa que lo situara en el horizonte visual del electorado. Cuando, a su juicio, el riesgo por rebeldía fue menor, decidió que la oportunidad para la apuesta personal había llegado. Contrató publicistas con escasa percepción y estudio de las realidades políticas, menos aún las sociales, y se lanzó a una aventura más en su carrera para satisfacer las poco contenidas, pero ciertamente exorbitantes, pretensiones presidenciales que lo rodean. Apareció entonces de lleno y cuerpo presente en los telehogares del país entero. Pagó para ello tiempos que la mercadotecnia comercial ha clasificado con estelares (triple A o prime time, como se guste nombrarlos) y usó formatos harto comunes a los de una simplona publicidad con inserciones forzadas. Y ahí quedó, fijado en la pantalla chica durante meses y amparado con la cuestionada excusa de promover a su estado. Contra viento, marea y todo pronunciamiento del oficialismo, entre las voces condenatorias la del mismo doctor Zedillo, ha perseverado en su intención de ocupar un sitial que, de otra manera, no le sería asequible.

En el juego de posturas personales, desatadas como corolario al corte del dedazo, el cuestionado gobernador ha venido usando en su favor y abusando de los demás aspirantes, de los priístas, simpatizantes y de los contribuyentes, apoyado en las lagunas existentes en las normas reguladoras de las campañas electorales. Tal ausencia de reglas efectivas, claras y sancionadas por la costumbre, ha sido denunciada por muchos ante la renuencia del PRI a definirlas con precisión. Ahora este partido sufre en propia carne los daños que tal postura acarrea.

Hoy se asombra todo mundo de lo que Madrazo está haciendo a descampado sin que haya mecanismos efectivos que sancionen tal conducta. Las reconvenciones no han surtido el efecto deseado y las encuestas han ido dándole carácter definitivo a su precandidatura. Ayer mismo inició, ya de manera abierta y sin el tapujo de los "intereses tabasqueños", una promoción a su persona y propósitos, pagada por una fundación ad hoc de empresarios (uno de ellos, el más conspicuo, ya renunció) que ofrecen sus nombres (quién sabe si sus medios) para apoyar tan magnífico gasto que apenas es de precampaña. Se espera que, el próximo día 17, fijado por Pepe Toño para la emisión de las esperadas reglas, termine con estas nocivas prácticas. Lo que está en riesgo es el tránsito del PRI hacia un agrupamiento moderno, regido por estrictos códigos de conducta y abierto al escrutinio de la sociedad que no olvida, téngase por seguro, los dispendios de Madrazo con los dineros públicos y privados y sus escasos merecimientos para una posición de tan exigentes características.