n Autor de Y retiemble en sus centros la tierra


Mi personaje vive una suerte de purgatorio, de expiación: Celorio

n ''Las urbes se conocen recorriéndolas a pie'', afirma

César Güemes n Si una novela tiene entre sus epígrafes a Ramón López Velarde cuando dice ''...mi sed de amar será como una argolla empotrada en la losa de una tumba", es muy probable que el trago y la tragedia vayan amistosamente de la mano. El centro de la ciudad de México, su arquitectura, sus cantinas y un indispensable bebedor de nombre Juan Manuel Barrientos, cumplirán entre luces de colores pero a rajatabla el sino dictado por el de Jerez a punta de tequila. Y retiemble en sus centros la tierra es el título de la más reciente obra narrativa de Gonzalo Celorio, que mañana se presenta rumbosa en el centro de la tierra que bien puede ser el Salón México.

ųAunque no estén mencionados personajes como Julio Jaramillo, Olimpo Cárdenas o José Revueltas, que caminaron y bebieron justamente en los sitios por los que transcurre su novela, de algún modo se encontrarán presentes.

ųCreo que acudir a las cantinas del Centro Histórico y asistir a esta suerte de itinerario como el que hace mi personaje, Juan Manuel Barrientos, forman parte ya de una tradición larga que ha tenido manifestaciones literarias y musicales en esos y otros autores, como en Leduc. Todos ellos configuran una geografía urbana de esos lugares donde quizá salga a flote la expresividad citadina más profunda, en tanto que son sitios que fácilmente conducen a estados límite desde los que se puede observar bien la fisonomía interna del ser humano y, si esta abstracción es permisible, del mexicano.

 

Pugna entre el paraíso y el infierno

 

ųLa novela tiene la característica de que el personaje decrece a medida que la obra avanza, es un ser que se desmorona mientras las páginas se acumulan. ƑEstá de acuerdo?

ųSí, la obra tiene un camino de ida, ascendente, y después un camino de regreso, descendente. Es como una especie de pugna entre el paraíso y el infierno, aunque desde luego lo que vive el personaje es una suerte de purgatorio, ya que está de manera precisa en un estado de expiación al que conduce la cruda. Curársela, que por lo común implica volver a la embriaguez, porque un clavo saca a otro clavo y porque nunca el círculo fue más vicioso, es el ánimo que permanece en el texto. Ahora, el camino de ida es doloroso y el personaje lo asume así, carga su cruz al modo del Viacrucis, que es la idea en que se sustenta la novela en términos estructurales.

''Sin embargo, creo que este personaje adquiere una nueva embriaguez en la que hay cierta euforia reflejada en el recuerdo de su madre, de sus amigos, aparte de una actitud bastante hedonista en la que están presentes los placeres del paladar, de la buena bebida y el recuerdo o la ensoñación de mujeres muy bellas. Eso llega al punto culminante que identifico con el momento en que recuerda a la mujer aquella con quien viajó a Nueva York, que muere, y después de eso comienza un proceso de degradación más que de autodestrucción que conduce inexorablemente a un destino trágico."

ųDiga qué tanto fue preciso caminar y beber para que la novela cuajara.

ųSiempre he sido muy caminador del centro de la ciudad porque me parece que las urbes se conocen recorriéndolas a pie, metiéndose en sus edificios civiles y religiosos, además de los restaurantes y las cantinas. Efectivamente, tengo una cierta fascinación por los antros en general, pienso que debería haber sido antropólogo en tanto ''estudioso de los antros". Son escenarios donde realmente el espíritu adquiere una mayor libertad expresiva. No quiero decir con esto que visite esos lugares en condición de mero observador distante de lo que ocurre. Hay algunos sitios, sobre todo de la vida nocturna, que me fascinaron y en los que participé.

ųAunque la inseguridad ha vuelto a la vida nocturna un terreno más del recuerdo que de la vivencia real.

ųSí, hasta hace 15 años podía salir del Bar León desde donde se ve ni más ni menos que la Catedral metropolitana y hacer el mismo recorrido que hace mi personaje por las calles de Moneda. Una vez tuve el privilegio enorme de llevar a Umberto Eco por esos lugares a las tres de la mañana y descubrimos, en el gran medallón de La Santísima la imagen del Espíritu Santo, lo cual llevó a Eco a hablar de una piedad masculina, algo realmente extraordinario: el Cristo no está en una cruz sino yacente en el regazo del padre y no de la madre como es usual en la iconografía medieval y renacentista. Ahora ya no puedo hacer esos recorridos nocturnos ni creo que tuviera a nadie que quisiera acompañarme por el peligro que acecha a cualquier paseante a esas horas y que también acechó a mi personaje, con lo cual cumple esta especie de fatalidad que lo significa.

 

La sed, una constante

 

ųHay dos motores en la novela que pueden parecerse mucho: uno, la sed física, y otro la nostalgia que de algún modo es otra forma de la sed.

ųEfectivamente, la sed es una constante al grado de que pensé que la novela debería llamarse así, La sed. Hay cuatro epígrafes que hablan de ella, uno de Mateo, dada la referencia al Viacrucis aunque no pienso que mi personaje sea una especie de Jesucristo contemporáneo, sino porque la estructura anecdótica del Viacrucis me pareció muy utilizable. Otro epígrafe es de Catalina de Siena, quien dice que ante todo es necesario tener sed, y que evidentemente no se refería al alcohol sino a asuntos de tipo simbólico. Y luego el de Ramón López Velarde y el de Vicente Quirarte. Este último sentencia que la sed será mayor mientras más se beba. En efecto, un personaje que amanece con resaca, como la llaman los españoles, tiene una sed espantosa que se va volviendo más acusada hasta ser insaciable.

''Y por otra parte es verdad que está la nostalgia. La sed como que apunta más hacia el futuro, al deseo, y por su lado la nostalgia aparece por lo que toca a una ciudad desmoronada que se va mimetizando con el personaje o viceversa. Recuerda que cuando muere el personaje, se cae la Catedral como si se cayera el país. La novela, aunque sea de un sujeto, tiene como protagonista también a la ciudad. A lo mejor la lectura de la obra puede establecer un destino semejante entre la ciudad, el país y el personaje, aunque no haya sido esa mi intención inicial al escribirla. Hay en ella un gran escepticismo y un destino trágico a pesar del hedonismo y de la abundancia que existe en el personaje en los primeros capítulos."

ųƑDurante el proceso de escritura fue un obstáculo pensar en otras novelas, como Bajo el volcán, con un personaje similar?

ųBajo el volcán es paradigmática en su tema, no conozco otra que tenga la misma fuerza y sabiduría extraordinaria para enfrentarse al reto más duro que para mí es escribir en primera persona sobre un sujeto que se va embriagando. Por eso es prácticamente imposible hacer una buena película de la historia que escribe Lowry: el que debería estar ebrio es el punto de vista, la cámara, de otra manera no se sabe lo que le pasa al personaje. Evidentemente ahí está ese gran paradigma y muy lejos de mí la intención de siquiera aproximarme a él. Quise hacer una cosa distinta, sobre todo en términos estructurales. Quizá fue lo que más trabajo me costó en esta novela, la combinatoria entre la tercera y la segunda personas. Originalmente iba a estar escrita sólo en tercera y en tiempo pretérito, pero me pareció que no podía meterme realmente en la intimidad del personaje y en su proceso de embriaguez si no utilizaba otro recurso. Se me ocurrió la posibilidad de la segunda persona para tener un vínculo con el personaje y que al mismo tiempo fuera una especie de disfraz de la primera, porque el personaje podía estarse hablando a sí mismo. Es una suerte de conciencia sobria de un sujeto que se emborracha a lo largo del texto.

ųEs necesario saber si se permitió algún brindis mientras hacía la novela.

ųNo, porque el ejercicio de la escritura creo que ha de tener una absoluta sobriedad. Decía Hugo Hiriart que a una buena prosa se le nota hasta una copita de jerez. De manera que las referencias tienen que ver con mis caminatas y mis incursiones en las cantinas y antros del Centro Histórico, pero la escritura no. Cuando se escribe con el apoyo de cualquier bebida se puede ir uno con la finta de una frase feliz que al otro día se verá que no sirve para nada. Como le sucede a mi personaje, ya que trabajo la literatura por las mañanas, mi único acompañante es el café con el que paso del sueño a la escritura.

(Y retiemble en sus centros la tierra se presenta este miércoles, a las 20 horas, en el Salón México, Callejón de San Juan de Dios 25, colonia Guerrero, con los comentarios de Juan Villoro y el autor.)