n Ingresó a la Academia de Historia y Geografía


Ferrer: en México recuperamos la patria de la hermandad histórica

n Su discurso versó sobre el exilio español en nuestro país

Angélica Abelleyra n Más que historiador, un ''hombre de historia que acepta fiel su compromiso con la vida que es aprender", Eulalio Ferrer Rodríguez ingresó el pasado jueves a la Academia Nacional de Historia y Geografía.

Su discurso en torno de El exilio español en México reunió a buen número de integrantes de la comunidad ibérica en nuestro país, además de los académicos de esa institución que preside Jesús Ferrer Gamboa.

En el aula Juan Manuel Torrea, el profesional de la publicidad y reconocido cervantista ofreció una perspectiva histórica de ese fenómeno que sumó a la ''solidaridad humana", una ''grandeza generosa" por parte del gobierno y el pueblo mexicanos al dar acogida a los miles de refugiados que encontrarían aquí diversos espacios para su desarrollo artístico, intelectual y científico con el que enriquecerían también la vida del nuevo país.

 

Tierra fértil del amor y la cortesía

 

''México nos enseñaría que no habíamos perdido una patria, sino recuperado otra, la de la hermandad histórica. Desde el cruce simbólico de la X mexicana, aprenderíamos su hermosa lección de paciencia y convivencia. Tierra fértil del amor y la cortesía, de azules celestes y resplandores de sol. La nostalgia convertida en un vuelo de ida y vuelta. Así hemos caminado a lo largo de estos 60 años de exilio."

Este tiempo, añadió Ferrer, ''constituye suma y recuento de un destino, acariciado por la suavidad de los nuevos acentos de una lengua común. ƑCómo titular esta bella, excepcional crónica? ƑLa de los refugiados o emigrados de la referencia genérica? ƑLa de los trasterrados que sugirió José Gaos? ƑLa de los españoles de México, propuesta por Carlos Pellicer? Todos estos y otros títulos podrían caber en uno que los resume y los engrandece, santo y seña de la historia que nos estremece y nos integra: México, patria del exilio español", subrayó el escritor nacido en Santander, en 1921, y ahora naturalizado mexicano.

Antes, a lo largo de 34 cuartillas, Ferrer ofreció un puntual recorrido por los momentos más relevantes de la llegada de españoles al nuevo continente.

Mencionó la fecha de inicio de esta historia: el 7 de junio de 1937, con el arribo de los llamados niños españoles de Morelia que provenían de Madrid, Cataluña y Valencia y fueron instalados en la capital michoacana bajo la tutela de doña Amalia Solórzano, esposa del presidente Lázaro Cárdenas.

El ''esplendor" de esos momentos, indicó Ferrer más adelante, llegaría con la creación de la Casa de España en México a partir de una idea del historiador Daniel Cosío Villegas.

En aquel centro de estudios e investigación desfilaron Luis Recaséns Siches, José Moreno Villa y León Felipe; el filósofo José Gaos se convertiría en el primer miembro procedente de París, y más tarde se sumarían Enrique Díez-Canedo, Juan de la Encina, Jesús Bal y Gay, entre una larga lista de autores a los que Enrique González Martínez dio la bienvenida.

Bajo la tutela de Alfonso Reyes, aquella casa fundada en junio de 1938 pasaría a ser El Colegio de México el 16 de octubre de 1940, un espacio abierto a los catedráticos y maestros del exilio español.

Dos años después del arribo de los niños españoles de Morelia, vendría otro momento crucial: a bordo del Sinaia, arribarían a Veracruz cerca de mil 600 refugiados españoles el 13 de junio de 1939; ese mismo año y durante 1940 y 1941 seguirían otros barcos que en total trasladarían a cerca de 30 mil españoles que se acogieron a la hospitalidad mexicana.

Entre ellos, 5 mil profesionales calificados, 2 mil 700 catedráticos, 500 magistrados, 500 escritores, poetas y pintores, 250 militares y 500 médicos... que aquí encontraron espacios de diálogo, polémica y nostalgia.

Miembro de la Real Academia Española y autor de más de 20 libros, entre los que se encuentra su más reciente volumen Los lenguajes del color (con prólogo de José Hierro y coedición Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-Instituto Nacional de Bellas Artes-Fondo de Cultura Económica), Ferrer hizo entonces un recuerdo de otro ''espacio luminoso" y ''milagro existencial" que es memoria viva del exilio: el Ateneo Español de México, presidido por Joaquín D'Harcourt, desde el que se escucharía la voz de Rodolfo Halftter y Ceferino Palencia, Antonio Rodríguez Luna y otros hombres del arte, la ciencia y las letras de diferentes generaciones que enriquecieron el acontecer nacional: desde Blas Cabrera, Juan Comas, Pedro Bosch, Manuel Altolaguirre y Wenceslao Roces hasta Ramón Xirau, Jaime Serra Puche, Francisco Barnés, Santiago Genovés y Federico Alvarez, quienes ''nacieron en España y renacieron en México, y al amparo de la libertad pudieron expresarse, recrearse, gritar y vivir".