EL TONTO DEL PUEBLO Ť Jaime Avilés
Nikako

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Szeged, frontera sur de Hungría, 7 de mayo Ť Después de 45 días continuos de bombardeos, en Yugoslavia, cuando suenan las sirenas de alarma la gente ya no corre en pos de un refugio: se limita a encogerse de hombros, harta, resignada y desafiante a la vez. En cambio, apenas termina la lluvia de misiles -cuenta Vilma Mazza, que viene de allá-, todo mundo se vuelca sobre los teléfonos para llamar a sus seres más queridos y preguntarles cómo les fue.

Ahora, por lo demás, las sirenas casi no suenan ya. Belgrado está sin luz desde el principio de esta semana, pero la mayor preocupación de los capitalinos tiene que ver especialmente con el tabaco: largas filas se forman a toda hora frente a los expendios, porque en estas horribles circunstancias prefieren dejar de comer que privarse de un cigarro.

Hace tres semanas, las bombas ``democratizadoras'' de la OTAN arrasaron el parque industrial de Pancebo, 15 kilómetros al norte de Belgrado. Los proyectiles destruyeron un complejo petroquímico, una fábrica de fertilizantes y una refinería, y en pocos minutos las enormes columnas de humo tóxico -una mezcla barroca de cloruros, sulfuros y gases raros- envenenaron el aire y convertidas en lluvia ácida cayeron sobre las aguas del Danubio matando a todos los peces. Las plantas contaban con tecnología estadunidense y sus atacantes dispararon contra sus puntos nodales, que conocían a la perfección, para hacerlas irrecuperables.

El raid sobre Pancebo se prolongó menos de 30 minutos y 3 mil obreros quedaron sin trabajo. Ahora, los grupos opositores a la dictadura de Milosevic piden que científicos del mundo acudan a inspeccionar y establecer con detalle los daños infligidos a la naturaleza y a los habitantes de la región, donde vivían más de 10 mil niños. Hoy por hoy, una calamidad semejante aflige a Novi Sad, donde el pasado lunes la OTAN destruyó una refinería y una central hidroeléctrica en una sola pasada de aviones; desde entonces, una nube negra de cuatro kilómetros de ancho flota permanentemente sobre la ciudad. Clinton y sus muchachos han destrozado la carretera que iba de Hungría, en el norte, hasta la república de Montenegro, en el sur, y derribado todos los puentes. Los misiles, nadie sabe por qué, no han tocado un antiguo monasterio ortodoxo, a las afueras de Novi Sad, donde funciona todavía una escuela que se propone formar a los niños en las virtudes del modelo europeo. Ahora -dice Vilma Mazza que le contaron los maestros-, ``¿de qué modelo podemos hablar, cuando Europa nos agrede con tanta saña?''.

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La gran mayoría de la población de Serbia -razona la informante italiana- es campesina y, por ello, posee una visión muy limitada. No saben lo que está pasando en Kosovo. Los habitantes de las ciudades tampoco. A través de la televisión nacional sólo reciben propaganda favorable al régimen y por la CNN y las cadenas europeas no les llega sino propaganda de la OTAN. En consecuencia, no le creen a nadie. Y como desde el inicio de la guerra la censura militar clausuró todas las publicaciones críticas e independientes, la desinformación es absoluta.

Vilma Mazza, Federico Mariani y el sacerdote Vitaliano della Sala -de la Asociación Ya Basta de Italia- formaron parte de una delegación de organizaciones humanitarias, sindicales y religiosas que visitó Yugoslavia en estos días, con el propósito de estar no sólo en Belgrado, sino también en Pristina, capital de la provincia de Kosovo, y en Podgorica, capital de la república de Montenegro. Sin embargo, dice, ``no nos dejaron pasar a Pristina porque -versión oficial- no podían garantizar nuestra seguridad. Y es que nadie, ni siquiera la Cruz Roja Internacional puede ir a Kosovo. Cuando se conozca la verdad de lo que está sucediendo allí, estoy segura que el mundo descubrirá los horrores más monstruosos e inimaginables''.

Pese a las prohibiciones, la delegación italiana habló con representantes de la oposición democrática yugoslava. En la Universidad Abierta de Subotica (provincia de Voivodina, norte de Serbia), se entrevistó con líderes de las Mujeres de Negro, un movimiento nacido al calor de la guerra de Bosnia, que tiene como objetivo poner en contacto a madres y viudas de todos los grupos lingüísticos del país y que se ha desarrollado en buena parte de los Balcanes e incluso en Italia, y que trata de construir una plataforma multiétnica contra el racismo y por la solidaridad más allá de los idiomas, las culturas y las fronteras.

En Pancebo, los italianos hablaron asimismo con el alcalde local, un hombre que llegó al poder apoyado por una coalición opositora a Milosevic y que se siente injustamente bombardeado. En Belgrado, periodistas disidentes expresaron su temor de que, una vez terminada la guerra, la persecución se recrudezca, por lo que hicieron un llamado a la solidaridad internacional, pues ``necesitamos que se difundan nuestros problemas para evitar que nos maten''.

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Milosevic ha clamado a los cuatro vientos que los trabajadores de la televisión nacional de Serbia, que perecieron bombardeados por la OTAN, fueron víctimas de la ``agresión imperialista''. Pero en Belgrado, entre la gente del gremio, la versión es muy distinta. El gobierno yugoslavo se enteró del ataque aéreo con anticipación y llamó al edificio de la emisora ordenando que dos tercios del personal evacuara las instalaciones de inmediato. Los demás, en cambio, fueron obligados a permanecer allí para convertirse en ``muertos útiles'' a la propaganda de la dictadura.

Algo similar ocurrió el pasado lunes, con los empleados de la central hidroeléctrica de Novi Sad. Milosevic los forzó a quedarse en sus puestos. ``Es mentira que la gente defienda patrióticamente sus lugares de trabajo. Cuando suenan las sirenas de alarma, simplemente no los dejan salir'', revelaron los disidentes.

Desde que estalló la guerra de la OTAN, la oposición democrática ha desaparecido de la escena. ``Estábamos trabajando a favor de una alternativa al régimen, y podemos decir que avanzábamos en todos los frentes. No entendemos por qué, si Clinton dice que quería impulsar la democracia en Yugoslavia, ha cometido esta bestialidad que no ha hecho sino destruirnos, mientras Milosevic, paradójicamente, está más fuerte que nunca. Y la OTAN no lo va a derrocar'', dice Vilma Mazza que oyó este análisis en boca de muchas personas que odian al dictador.

Para la dirigente de ¡Ya Basta!, en Yugoslavia hay tres guerras: ``La de Clinton, claramente, es terrorismo de Estado, que lleva al plano internacional la doctrina de tolerancia cero. Quien no esté conmigo está contra mí y puedo aplastarlo en el momento que lo desee. En su afán por multiplicar las ganancias de los fabricantes de armas, Clinton acabó con las potencialidades democráticas de la Europa social y solidaria, y en cambio impulsó la Europa militar basada en la OTAN, y esto es una tragedia para la humanidad entera; la de Kosovo, por el contrario, es la guerra sucia apoyada por Milosevic que debemos condenar por igual, y la del Ejército de Liberación de Kosovo es la guerra de los traficantes de drogas y de armas, que darán problemas durante muchos años''.

Bajo las aterradoras perspectivas que todo esto entraña, Vilma accede a tomar una copa de vino a la orilla del río Tisza, para conmemorar, junto con don Vitaliano della Salla, que hace un año exactamente, ambos, al igual que tantos otros compañeros de ¡Ya Basta!, llegaron al ejido Taniperla en Chiapas, a expresar la solidaridad de la Europa social con las mujeres zapatistas, hecho por el cual, días más tarde, fueron expulsados, según esto, ``para siempre'' de México, ridículo castigo del cual, y desde aquí, a mandíbula batiente nos reímos.

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Mientras tanto, en Budapest, el gobierno del primer ministro Viktor Orbán informó que unos 50 cazabombarderos de la OTAN, y alrededor de mil soldados de la alianza, se encuentran ya en las bases militares de Papcs y Kecskemét, confirmando así la hipótesis según la cual, para los vomitivos dirigentes de la Casa Blanca, Hungría es vista como la mejor opción para lanzar una ofensiva terrestre contra Yugoslavia. La que sigue es una divertida secuencia que explica cómo esta ex colonia de la extinta Unión Soviética se está convirtiendo en un Puerto Rico de los Balcanes.

Tras los bombardeos contra Irak, ordenados por Clinton a principios de 1998, cuya meta no era sino elevar el precio internacional del petróleo, cosa que no sucedió, en octubre Washington resolvió organizar la guerra contra Milosevic. Entonces comenzó a cobrar fuerza la candidatura de Hungría, que hacía méritos para entrar en la OTAN. Una vez que el aparato militar estuvo preparado para esta ``hazaña'', el país de Béla Bartók recibió el visto bueno.

El 17 de marzo, una semana antes del primer raid aéreo contra Belgrado, un avión estadunidense de pasajeros, procedente de Italia, fue ``interceptado'' por dos Mig-29 de la fuerza aérea húngara, y ``obligado'' a descender en el aeropuerto Ferihegy de Budapest. Del aparato salieron las banderas de todos los países miembros de la OTAN, que horas más tarde fueron izadas, junto con la de Hungría, en una solemne ceremonia encabezada por el presidente Arpád Gšncz y el ministro de Defensa, János Szabó. Simultáneamente, en la base militar de Kecskemét, una opereta similar fue llevada a cabo en presencia del general made in USA, Angelo Arena, comandante en jefe de la fuerza aérea de la OTAN para Europa del sur.

El 21 de marzo, en este clima de creciente amistad, la OTAN patrocinó unos ejercicios conjuntos en el sur de Italia con soldados checos, polacos y húngaros. Y por último, la noche del 24 de marzo, cuando comenzaron los bombardeos contra Milosevic, el Parlamento húngaro se reunió de emergencia y aprobó una resolución para decretar que Hungría únicamente ``facilitaría'' su espacio aéreo a los aviones aliados y prestaría la base militar de Tszár, pero de ningún modo los aeropuertos civiles. Y advirtió: desde aquí, ni aviones ni tropas extranjeras podrán atacar a Yugoslavia.

Seis semanas más tarde, la fuerza de aquella resolución está a la vista. Una sección del aeropuerto civil de Farihegy ha sido tomada por 20 aviones cisterna, tipo KC-135, de la fuerza aérea de Estados Unidos; las seis bases militares del país están en manos de generales estadunidenses, sin acceso a soldados húngaros, y en la de Kecskemét y Pabcz, hay ya 50 cazabombarderos y mil soldados foráneos, prestos a entrar en acción.

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¿Sabe usted cómo presentó la televisión serbia la matanza de estudiantes en Denver? Sobre imágenes que mostraban a los heridos en camillas y a las llorosas muchachas escoltadas por la policía, la voz de un locutor dijo: ``Así es como el gobierno de Clinton trata a sus disidentes''. Todo parecido con Tv Azteca y Guillermo Ortega Ruiz es una mera coincidencia.

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Nikako es un vocablo de la lengua yugoslava que habla de un dolor muerto. Significa: ``No sentimos nada. Ni rabia, ni pena, ni desesperación''. Dicen que es frecuente escucharla en labios de los 566 mil refugiados serbios, procedentes de Bosnia y de Croacia, que viven en Belgrado desde la guerra anterior. Hoy, cuando les preguntan qué piensan de este criminal diluvio de bombas ``democratizadoras'' responden con indiferencia total: ``Nikako''.

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