José Antonio Rojas Nieto
šQué pronto se hace tarde!

Qué pronto se hace tarde! ƑPor qué tanta prisa en la reforma de la industria eléctrica? ƑQué hay atrás de la urgencia por modificar la Constitución? ƑPor qué el mismísimo Presidente de la República compromete su investidura en ese proceso atropellado, de vergonzantes acuerdos entre cúpulas partidarias que se orienta a cambios acelerados? Sólo una agenda de compromisos previamente contraídos y de presiones externas puede explicarnos esa actitud en el caso de este bien público, fundamental y estratégico, tremendamente ambicionado por inversionistas privados y extranjeros. Bien público porque todos los miembros de la sociedad, sin distinción de clase, nivel socioeconómico, educativo, cultural, o ubicación geográfica necesitan fluido eléctrico para su vida cotidiana.

Bien fundamental y estratégico porque resulta indispensable para la producción de cualquier otro, y esencial para el desarrollo económico. Finalmente, y justamente porque la electricidad es un bien público y estratégico, confiere un poder social a quien posee los recursos, medios e instrumentos para producirla, transmitirla, transformarla, distribuirla y comercializarla. Precisamente por eso, tiene absoluta razón Juan Castaingts Teillery ųde quien me tomo la libertad de presentar los conceptos anterioresų, cuando asegura que "controlar la energía es tener el control de una de las fuentes claves del poder", y que "en el momento en que las fuentes fundamentales del poder pasan a manos extranjeras o privadas, se pierden elementos claves de la autonomía de la sociedad" (El Financiero, jueves 6 de mayo de 1999). El ánimo básico de garantizar el máximo de autonomía social explica la afortunada intuición del Constituyente de considerar que la construcción de la Nación exigía que ésta fuera propietaria de los recursos naturales, sus beneficios y rentas, pero también responsable exclusiva, a través del Estado, de las áreas estratégicas, la industria eléctrica entre ellas, de manera ineludible.

Sorprende el pragmatismo con el que se sigue planteando la reforma de la Constitución. Sorprende, asimismo, el ánimo por entregar el poder que la Constitución confiere a la sociedad mexicana para el control de la estratégica industria eléctrica. Aún más, sorprende la urgencia con la que se impulsa la privatización, violentando formas, descalificando oponentes y atropellando procesos y organismos, como lo muestra con nitidez esa declaración presidencial del "más pronto que tarde" respecto a la aprobación de la reforma eléctrica, formulada inmediatamente después de que, como resultado del oscuro cabildeo entre las dirigencias de PRI y PAN (así lo reconoce y reclama más de un centenar de diputados del PAN), se aprobó el asunto del IPAB; aunque también formulada seis meses antes del plazo señalado a la comisión de legisladores para analizar a detalle la industria eléctrica y, con ello, apoyar, soportar y respaldar la decisión definitiva que tome el Congreso de la Unión. ƑPor qué no esperar los trabajos de esta comisión? ƑPor qué no oxigenar el debate y la discusión públicos? ƑPor qué, incluso, no convocar a una consulta más amplia, para asegurar no sólo el cambio, sino su respaldo social?

Así, la justeza técnica y económica de algunos aspectos de la reforma gubernamental ųtransparencia del proceso de fijación de precios, racionalización de subsidios, aliento al cambio técnico, reorganización empresarial, entre otros resulta ser coartada ideal para entregar el poder que confiere el control de la industria eléctrica a manos privadas, nacionales y extranjeras. Y esto, como justamente dice Castaingts, es un error de fondo. Sin ánimo de negar la necesidad de buscar nuevas formas de integración a este mundo globalizado; sin intención de ocultar los vicios de las empresas públicas, derivados de la estructura y las prácticas de un Estado corporativo. Sin menoscabo de una búsqueda inteligente de modernización, no sólo de la industria eléctrica, sino de todo el país, es preciso luchar por una mayor autonomía social, por un mayor poder social, en nuestro caso soportado en la propiedad, control, uso y disfrute de los bienes básicos, de los bienes fundamentales, estratégicos y de aquellos que son fuente de poder social. Sin renunciar a lo que somos, retomando lo mejor de nosotros, podemos enfrentar ese ambiente competitivo de la industria eléctrica en el mundo. Seguro que podemos. Para eso... para eso no se ha hecho tarde.