El toreo desaparecerá, víctima de la piqueta irrespetuosa y despiadada de la electrónica y la genética, y España, Portugal, Francia, Venezuela, Ecuador y México perderán un rasgo saliente de su fisonomía. Pero el grato recuerdo del toreo no puede morir. Para inmortalizarlo le rindieron el homenaje de sus loas Curro Romero y los jóvenes El Juli y Morante de la Puebla en Sevilla, para deleite espiritual de quienes los contemplaron en dulce arrobo de voluptuosidad estética.
Los magos --el mago Curro-- del capote y la muleta lo reprodujeron, fielmente, con los más vibrantes matices de sus franelas trasladando al albero sevillano la estructura y luminosidad de ese toreo --magia pura-- como las flores de romero abrileño perfumaron el ambiente de la vieja plaza para darle el contexto adecuado a ese toreo que se nos va, por falta de toros y toreros.
El toreo desaparecerá en lo concreto, pero quedará en la memoria universal. Los sevillanos amadores fervientes de sus bellezas y gloriosas tradiciones --bellas porque el arte las inspira-- y gloriosas porque el triunfo las consagra. Sienten una profunda, arraigada devoción por el toreo clásico y sus toreros. El toreo constituye una nota típica y pintoresca en medio del arte que se percibe a cada paso.
Sevilla, dotada por la naturaleza con el privilegio de todos sus encantos y legítimo orgullo de quienes allí nacieron, se expresa también en el toreo. Lástima que la pérdida de la casta de los toros lleve a que el toreo desaparezca. Ante la muerte que se aproxima se resisten en titánico esfuerzo algunos toreros --Curro-- que se niegan a perder una de sus más bella tradiciones.
Y a pesar de todo el toreo clásico desaparecerá, sustituido por el toreo ballet --juego con toritos inofensivos--. Una luz fatal se impone y la tradición andaluza exportada al resto de España, sus fronteras y Latinoamérica, perderá un rasgo esencial de su aspecto característico y los cabales experimentaremos la dolorosa pérdida de una tradición.
Los ganaderos y toreros habrán de ser los primeros en sufrir esa amargura cruel, porque el toreo les inspiró sus más preciadas concepciones artísticas. Ni para qué hablar de nuestro país, en donde la fiesta es ya una mala caricatura de lo que fue el toreo, Las ferias de Aguascalientes y Texcoco, antes de las importantes del mundo taurino, fueron este año un pretexto para el relajo.